Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 11 de junio de 2016

Discusión

Marius y Mael discutiendo cuando la Reina... ¡Ja!

Lestat de Lioncourt 

—Siempre diciendo estupideces—argumentó.

—Aquí el único imbécil eres tú—replicó.

—Después de ti, amigo mío, porque no hay nadie que te supere en este mundo—dije mientras tomaba asiento en la mesa de reuniones.

Había caminado durante días para reunirme con todos. San Francisco no era mi lugar predilecto. De hecho, odiaba las ciudades sobrepobladas llenas de contaminación y apatía. Las almas que allí habitaban no eran puras y desconocían lo que era ser libres. Estaban intoxicadas con el humo de los cigarrillos, las enormes chimeneas de las fábricas y la comida basura. Eran un desastre como individuos y población. La vida germinaba marchita y se extendía más allá de los emblemáticos edificios del centro bursátil.

Yo me dedicaba a pasear cabizbajo mientras pensaba en Jesse. El concierto iba a iniciarse. Había escuchado de todo a todos los vampiros jóvenes que se fueron acumulando en las calles, como si fuera una colmena, mientras el zumbido de los vehículos dañaba mis finos oídos. Pero ahora estaba allí en un pequeño remanso de paz olvidando lo que había allí fuera. Estábamos reunidos y las conversaciones se mezclaban. No tenía intención alguna de discutir con Marius, pero comencé a hacerlo como cientos de años atrás.

—¡Cómo te atreves!—dijo dando un enérgico golpe sobre la mesa, aunque no lo hizo con toda la fuerza que poseía aquel envase poderoso que era el de un demonio con colmillos, un vampiro milenario, que había visto y sentido demasiadas noches y víctimas.

—Es una virtud lo que hago, Marius. Una virtud que detestas porque no digieres la verdad cuando esta recae sobre tus acciones, pensamientos o creencias. Realmente tienes un gran problema—susurré evitando su mirada porque no quería seguir un tema que no tenía salida.

—Mi problema eres tú—aseguró.

—¿Yo? No—respondí mirándolo a los ojos.

—¡Sí!—gritó.

—Tu problema es que crees saber pero en realidad sólo eres un soberbio con demasiado tiempo libre—contesté mientras mi mirada se centraba en esa expresión tan furibunda.

—¡Mael! ¡Deberías sentirte avergonzado por lo que estás diciendo!—seguía alterado.

—¿Por qué?—pregunté sin alzar la voz— ¿Por preguntarle a otro sobre un comentario que hiciste? ¿Por qué? Sólo quería saber si era cierto.

—Pudiste preguntarme a mí—dijo.

—Tú no estabas en ese momento y no sabía si me contestarías. Estabas tan furioso conmigo, contigo y con el mundo que creí que todo ardería a causa de tu ira.

Sabía cual era su problema. Su mayor problema es que no quería ver destacar a otros por encima de su nombre. Él quería ser el elegido. Deseaba que todos le amaran y adularan como creía merecer. Sin embargo, yo cuestionaba sus acciones como muchos otros lo habían hecho a lo largo del tiempo. Muchos habían ido en contra de sus absurdas leyes pero nadie era capaz de plantarle cara mostrándole cada uno de sus defectos, haciéndole ver que estaba equivocado y que sólo era un tonto intentando parecer un genio.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt