Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 19 de junio de 2016

La voz de la Tribu: Benji

La Voz de la Tribu esta noche será distinta.

Lestat de Lioncourt 



Esa noche había prescindido de la música. No había nadie al piano ni junto a él. La sala de grabación de la radio estaba vacía exceptuando por su figura de baja estatura. Se movía tranquilo entre los muebles, observaba desde lejos los ventanales la ciudad llena de ruidosa actividad nocturna y al desviar su rostro hacia el ordenador sintió un ligero escalofrío. Esa noche iba a ser la más íntima. Hacía semanas que tomó su decisión y debía cumplirla tal y como lo sentía.

Se colocó los auriculares dejando que una vieja melodía le hiciese transportarse por unos segundos a su adolescencia. Sus pies se movieron sobre las baldosas de mármol y una sonrisa traviesa cruzó sus labios durante unos segundos. Después se arrancó los auriculares, tomó asiento y se dispuso a hablar.

—Mi nombre es Benjamín Mahmoud, pero todos me llaman Benji—murmuró con sus pequeños y delgados dedos sobre el borde de la mesa—. ¿Cuánto llevo con la radio? No lo sé. Pero la primera noche fue similar a esta. Me presenté ante todos vosotros esperando tener alguna respuesta. Sólo se podía sintonizar en esta ciudad y eso hacía que sólo unos pocos me escucharan—sonrió recostándose en el sillón ejecutivo que solía usar y movió sus piernas inquieto—. Me gusta ser un reportero. Amo decir lo que pienso. Sin embargo lo que más me gusta es que otros me cuenten lo que sienten—dijo apoyando sus manos sobre el brazo del asiento—. Me han llegado cientos de preguntas sobre mis gustos musicales, las películas que querría ver y aún no pude, mis gustos teatrales y mis relaciones con otros vampiros. Contestaría a todo, pero creo que no importa tanto como la historia que pienso contar. Quiero desnudarme y no sólo decir algo superfluo.

Aquel joven vampiro tenía una mente privilegiada. Cuando fue rescatado por Armand estuvo a punto de ir al instituto para convertirse allí en una celebridad. Poseía una inteligencia por encima de la media y una inquietud inmensa, casi igual de inmensa que la de Lestat, por conocer y comprender. Quería ver el mundo con sus propios ojos, experimentar cada sensación y dejarse llevar. Pero todo cambiaría cuando Marius le dio la oportunidad de ser un vampiro.

—Recuerdo cuando pregunté por el origen de los vampiros. Armand me miró serio, me tomó por los hombros y dijo que nacían gracias a los huevos negros—tras decir eso se carcajeó—. Estaba harto de ver películas de vampiros y me vino con esa tontería. Me sacó una sonrisa y provocó que comprendiera que no deseaba decirme el origen. Ahora sé el motivo. Tuvo grandes dificultades para convertir a Daniel y ese proyecto, por llamarlo de alguna forma, estuvo a punto de destruirse—tomó aire, lo dejó escapar e intentó calmarse. Quería parecer serio, pero era imposible—. Es tan divertido llevar una radio, tener negocios, ser un joven eterno y que nadie sospeche nada. Tengo el cuerpo de un chico de trece años, aunque quizá aparento un par de años más debido a mi estatura, pero todo el mundo cree que poseo cerca de treinta. Me muevo por la ciudad con mis deportivos, entro y salgo de clubs, tengo amigos mortales que creen que este programa es mera actuación y me llaman el nuevo “Welles”.

Cuando entraba en los clubs estaban todos pendientes de sus ocurrencias. Muchos preguntaban por los demás actores pidiendo que se los presentaran. Una vez acudió a un lugar con Sybelle y ella se puso furiosa cuando uno de ellos le dijo que seguro que ni tocaba el piano, sólo era una voz bonita en la radio haciéndose pasar por vampiro y por pianista. Se levantó ofendida, dio un formidable bofetón al individuo y exigió a Benjamín que la llevase a casa.

—Recuerdo cuando caminaba bajo luces diáfanas por las calles de esta ciudad. Exploraba mis amargos sentimientos horas de guerra con individuos llenos de adicciones y sueños rotos. Pero el tiempo no se detiene aunque en mí quedó convertido en ruina gracias a la gloria de La Sangre—explicó mirando hacia el techo donde el fresco de aquellos hermosos querubines le hizo sonreír—. Soy feliz, pero aún tengo el dolor atravesado en el corazón. Mi padre no me quería. Me vendieron como esclavo y tuve que aceptar los castigos. Fox era un desgraciado que me usó como un maniquí, correo de droga y carterista—se incorporó apoyándose en la mesa con aquellos ojos de aceituna brillando. Eran dos aceitunas negras hermosas enmarcadas en un tono tostado de piel encantador—. Amo a Armand. Él me salvó. Sin embargo detesto que quiera guiar mis pasos de esa forma tan irrespetuosa...—susurró—. Sé que lo hace por mi bien, pero los jóvenes debemos tomar nuestras propias decisiones—apagó entonces la radio y se marchó.

Había desnudado parte de su alma sólo con las últimas frases. Era cierto que amaba a aquel querubín maldito, a ese muchacho de ojos tristes y carnosos labios, pero no podía fingir la rabia que sentía cuando intentaba retenerlo como si fuera un niño pequeño. El problema era que deseaba ser amado como un hombre cuando intentaba seducirlo con sus palabras cultas, sus pequeños regalos y los guiños que ocasionalmente le ofrecía. Era triste. 



No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt