Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 23 de octubre de 2016

Lágrimas de padre

Acepto que lo entiendo... Mich era y será siempre un buen hombre. 

Lestat de Lioncourt


Recuerdo como llovía aquella tarde. Caminaba por la ciudad buscando quizás un pedazo de mi corazón, perdido entre las aceras y los enormes edificios, pero no hallaba nada. La ciudad parecía tan vacía como mi propia vida. Había tenido que aceptar la soledad como la única cura a mi dolor, el único parche posible, mientras intentaba decirme a mí mismo que estar solo era mucho mejor que hallarme en la compañía de alguien que no supiera comprender en absoluto mis sentimientos, emociones y necesidades.

Era un hombre roto. Mi alma se había desquebrajado convirtiéndose en un rompecabezas sin sentido. Por más que intentara unir las piezas era incapaz de encontrarle una solución viable. Sólo podía pensar en todo lo que pudo ser y terminó convirtiéndose en un montón de ruinas. Ni siquiera Dickens calmaba mi ansiedad. Intentaba despejar mi mente, encontrar algún proyecto que realmente agitara mis deseos de continuar y me diese la fuerza que Dios parecía haberme arrebatado.

La muerte de mi padre, en acto de servicio, marcó mi vida. Ese incendio devastador destruyó parte de lo que era. Aún más hundido quedé tras la muerte de mi madre, una mujer que decidió hundirse en el alcohol antes que soportar su vida miserable. Por eso cuando logré mi pequeña empresa fue un triunfo más allá de lo personal, pero ella tuvo que aparecer para destruir mi corazón.

Hay varias cosas que jamás comprenderé. Una de ellas es porqué una mujer que dice amarme, que quiere formar conmigo un futuro, acaba rechazando el ser la madre de nuestro futuro hijo. Ni siquiera pude mantener una conversación apropiada. Ella pudo tener ese hijo y cederme la custodia, permitirme saborear la paternidad y sentirme orgulloso de mi descendencia. No obstante tomó el camino más duro. Sé que en algún momento de su vida recordará del mismo modo al hijo que pudo haber tenido, imaginará sus rasgos y el tono de su voz. Incluso pensará en los hombres que tienen edades cercanas y que parecen formar su propia familia.


La imagen de mi hijo, de ese hombre que pudo ser y no llegó, aún me persigue como si fuese un fantasma. Todavía hoy lo hace. Ha pasado algún tiempo y aún así tiemblo lloroso por lo ocurrido. En estos momentos sólo puedo decir que se llamaría Chris. Se llamaría Chris. Y que las lágrimas de ese día, de esa tarde tormentosa, se mezclaron con las mías mientras saboreaba su nombre de camino a casa. Allí donde me recosté, aún empapado, en la cama y vi la televisión hasta bien entrada la madrugada. Sí, sería Chris.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt