Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 21 de marzo de 2016

Literatura - Talamasca Parte II

Los misterios se suceden... ¡Esto es la continuación de hace unas noches! ¡No se lo pierdan!

Lestat de Lioncourt


Durante varios días estuve muy intrigado sobre la conversación que habíamos tenido David Talbot y yo sobre ciertos archivos de Talamasca. Mi mente no dejaba de cavilar sobre las historias que había leído a lo largo de mi vida y me preguntaba si parte de la literatura, sobre todo de siglos atrás, estaba basada en el horror que se podía vivir más allá del vínculo existente del papel y el escritor.

Esa misma noche me senté frente a mi escritorio y encendí mi ordenador portátil. Marius no estaba lejos leyendo un periódico que había adquirido a últimas horas de la tarde. El silencio era casi insoportable porque deseaba expresarle mis inquietudes, pero a la vez deseaba guardar ese pequeño tesoro para mí. Sabía que él reconocería tal vez en mi rostro la intriga que germinaba como una hortensia trepadora estirando sus ramas y hojas por toda mi alma. Comprendí entonces que quizás era buena idea preguntarle si él había escuchado alguna vez sobre sucesos similares.

—Marius...—dije mientras accedía a una biblioteca virtual donde podía consultar distintos escritos de autores que llevaban décadas, por no decir siglos, bajo varios metros de tierra—. ¿Alguna vez has creído que algunas historias, muy conocidas y aplaudidas por el gran público, puedan ser reales y no sólo simple invención de su carismático autor?—pregunté accediendo a la galería de Oscar Wilde.

—Todo es posible—contestó cerrando y doblando el periódico—. Verás, Daniel, al principio de mi vida me hubiese reído si alguien me hubiese hecho semejante pregunta—dijo dejando su lectura sobre el revistero, para luego levantarse y quedar a mis espaldas apoyando sus manos sobre mis hombros—. ¿En qué misterio estás envuelto? Cuéntamelo y podré ser objetivo.

—David Talbot me confesó que el relato más famoso de Oscar Wilde, “El retrato de Doran Gray”, no era una invención sino basado en una historia verídica—sus dedos apretaron suavemente mis hombros y apoyó su mentón sobre mi cabeza.

—¿Por eso estás tratando de hallar la primera edición de la obra?—preguntó con su voz sosegada y profunda—. ¿Crees que puede tener diferencias con las restantes?

—No lo sé, pero ¿por qué no intentarlo?

El archivo se desplegó frente a mí cubriendo gran parte de la pantalla. En la parte superior podía ver en letras doradas y de caligrafía similar a la del autor su nombre y el título de la obra. La digitalización de cientos de libros era un hecho. Miles de personas accedían cada vez más a plataformas online donde conseguían literatura gratuita o a módico precio. Se consumía ingentes cantidades de información y se obtenía cientos de documentos con sólo un par de movimientos de ratón.

—Te dejo a solas—susurró apartándose con cierta elegancia y sin hacer siquiera ruido.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y mis dedos quedaron rígidos sobre las teclas. Sentí que deseaba quedarme a su lado y dejar de investigar algo que podía volverme loco. Él me había salvado de la demencia y la obsesión que me consumió durante décadas, pero ahora estaba quizás abriendo una puerta sin pomo ni cerradura. Entonces mi teléfono móvil comenzó a sonar.

Spit It Out de Aesthetic Perfection sonaba con fuerza mientras la pantalla se iluminaba con su nombre y fotografía. Era David Talbot. Me recosté en la silla y acepté la llamada esperando que él me diese alguna nueva indicación, información o me hiciese una confesión que no me dejara pegar ojo durante todo el día.

—¿Sí? ¿Qué ocurre?—mi voz se escuchó fría, pero era porque todavía intentaba poner tierra de por medio. No quería involucrarme demasiado con Talbot, pero irremediablemente me estaba perdiendo en su mundo ya que había provocado demasiado mi curiosidad hasta límites insospechados.

—Quiero verte la semana próxima—dijo—Será en mi apartamento y con una serie de documentos que creo que te interesarán—su voz sonaba menos fría aunque con un ligero toque metálico debido a la distancia de la llamada—. Sé que te ha llamado poderosamente la atención mi confesión de hace unos días, que quizá te has pasado varios días investigando por tu cuenta y ahora necesitas nuevas respuestas que no te he dado. Ten paciencia—añadió—. Ahora intenta alejar tu mente de los archivos y disfruta de la noche. Sé que estás hambriento e insatisfecho y que el monstruo que habita en ti, un monstruo curioso e impaciente, pide que lo alimentes. Por favor, libera tu mente de cualquier misterio. Necesito que estés tranquilo y no sometido a esa ansiedad.

Odiaba que me conociera tan bien. Había tocado todas las fibras de mi alma. Parecía poder leer cada célula de mi piel y pedazo de mi cerebro hasta llegar a mi alma, intangible y extraña, arrancándole una confesión que ni yo mismo era capaz de verbalizar.

—Comprendo—dije cerrando la página web—. ¿Y qué quieres que haga entonces? ¿Para esto me llamas?—soné ligeramente ofendido pero no lo estaba en realidad. Sólo me sentía frustrado.

—Porque sé que te estás obsesionando y Marius está preocupado—respondió.

—Te ha llamado él—susurré girando mi rostro hacia la puerta de la sala.

—No ha hecho falta—dijo rápidamente—. Nos vemos el Domingo de Resurrección en mi apartamento en Nueva York. Ven a primera hora.

—De acuerdo...

Nada más colgar apagué el ordenador y desconecté el móvil. Realmente merecía un descanso. Me levanté y caminé hacia su habitación. Él estaba allí de pie contemplando la noche desde el balcón. La temperatura aún no era del todo agradable pero ya olía a primavera. Habíamos regresado a Brasil aunque no era su lugar favorito. Todo lo hacía por mí. Me sentía perturbado porque hubiese abandonado nuevamente Europa para cumplir mis caprichos.


Quedé a su lado en silencio hasta que decidió reparar en mí inclinándose, tomando mi rostro entre sus frías y suaves manos, tan hermosas y perfectas que parecían haber sido esculpidas por un gran artista renacentista, para rozar sus labios contra los míos y acabar devorándome. Su lengua me invadió como una daga esperando lograr una herida mortal y mis manos se aferraron con fuerza a su túnica borgoña. No dudé en cerrar mis ojos mientras los suyos fríos e implacables me observaban.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt