Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 28 de julio de 2016

La libertad de un condenado

Espero que Oberon no regrese nunca. Me parece cruel lo que están haciendo con él.

Lestat de Lioncourt 



Hacía varios meses que no venía por aquí y su peculiar olor golpeó mi nariz. Olfateé el aire como un gran danés sacando mis ojos de la pantalla del ordenador portátil que tanto me entretenía. Acabé levantándome apartando mis largos dedos del teclado y mi cuerpo de la mesa. Caminé por toda la habitación intentando calmarme, pero al final la fiera corrió hacia el pasillo del apartamento.

—¡Qué haces aquí! ¿Qué deseas?—pregunté algo furioso—. Dijiste que no le permitirías que nos tratara como animales enjaulados y mírame—dije golpeando la puerta de grueso cristal blindado que nos separaba. Mostraba los dientes como si fuese a saltar a su yugular—. Dime, ¿acaso tienes miedo de enfrentarte con la verdad?—susurré con una pequeña sonrisa descarada.

—Oberon, lamento haberte fallado—contestó colocando sus grandes y ásperas manos contra el cristal—. Os han trasladado algo lejos y yo todavía tengo asuntos pendientes por mi trabajo.

—¿Sabes por qué la perra de tu mujer nos ha traído aquí? ¿Sabes por qué cada uno está en una planta siendo tratado como conejillos de indias? ¿Lo sabes? ¿Te haces una idea de qué es tener que dar tu sangre cada semana, donar esperma cada mes o simplemente tener que soportar que te miren los dientes como si fueras un caballo de carreras?—aquellas preguntas le hirieron. Yo no dejaba de ser un hombre joven que merecía recorrer el mundo, país a país, para disfrutar de una vida de lujos similar a la de mi padre.

—Vi tus planos. Tienes talento como arquitecto—dijo desviándose del tema.

—¿Por qué no me contestas, Michael?—mi rostro tenía una pátina de dolor similar al duelo que había vivido hacía algunos años—. Tú envejeces viendo como yo no. Aunque tu mujer está buscando como ser eternamente joven gracias a mis genes—derramé una lágrimas apoyando la frente contra la puerta acristalada y temblé—. Y veo que surte efecto.

—Ha logrado mejorar mi salud y parar mi envejecimiento, es cierto—dijo introduciendo la clave para poder traspasar la zona.

—¿Te haces una idea de lo duro que es estar aquí?—pregunté—. Nos ha encerrado tras decirnos que seríamos sus ayudantes en un nuevo centro en Nueva York... Mintió.

La puerta se abrió y yo me separé con el rostro lleno de lágrimas, pero él acabó aferrándose a mí sin importar parecer algo menudo y bajito. Mis enormes manos se colocaron sobre sus hombros y después se deslizaron por su ancha espalda. Él hundió su rostro en mi torso para luego hacerlo en mi cuello. Me olfateaba igual que lo haría alguien del Pueblo Secreto. Su cabello era rizado y espeso, tan grueso como sedoso, y ya tenía canas demasiado visibles. Todavía usaba esa barba que le daba un toque muy masculino. En comparación conmigo era todo un hombre y yo seguía pareciendo un hombre joven, igual que el primer día, y lo sería hasta mi muerte al igual que mi padre. Por unos instantes lo recordé tumbado en la camilla descongelándose.

—Padre no hubiese permitido esto—susurré ahogado—. Él nunca hubiese permitido esto.

—Vete—dijo—Vete...—repitió apartándose de mí—. Vete ahora mismo.

—Si me voy...

—Regresa cuando lo creas conveniente. Diré que fue un fallo en la seguridad—sonrió de aquella forma tan bondadosa y yo me marché sin decir adiós.

Vestía una azul eléctrico a juego con mi laca de uñas, un pantalón vaquero ajustado y unas sandalias de cuero muy cómodas. El pelo estaba suelto, algo enmarañado, y parecía un loco acabado de salir de un psiquiátrico. Cuando logré alcanzar la calle tras bajar precipitadamente por las escaleras, casi saltando cada tramo de escalón, sentí que mi corazón palpitaba tanto como el día en el que lo vi por primera vez. Dejaba atrás a mi abuelo, al hombre que amé de una forma grotesca y pura, para al fin hallarme en libertad en mitad de Nueva York. Era el nuevo Tarzán de un mundo de asfalto.

Ahora me encuentro en la India. He viajado como tanto deseaba. Empecé sin tener siquiera unos cuantos dólares en los bolsillos, pero he trabajado duro y he conseguido dinero de mil formas distintas. Es curioso que sea un hombre rico y que no pueda acceder a mis cuentas. Rowan Mayfair sigue buscándome, pero no volveré hasta pasados unos años. Y sólo volveré porque Michael está siendo señalado como el culpable de haber tenido humanidad con un Taltos.


Vivo apasionadamente cada día, desde el amanecer hasta el atardecer, y también muchas noches bailando con gentes de miles de lugares. Comunico mis sueños y recuerdos alrededor de las hogueras. He reído aprendiendo varios idiomas y leyendas de diversas culturas. Pero sobre todo he conocido nuevos poemas, canciones, costumbres y mil oportunidades. En estos momentos entiendo a mi padre cuando él nos hacía viajar algunas semanas para que conociéramos diversas ciudades. Él y Mich siempre están en mis pensamientos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt