David fue quien escribió las memorias de Marius... pero no el culpable que estas sean así.
Lestat de Lioncourt
Había sido invitado a una reunión en
el nuevo hogar de Marius, el cual estaba establecido en una región
gélida, casi sin vida, donde la mayoría del mundo consciente jamás
pasaría más de unas horas alrededor de un manto de hielo y nieve.
Había ordenado construir un fortín donde sus bellas obras se
guardaban en perfectas condiciones evitando ese clima tan frío,
húmedo e insoportable. La vivienda ya existía cuando Akasha atacó,
pero tuvo que ser reformada tras el ataque al lugar donde él había
diseñado un bunker para resguardar a ambos Padres Inmortales.
Me desplacé hasta allí junto con
Maharet. Ella debía reunirse a petición de Marius porque creía
conveniente un juicio rápido e íntimo a Santino, el cual se había
personado voluntariamente junto con Armand y Pandora. Ambos tenían
un conflicto de siglos a sus espaldas, pero habían colaborado en los
últimos años para ocultar pruebas de nuestra existencia. La
colaboración más evidente vino cuando Armand intentó suicidarse.
Santino siempre amó al querubín que en su día el demonio que
pintaba ángeles, ese que fue su enemigo en aquella época de
esplendor veneciano, y esto no lo toleraba el genio. Como tampoco
aceptaba que Pandora fuese amiga de un engendro que decidió quemar
sus obras, sus pupilos, su rostro y todo lo que tenía por una
rencilla con su secta.
No obstante una noche, antes del
juicio, él decidió contar su vida a Thorne. Thorne era un vikingo
al que le fue concedida la inmortalidad por parte de Maharet, la cual
se llevó una sorpresa mayúscula al verlo entrar en la sala y
ejecutar a Santino. Sí, esa famosa escena. Yo estaba en el salón
con Daniel Molloy. El periodista se encontraba sumido en la locura y
Marius decidió cuidarlo ofreciéndole a su mente un trabajo
minucioso y creativo.
Recuerdo los gritos provenientes de
Santino, llenos de horror, así como el sollozo amargo de Maharet o
Armand. Marius había cometido una fechoría al inducir a Thorne en
un odio visrceal hacia un vampiro que sólo se defendió de un ataque
a su religión, a sí mismo y a todo lo que creía. Marius no fue un
santo, tampoco lo era ahora. Durante siglos cazó a otros vampiros
para destruirlos porque su fe le parecía infecta e indigna. Everard
Landen, que hasta esa fecha se daba por desaparecido, y Santino
atacaron el palacio de Venecia... ¿pero cuántos vampiros mató
Marius? Además, ellos quisieron conversar primero con este. Las
rencillas entre opuestos, entre seres egoístas y viscerales, siempre
acaban mal.
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