Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 16 de marzo de 2016

Un simple abrazo

—¿Por qué estás aquí? Creí que estarías perdido en mitad de la jungla de asfalto y tecnología que es Nueva York—comenté desde la puerta.

Había regresado a Nueva Orleans buscando unos viejos documentos que necesitaba. Me sorprendió que él estuviera allí con el fuego de la chimenea encendido. Armand no era de entrar en propiedades ajenas sin pedir permiso y si estaba allí era por algún buen motivo. A veces no comprendía del todo su intrincada mente que parecía estar llena de desastrosos momentos cargados de dolor y desesperanza, pero intentaba hacerlo sólo porque le amaba como se aman a los hermanos y a los grandes amigos. Sé que jamás le he dicho de viva voz todo lo que siento, sin embargo creo que ya no es necesario porque nos comunicamos con nuestros gestos y con miradas que lo dicen todo.

—Necesitaba hablar contigo y no te encontré en París—susurró con los ojos perdidos en las ascuas.

—¿Hay algún problema?—dije sin moverme del sitio.

—¿Tiene que haber problemas para que te busque?—respondió girando su rostro hacia mí.

Era profundamente hermoso. Creo que jamás he visto un rostro como el suyo. Siempre he sentido que hablaba con un ángel en vez de con el monstruo sediento de venganza y sangre. Posee una belleza propia de iconos religiosos arrancados de las manos de un pintor del renacimiento. Cualquiera se postraría ante él para besar sus delgadas manos y sus pequeños pies. Tiene una estatura que le hace parecer frágil pero posee la fuerza de más de cien hombres. Cuando me observa siento que lee mi alma con suma facilidad aunque es imposible puesto que nuestras mentes están cerradas desde hace mucho tiempo.

—No, no necesariamente—contesté.

—Acércate—dijo poniéndose en pie—. Necesito un abrazo... —murmuró temblando y entonces me percaté que estaba aguantando las lágrimas.

Las suelas duras de mis botas sonaron sobre las tablas de madera mientras abría mis brazos, por el contrario él no se movió. Armand aguardó que llegara hasta su menudo y tembloroso cuerpo para que lo estrechara con sincero cariño. Mis manos se enredaron entre sus largos cabellos cobrizos permitiendo que rompiera en llanto contra mi pecho.


Con absoluta sinceridad aún no sé el motivo de su llanto ni qué le movió a buscarme a mí y no a otro. Él está rodeado de un pequeño grupo de inmortales que pudieron ofrecerle un abrazo igual de sincero que el mío, pero me buscó a mí. Yo siempre he sido su antónimo en muchos aspectos y quizás en otro hubiese hallado mayores apoyos. No me quiso confesar nada sólo rogó que no le soltara. Estuvimos de pie, uno aferrado al otro, por más de media hora.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt