Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 14 de abril de 2016

Guerra abierta

Marius y Santino tenían una guerra abierta más allá de las "manos". 

Lestat de Lioncourt


Esperé durante algunos minutos fuera de aquella tienda. Habíamos entrado forzando la puerta para buscar algunas prendas bárbaras que los mortales vieran elegantes. Sólo eran un par de trajes oscuros, unas camisas de algodón y unas camisas de seda. Los zapatos que él necesitaba ya los habíamos tomado del mismo modo de otra tienda cercana. Él los había robado sin disimulo del escaparate, mientras que yo me entretenía en limpiarlos dentro del vehículo que conducía como si fuese una bengala por las abarrotadas calles de esa ciudad.

Teníamos que tener nuestro mejor aspecto para colarnos en aquel recinto. La documentación falsa de investigadores policiales la había conseguido en un pequeño hurto de un par de cadáveres, policías claro está, y coloqué nuestras fotografías hechas con ciertas prisas en un fotomatón de una estación de metro.

Cuando le vi salir de la tienda perfectamente vestido, e incluso perfumado, provocó en mí un extraño sentimiento. No parecía el cretino que me asaltó siglos atrás pidiéndome ser parte de su estúpida secta. Era un hombre elegante y atractivo que sonreía amargamente porque sus ojos mostraban cierto luto.

—¿Estás preparado para acabar con todo esto?—pregunté.

—De nuevo trabajando codo con codo... ¡Quién nos lo iba a decir!—dijo carcajeándose sin ganas—. Lástima que esta vez Armand no esté aquí para verlo.

—No menciones a Armand. No tienes derecho alguno a mencionar su nombre—respondí con furia.

—Fue mi discípulo durante más años de los que tú lo disfrutaste—me dijo mirándome a los ojos—. Su muerte ha sido terrible para mí. He visto arder su cuerpo ascendiendo hacia los cielos, ¿cómo quieres que me sienta? Marius, yo salvé a ese monstruo con rostro de ángel por algo y no fue precisamente para torturarte—esa primera confesión me impactó, pero no tanto como las siguientes.

Durante algunas horas tuvimos que estar cerca confiando el uno en el otro para robar el maldito velo de la Verónica y deshacernos de ciertas pruebas sobre la existencia de vampiros, demonios o cualquier anotación que nos vinculara. Talamasca podía investigarnos si querían, pero los demás humanos no nos harían el favor de estar alejados de nosotros y dejarnos vivir en paz como lo habíamos hecho durante siglos. Cuando la misión terminó regresó la ropa a la tienda dejándola tirada sobre el mostrador, se colocó sus prendas de cuero y diversos anillos para luego girarse mirándome a los ojos.

—Ahora sabes que amo a Armand y lo voy a amar siempre, igual que a Pandora. Me odiabas hace unas horas pero ahora aún más, ¿no es así? Yo he logrado cambiar por amor, sin embargo a ti no hay quien te cambie o te haga cambiar porque no sabes hacerlo—se encogió de hombros y se acomodó su chaqueta para irse a su coche abollado, viejo y con olor a limón—. Me vuelvo a casa, a mi refugio de antisocial, porque soy así. Soy tan antisocial como tú, pero yo al menos lo acepto—me dio un golpe suave en el pecho justo en el corazón mientras me miraba sin perder detalle de mi rostro, así como yo no perdía detalle alguno del suyo—. Pecado éramos y pecado somos pero no hay Dios o Demonio que nos castigue. Yo arrastro muchos pecados del mismo modo que tú los arrastrarás siempre. Por mucho que pintes ángeles en hermosos frescos no dejas de ser un descreído en todos los sentidos. No crees siquiera en el amor profundo y sincero porque tú no eres capaz de ofrecerlo, pero yo sí creo en eso. Tal vez no crea en Dios ni el Diablo, quizá todo esto de Lestat sólo ha ayudado a creer en otras fuerzas que nos rodean y manipulan, pero tú estás dudando porque estás viendo que le quieres. Y no, no hablo de Lestat. Quieres a Armand, necesitas creer que ha sobrevivido de algún modo, porque el sólo hecho de saber que está muerto y no has podido reparar la herida te destruye.


No dije nada porque la ira me envolvía nublando mi mente y atando mi lengua. Sabía que si lo destruía ahí mismo Pandora no volvería a dirigirme la palabra y en estos momentos tenía cosas en las que pensar. La posible muerte de Mael rondaba también en mi cabeza convirtiéndose en un fantasma molesto, al igual que la de Armand que me destruía convirtiéndome en un idiota más que asumía una derrota antes de afrontar siquiera una batalla y, por supuesto, también me hacía daño saber que Lestat estaba en un estado deplorable. No era momento de discusiones. Yo sabía que podía cobrarme esas palabras en algún momento.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt