Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 29 de julio de 2016

El amor de un violinista

Cosas que debo admitir: Armand es un buen hombre pese a todo, Antoine es un gran amigo que al fin he recuperado y Marius es imbécil que no supo apreciar el respeto y amor que tuvo Armand con él. Lo siento, pero es lo que creo.

Lestat de Lioncourt 


La música no sólo amansa a las fieras, sino que libera las almas. Hace mucho tiempo que no puedo dejar de tocar porque sé que únicamente de ese modo podré encontrar la felicidad, el reposo o simplemente la huida más fácil para esquivar mis demonios. Todos poseemos demonios que nos incitan a la desesperación, dolor, tristeza o apatía. En mi caso son pesadillas horribles que se aferran a mi alma tirando de ella hasta desgarrarla. Momentos en los cuales veo todo lo que he conseguido dilapidado con un solo gesto.

Ayer parecía que todo iba a acabar. El mundo entero se había convertido en un lugar inhóspito para ser vampiro. Los Reyes de la Creación Oscura, los Príncipes de la Noche, los Hijos de la Sangre, los Perdidos en la Oscuridad... no somos inmortales. Hemos descubierto que somos formidables a la hora de superar enfermedades, heridas profundas y, a veces, fuego. Pero el sol, el fuego, un hacha bien afilada o la capacidad explosiva de otro vampiro nos destruye. Las estacas son invento romántico que asegura poder asesinarnos, pero sólo lo anteriormente mencionado nos liquida.

Me armé de coraje hace algo menos de unos meses. Tomé mi violín, me despedí del agujero en la tierra donde había yacido algunos años intentando sofocar mis heridas, crucé todo un país a pie y llegué a Nueva York tras un periplo importante. Durante las largas noches que viví, de un lado a otro, conocí a otros vampiros y conversé con ellos animadamente. Pero ninguno se compara a él.

Todos temen a uno de los nuestros que habita Nueva York, que Nueva Orleans fue su territorio, así como lo fue París o Venecia. Un ser que parece un ángel que ha descendido de los cielos para sofocar el dolor, la maldad, la lujuria y todos los restantes pecados que rondan al ser humano. Es la encarnación de la belleza más formidable. Te rindes ante él sólo con una mirada de sus cautivadores ojos almendrados de llameante pasión. En definitiva, un efebo por siempre eterno.

Jamás creí que no temería al verlo. Siempre creí que me rendiría a sus pies implorando vivir. Había leído sus memorias donde hablaba de su odio ciego hacia Nicolas, aunque él lo intentase dulcificar, un músico como yo. Y, sin embargo, toqué ante él mi violín moviéndome con gracia y estilo. Él aplaudió asombrado de mis agallas, por mi composición musical y también, como así me aseguró en privado, por mi belleza.

Hace más de dos siglos Lestat, el líder de todos nosotros en estos momentos, me convirtió en lo que soy. Provenía de una familia burguesa en París que me echó a patadas injustamente. Mi hermano embarazó a una mujer y me echó la culpa. Desde entonces me sentí huérfano de familia, arruinado y hundido en el alcoholismo fui rescatado por Lestat a la edad de diecinueve años en Nueva Orleans. Pude haber disfrutado de una familia, del amor fraternal de Lestat así como de su complicidad, si Claudia no hubiese intentado asesinarlo y Louis no hubiese sido colaborador necesario en todo aquel asunto. Él, Louis, acabó prendiéndome fuego cuando Lestat logró volver para exigir que lo acogieran otra vez en el seno familiar. Pero lo único que tuvimos nosotros, como una caliente acogida, fue el quinqué arrojado al pecho de Lestat y las velas encendidas que prendió fuego a toda la casa.

En estos momentos, cuando Armand me rodea por la cintura abrazándome por la espalda, ciento un amor único. Es un amor que jamás he llegado a experimentar. Admiro profundamente a Lestat como si fuese el hermano mayor que jamás he tenido, pues el mío jamás se preocupó por mí ni me dio los sabios consejos que él me ha ofrecido y que aún conservo, pero no había logrado amar tanto a otro ser como a mis instrumentos. Él está por encima de mi violín y del piano, incluso por encima de la belleza del vampiro femenino Sybelle y mi adoración por sus manos, ya que cuando estoy a su lado mi corazón palpita como si volviera a ser ese hombre joven lleno de sueños que una vez recorrió París sin conocer la pena, la rabia, el dolor o la soledad.


Admito que detesto en silencio a Marius, pero a la vez le estoy profundamente agradecido. Doy gracias porque convirtiera a este hermoso querubín en inmortal, gracias por no buscarlo cuando Santino lo secuestró, agradezco profundamente que en estos años se haya burlado de su amor y aplaudo con ansias que no tenga el coraje suficiente para haberlo enfrentado estas largas noches. Ahora yo puedo mostrarle a Armand que merece ser amado, respetado y escuchado. Él tiene lo que siempre ha estado buscando al igual que yo. Somos libres para amarnos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt