Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 7 de marzo de 2016

En busca del diablo

Esta es la segunda parte de la historia de David Talbot y Daniel Molloy. ¡Acaso el diablo decía la verdad! ¿Lo hacía? ¡Tal vez!

Lestat de Lioncourt


La primera noche fue imposible. Las calles se volvieron silenciosas entorno a las dos de la mañana. No se escuchaba siquiera el murmullo de algún taxi que cumpliera su servicio nocturno. La habitación se encontraba en penumbra y la única luz era la que entraba por la ventana y la luz encendida del escritorio. El flexo caía sobre el libro más codiciado y David parecía obnubilado por su belleza y la magia oscura atrapada entre sus páginas.

—¿Has sacado algo en claro?—pregunté moviéndome como un león encarcelado en una pequeña jaula—. David, por favor.

—Leo con mesura porque quiero captar cada detalle—explicó sin siquiera levantar la vista de las prodigiosas líneas torcidas del ejemplar—. Es un documento único y costará horas comprenderlo.

—Llevamos aquí más de dos—dije inquieto.

—Se nota que aún eres joven incluso para ser vampiro—comentó en un murmullo que logré distinguir perfectamente—. Daniel, lo importante no es cuánto tarde sino la información que logre arrancar de sus páginas—dijo.

Decidí no importunar más. Él era quien sabía el lenguaje usado en aquellos días, así como las metáforas más usuales y lo alterado que podría estar un hombre en el estado de aquel “Hombre de Dios” que había cometido esos brutales episodios. El libro estaba envuelto en la tersa y suave piel de dos recién nacidos. Dos niños varones que habían sido despellejados cuando aún sus corazones latían. Era monstruoso. Podía incluso escuchar el llanto de los niños surgiendo de aquella piel curtida y cosida a los numerosos folios amarillentos, de letras sinuosas y elegantes, que se desplegaban con aquella tinta oscura que parecía provenir del mismo infierno.

Me senté en el borde de la cama y apoyé mis manos sobre el colchón. Parecía cómodo y la colcha era de un tacto agradable. Opté por descalzarme y arrojarme allí como si me hubiesen disparado arrancándome el último aliento vital.

Las horas pasaron como él pasaba lentamente las páginas y tomaba nota. Podía ver desde lo lejos su letra perfecta y elegante surgiendo como si fuera una oración a sus propios demonios, o quizás a algún guía espiritual desconocido, mientras buscaba la paciencia necesaria. Yo era un periodista metódico, pero estos casos me saturaban. Todavía no conocía el lenguaje de la demonología y él quería enseñarme, pero su paciencia parecía estar agotada tras años luchando con Lestat y sus incongruencias.

La mañana llegó provocando un revulsivo en las calles. Antes de las seis de la mañana ya había cierto trasiego de vehículos en la vía cercana al hotel. Él apagó la lámpara, bajó las persianas y cerró las cortinas para recostarse a mi lado. Habíamos dejado una nota en la puerta para que no molestaran y en recepción rogamos que no importunaran en todo el día. Sospechaba que habían pensado que éramos amantes, pero sólo éramos investigadores con colmillos.

—¿Has encontrado algo?—dije casi perdiendo el hilo de mis pensamientos.

—Podría tratarse del mismo espíritu—susurró pegándose a mi espalda—. ¿Tanto te interesa ese descubrimiento?

—Soy periodista y la curiosidad siempre está ahí dejándome en alerta—confesé girándome hacia él para mirarle a los ojos—. ¿Puedo preguntarte algo?

—¿Qué es?—preguntó mirándome con una intensidad que me caló hasta los huesos.

—¿Aún te asombra mirarte al espejo?—puse mis manos sobre sus mejillas y los deslicé suavemente por aquellos jóvenes rasgos. Tenía una edad similar a la mía, pero él había visto durante siglos arrugas y manchas por la vejez. Incluso había visto otro rostro y cuerpo. Él no era aquel muchacho que se movía por la ciudad con la elegancia de Bogart en Casa Blanca.

—No, ya no—respondió—. ¿Y tú? ¿Aún te asombra lo que eres?—susurró acomodando su cabeza sobre la almohada.

—No, ya no—dije sus mismas palabras como respuesta, aunque realmente a veces me asombraba. Mis poderes iban aumentando y comprendía que en unos siglos podría alcanzar a Armand debido a la cuantiosa sangre que había logrado beber de Marius en los últimos tiempos.

La noche siguiente fue para los demás libros. No los leyó con tanto ahínco. Cuando acabó el último decidió empaquetarlos para regresarlos a los dos hombres que nos esperaban ansiosos en otro punto de la ciudad. Al parecer corrían cierto riesgo si siempre se veían en un mismo sitio. Era por la seguridad de la mercancía, aunque para muchos sólo fuesen libros, y por la suya propia.


Cuando nos marchamos al hotel él comenzó a leerme frases del libro que habíamos tenido tan sólo unas horas. Me explicó cada línea y se explayó sobre su teoría. Me sentí abrumado. Memnoch no sólo se había presentado ante Lestat con esas locas ideas sobre el Cielo y el Infierno. Ahora las sospechas de Lestat podían estar erradas ahora. ¿Era o no un demonio? ¿Un espíritu malvado que quería usurpar el puesto de un ser imaginario? ¿Tal vez eran los espíritus los dioses de otros tiempos? La investigación continuaría y yo estaría ahí cuando se retomara. No me importaría arriesgar mi vida inmortal para saber qué sucedía alrededor del mundo, en la oscuridad y durante los largos días, porque era un misterio que a todos nos involucraba. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt