Julien y Richard tuvieron una relación oculta durante algunos años, pero no pudieron dejar de estar unidos. Se amaban. Esto es algo que ha recordado Julien... digamos que me visita de vez en cuando para obligarme a contar esto.
Lestat de Lioncourt
—¿Cómo te llamas?—pregunté
tomando asiento junto a él. Aquel bar de mala muerte cerca del
puerto me había dado suerte esa noche. La partida de poker no
comenzaba todavía y ya había divisado el mejor premio de todos.
—Largo—dijo.
—¿Por qué?—dije—. ¿Acaso hay
alguien que pueda darte mejor compañía que la mía?—comenté
seguro de mí mismo.
Siempre he parecido un hombre seguro al
hablar y me he desenvuelto bien en este mundo lleno de pecado y
mentiras. Creo que me coroné como rey de las mentiras años atrás
antes de conocer a ese muchachito enfundado en aquel coqueto traje
tan ajustado lleno de flecos y que a duras penas el largo llegaba por
sus hermosas rodillas. Parecía una sirena esperando alimentarse de
las almas de los marineros que se dejaban caer por aquel tugurio. La
tenue luz del local añadía un toque mágico a sus labios rojos y
esos ojos oscuros llenos de vida salvaje. Tenía carácter.
—No soy una puta—respondió molesto
sin siquiera girarse para mirarme ya que podía observarme en el
reflejo del espejo que tenía el barman a sus espaldas.
—No pretendo que seas mi puta—susurré
inclinándome cerca de su oreja izquierda—. Aunque si quieres
puedes serlo todas las noches. Me gusta castigar cuerpos tan jóvenes
y hermosos como el tuyo—me aparté riéndome al percatarme como sus
mejillas se habían encendido como si fueran farolillos de feria.
—¿Qué pretendes? Dime—preguntó
girándose para verme directamente a los ojos.
—Me llamo Julien Mayfair y necesito
que una belleza como la tuya me traiga suerte en la timba ilegal que
se hace en la bodega—fui totalmente sincero. Realmente quería que
esa hermosa sirena estuviera a mi lado hasta el amanecer.
—Julien... Mayfair...—murmuró mi
nombre y luego noté como todo su cuerpo vibraba por el nerviosismo—.
La mitad de la ciudad es tuya...
—Bueno, he tenido cierta prosperidad
en los negocios—respondí—. Pero ayuda una buena base económica
para empezar y un poco de suerte. Tú me la darás. Estoy convencido
de ello. Quédate conmigo y te pago todas las copas que
quieras—comenté con una sonrisa canalla en los labios—. Aunque
si quieres luego podemos salir a celebrarlo.
—Cobro algo más que
copas...—afirmó—. No soy una mujer...
—¿Y crees que yo estoy interesado en
mujeres?—pregunté—. Mi matrimonio sólo ha sido un espejismo
para ocultar una verdad que grita en mi interior, surge como una
horrible oración y termina muriendo en los gemidos de mis
amantes—nada más terminar esa frase sus mejillas ardían de nuevo
y el nerviosismo era aún más evidente—. Podría enseñarte cosas
maravillosas que te harían desear que te ate a la cama para siempre.
—Mi nombre es Richard—dijo muy
bajo—. Pero puedes llamarme como quieras...
—Te llamaré bombón porque creo que
me vas a gustar tanto como el chocolate—dije mientras sacaba mi
pipa para encenderla.
—Que risa...—escuché entonces a
Lasher muy cerca—. Julien, ¿eso es amor a primera vista?—dijo
rodeándome por la espalda. Sus manos invisibles se apoyaron en mi
torso y sus labios, fríos y sensuales, rozaron el lóbulo de mi
oreja derecha—. Es muy joven para ti... pero... nos acompañará
esta noche de trampas ¿no es así? ¡Qué risa! ¡Qué risa! ¡Qué
risa! ¡Qué risa!
Fumaba entretanto él hacía su
espectáculo. Hacía años que me había acostumbrado a su presencia,
sus intervenciones y su maldito comportamiento. Nada ni nadie
enturbiarían esa noche que conservaría hasta el fin de mis días
mortales y que aún hoy todavía conservo pese a ser un simple
fantasma. ¿Cómo olvidar el primer amor? Es imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario