Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 17 de agosto de 2016

Recuerdos

Comprendo bien los sentimientos de Louis en estas breves memorias...

Lestat de Lioncourt


—¿Otra vez revisando viejos poemas?—preguntó tomando asiento a mi lado.

Hacía años que no compartíamos algo más de unas horas. La reunión había acabado hacía más de media hora y todos se estaban marchando, pero él decidió venir a verme al coqueto salón de la planta inferior. Allí, bajo al cálida luz de una pequeña lámpara, me aislaba de todo leyendo un poema una y otra vez.

—Sí—dije sorprendiéndome porque se interesara en lo que estaba haciendo—. Además, este es especial—respondí.

—¿Por qué, Louis?—sospeché que lo sabía, pero quería confirmar sus dudas. Él siempre era así. Jamás daba nada por hecho.

—Es el primero que recitó—comenté cerrando el libro con cuidado para dejarlo sobre mis piernas.

—Piensas demasiado en ella—repuso.

—¿Cómo no hacerlo? ¿Acaso tú puedes dejar tranquilo los recuerdos hacia Merrick?—pregunté para que él comprendiera cuál era el hecho que me motivaba a hacer algo así.

—No, por supuesto que no—dijo tras un largo suspiro.

—Ahora que Rose lo ha logrado, que Fareed parece haber hecho increíbles proezas y que el mundo se abre ante nosotros como una majestuosa flor nocturna no puedo dejar de pensar en sus enormes ojos azules, su boca carnosa llena de nefastas sonrisas y ese cabello dorado que me arrebató parte de mi cordura. Era mi niña, mi pequeña, mi hija... —murmuré en tono bajo como si fuese una confesión jamás dicha.

Temía que Lestat me escuchase, pero de todos modos lo sabría. Amel le decía todo. No había secretos. Vivíamos en un “Gran Hermano” o en el “Show de Truman” continuo sin necesidad de poner cámaras en cada plaza. Nada pasaba por alto para el espíritu que contenía, como si fuese una gigantesca vasija, el cuerpo de Lestat. Aún así todos teníamos un pedacito de él que nos avivaba, nos encendía una llama poderosa, que nos hacía estar por el mundo revolcándonos en nuestros sueños y desesperaciones.

—Te quiero—dijo estrechándome contra él para después dejarme un beso en la sien—. Me preocupas, pero sé que no puedes dejar de ser un extraño bucólico aferrado a los viejos tiempos—comentó antes de apartarse y marcharse de la sala.


Yo sólo cerré los ojos e imaginé a Claudia, mi hija, como una mujer adulta con una sonrisa radiante bailando con Lestat. Deseaba que esa imagen, esa pequeña fantasía, me diese fuerzas para lo que estábamos viviendo que era el inicio de una nueva aventura.  

1 comentario:

Senrou Chigusa dijo...

¿está bien que me sienta triste?
Claudia no me agradaba, incluso ahora ni siquiera siento que podría haber formado un futuro ya sea sola o en compañía de alguien. Pero ay, que tristeza.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt