Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 27 de julio de 2016

We are the children

Digamos que entiendo a Killer y sus sentimientos hacia Davis. Me alegro que estén juntos.

Lestat de Lioncourt


Estaba sentado en el alfeizar de la ventana, como si fuera una puta paloma, a varios kilómetros de Nueva York. No podía creer lo que estaba escuchando. Era increíble que al fin todo hubiese acabado con un comunicado lleno de orgullo y pasión por parte de Lestat. Las Quemas habían acabado y el mundo parecía en paz. La armonía volvía, por así decirlo, y era una jodida suerte que ese imbécil hubiese hecho algo bueno por todos nosotros. Se había sacrificado.

Escuchaba de fondo el murmullo de aquella enorme avenida. Estaba seguro que había más de un vampiro joven celebrándolo por las calles como si hubiésemos ganado algún jodido premio. Me encogí sobre mí mismo agarrándome las piernas y me eché a llorar. No podía dejar de creer que hubiese sido tan cobarde. Dejé a Antoine a su suerte para que encontrara a ese gilipollas, hablara con él y lo convenciera. Pudo haber muerto.

Sin embargo, empecé a escuchar de fondo su violín. Estaba vivo. Todos parecían haber tenido las pelotas de reunirse y hablarse tras tanto tiempo. Las fuerzas oscuras, por llamalos de alguna jodida forma, se estaban dando la mano para abordar problemas habituales. Incluso Lestat había dicho que habría nuevas reglas y libros para que aprendiéramos a caminar solos sin miedo a cagarla. Me reí a carcajadas mientras mis lágrimas sanguinolentas descendían por mis mejillas. No sabía si era de rabia, tristeza o emoción y aún no lo sé. Palabra.

Abrí la página de la radio mientras seguía la misma por la aplicación. Comencé a ver fotografías de la reunión de horas atrás. Quería ver a Antoine gozar de la compañía de quien llamaba “amigo” y “padre”, pues Lestat eso era. Pero entonces vi algo que me llamó la atención y acabó encogiéndome el alma, arrugándola y rompiéndola a trizas. Davis estaba allí bailando con un tipo de piel dorada, bastante alto y fornido. De inmediato me bajé del alfeizar, sequé mis lagrimas y agarré las pocas cosas que tenía.

En tres horas estaba aporreando como un puto desquiciado la jodida puerta. Si tenía que echarla abajo la echaría. Quería ver a quien siempre iba a amar, a quien creía muerto, al que había llorado destrozado cada amanecer y del cual sólo conservaba una vieja fotografía mil veces manoseada. Tenía que abrazarme a quien amé tanto que lo transformé en lo que somos, en lo que siempre seríamos, porque ese hijo de puta y yo éramos como uña y carne.


Ahora escribo esto desde un hotel en Illinois. Davis ha decidido pasar una temporada conmigo para volver a unir lazos, pero aún así siento ganas de patear al cretino con el que vivía. Siento que ese bastardo hijo de puta me hará sus puñeteros dramas porque estamos juntos. Si bien, siendo absolutamente sincero, me la suda muchísimo lo que ese cabrón pueda hacer o decir. Yo sé que Davis siempre será el chico que conocí.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt