Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 27 de diciembre de 2016

Grinch

Algunos, por desgracia, sois así.

Lestat de Lioncourt 

Todas las emisoras del mundo emitían cálidos y alegres villancicos hablando de paz, amor, esperanza y bondad. Las guerras no importaban. El dolor no importaba. La celebración proseguía como si lo único importante fuese en esos momentos la exaltación de la falsedad, la hipocresía y el cinismo. Los niños, en su infinita inocencia, creían firmemente en esas palabras que eran puro escaparate de una celebración que se creía cristiana, pero donde también celebraban otras religiones y creencias más antiguas. Muchos de ellos ansiaban tener regalos bajo su árbol, otros a los pies de su cama o en su casa cuando regresaran del viaje por algún país cálido o nevado. El consumismo los había confundido.

Por mi parte estaba sentado frente al ordenador portátil. Eran más de las tres de la mañana. Había una humeante taza de café cerca, la cual calentaba mis manos y me hacía sentirme reconfortado aunque no pudiese dar un trago. Intentaba por todos los medios acceder a mi página de compras favorita, pero era imposible. Requería adquirir un nuevo equipo de sonido para ofrecer mayor calidad a través de las hondas.

Había echado a Armand de la habitación, el cual revoloteaba como una mosca. Parecía muy interesado en todo lo que hacía, sobre todo desde que logré, junto al resto, acabar con la crisis vampírica más acentuada y larga de la historia. Presioné el hueso de mi nariz y cerré los ojos intentándome decir que debía estar mal, muy mal, para desear que él volviese y se sentase a mi lado. A veces sus preguntas, muy similares unas a las otras, me volvían loco.

En mi radio no había puesto ni un villancico. No había canciones navideñas. No obstante Antoine y Sybelle insistían de vez en cuando. Alguna melodía, alegre y con cascabeles como si fueran el reino de Santa, lograron hacer sonar.

—¿Cómo está mi grinch favorito?—preguntó Lestat abriendo de la nada la puerta. Esta se pegó ligeramente a su marco, quedando plegada y titubeante, para luego aceptar que se apoyara en el marco de esta y me mirara con una sonrisa divertida.

—Oh, vamos. No crees en Dios, ¿cómo osas celebrarla?—dije enfurruñado.

—Porque puedo reunirme con todos bajo una excusa, porque hay una tradición hermosa llamada Yule que reunía a toda la familia y se les recordaba que se les amaba. Por eso. Porque han ocurrido y ocurren muchas miserias para centrarnos en eso, ya que podemos ser miserablemente felices una vez al año—comentó alejándose de la entrada para caminar hasta mi mesa.

—No lo había visto así...—murmuré encogido en mi silla.

—Deja lo que estabas haciendo y ven a la reunión—me exigió.


Era el líder, todos lo habíamos votado como tal, y por eso obedecí. Una vez en el gran salón del piso inferior observé como todos parecían compartir sonrisa, pero no eran falsas. Armand correteaba tras Daniel y este se jactaba de su rapidez. Ni siquiera estaban usando sus poderes, pues creo que estaban recordando viejas historias. Todos ellos. Incluso Gabrielle, que estaba algo más apartada, observaba todo con una tímida sonrisa. Realmente yo era el grinch y no Benji.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt