Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 10 de junio de 2016

Comienzo

Admito que David y Aaron hacen un buen equipo, pero yo también lo hago con David. 

Lestat de Lioncourt


—Te veo muy interesado en esos documentos—dije con las manos en los bolsillos apoyado en uno de los muros de carga del edificio.

Habíamos salido a despejarnos. Los novicios teníamos demasiadas ocupaciones en aquellas épocas. La orden era un hervidero de almas que iban y venían investigando determinados sucesos, mezclándose con la población de Gran Bretaña y convencidos absolutamente de todo lo que redactaban en sus pequeños despachos, la biblioteca o pasillos. No todos permanecían entre los grandes muros de este edificio.

—Hace aproximadamente dos semanas los encontré abandonados en la bodega—respondió con aquella carpeta marrón entre sus manos. Estaba husmeando desde hacía más de media hora las hojas amarillas que contenía.

—¿Fue el día que nos enviaron a ordenar las cajas abandonadas cerca de los archivos principales?—pregunté sacando mi pitillera para encendiendo un cigarrillo.

—Exactamente—dijo emocionado.

—Tardaste demasiado en regresar y pensé que me habías dejado abandonado con todo el trabajo por hacer—sonreí dejando que el humo saliera de mi nariz.

—Encontré una historia interesante abandonada hace décadas—dijo.

—¿De qué trata?—pregunté ligeramente interesado.

Aaron jamás me dejaba y era como mi sombra. Desde que nos conocimos nos convertimos en una y carne. Éramos amigos pero parecíamos hermanos. Sentía un gran amor por aquel muchacho de cabellos rubios absolutamente revueltos y de ojos iluminados siempre con una bondad casi mágica. Protegía a mi compañero de lo tangible y lo intangible. Alguna vez vi fantasmas aproximándose a él y no taré en espantarlos. Podía verlos pero era demasiado despistado y solía estar perdido en sus asuntos. Por aquella época era un muchacho de lo más informal y yo un noble que rechazaba la fortuna familiar.

—De una familia excepcional—dijo ofreciéndome dichosa carpeta. De inmediato la tomé entre mis manos y comencé a echarle un ojo con el cigarrillo tambaleando entre mis labios—. Ellos hace tiempo fueron perseguidos por brujería en algunas zonas de Europa—decía mostrando los documentos más antiguos. Algunos tenían cien años y estaban escritos a mano. Los originales, según ponía la hoja, habían sido extraviados—. Varios de nuestros miembros se mezclaron con ellos y acabaron falleciendo posiblemente a manos del espíritu que les acompaña.

—Parece peligroso—murmuré entretanto él recogía la carpeta y la cerraba pegándola a su pecho.

—Se llaman “Mayfair” y es una familia matriarcal. Sólo las mujeres importan. Ellas son las que poseen el poder, las riquezas y mayores beneficios—confesó.

—¿Y los hombres?—pregunté.

—Hasta el nacimiento de un tal Julien ni uno de ellos poseía voz y voto. Ellos sólo se dedicaban a algunos negocios, fiestas, engendrar hijos y visitar lugares de dudosa reputación—su sonrisa me hizo olvidar que podía correr peligro. A decir verdad no podía estar cuidándolo siempre.

—¿Por qué crees que fueron abandonados allí?—pregunté quitándome el cigarrillo de la boca.

—Descuido—respondió encogiéndose de hombros.

—¿Descuido o deseo que ningún otro miembro muriera?—susurré con cierta intriga.

—Quiero investigarlos—aseguró con estoicidad. Mostrar esa fortaleza ante las dificultades es lo que provocó que nos hiciéramos amigos. Era un buen chico y con un deseo inmenso de comprender todo lo que le rodeaba. Era normal que quisiera investigar aquel misterio.

—Envía un informe a los Ancianos y espera noticias—respondí.

¿Cuántas veces me había comunicado con ellos? Muchas. Era un rebelde y me había marchado a Brasil a ser sacerdote del Candomble. Ellos tuvieron que soportar mis correrías y la forma desesperada de encontrar solución o comprensión a mis poderes. Pero David Talbot se había vuelto manso en cuanto conoció el amor. Amaba a mi amigo por encima de mí mismo. Creo, sin duda alguna, que lo amé siempre. Pude enamorarme de muchos, desear a cientos, pero amar sólo a uno. Aaron Lightner era mi debilidad.

—Estoy emocionado. Si aceptan que estudie este caso, David, será el primero—dijo alborotado.

—Va a llevarte toda una vida, pero realmente me hubiese gustado a mí encontrar estos documentos—guiñé un ojo mientras veía un espíritu aproximarse a nosotros. Él y yo nos cruzamos una mirada calma y decidió ir a molestar a otro.

—Tú ya ves demasiados espíritus... ¡Deja algo a los demás!—dijo ajeno a mis trapicheros con los espíritus que rondaban incluso templos del misterio como la Sede en la que vivíamos.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt