Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 29 de diciembre de 2016

My Best Gift is You

Me alegra tanto que él sea mi hijo...

Lestat de Lioncourt

Como la mayoría de los niños siempre soñaba grandes regalos en Navidad. Esperaba que bajo mi árbol se llenase mágicamente de regalos que yo había pedido. Me portaba bien cada día, hacía mis deberes y atendía como se pedía. Era un chico listo y bondadoso. No solía contestar inapropiadamente ni poseía la rebeldía que poco a poco, como si fueran genes dormidos, ha despertado. Si bien, había un regalo que jamás llegaba. Aguardaba con cierta ilusión cada año, hasta cumplir los ocho, que él apareciera. Cuando hablo de “él” no es Santa Claus, como muchos imaginan, sino mi padre.

Muchos niños piden a Santa que sus padres regresen. Niños que desconocen que la magia navideña no pueden resucitar hombres buenos y decentes, ni recuperar a alcohólicos y miserables. El mío no era ni lo uno ni lo otro. Él era un buen hombre, o mejor dicho, fue un buen muchacho. Mi padre desapareció de este mundo como humano hace varios siglos, pero no como vampiro. El muchacho impertinente, locuaz, hábil y con una oratoria propia de un diablo surgió de Auvernia y se convirtió en un actor envidiable, el cual terminó en manos de un monstruo que le hizo tal y como es. Mi padre lo conoce el mundo como Lestat de Lioncourt, hijo del Marqués de Lioncourt y el menor de siete hermanos.

Hay jóvenes que han crecido intelectualmente con sus historias. Niños que han descubierto sus andanzas mucho antes de la edad recomendada para hacerlo. Hombres y mujeres con una edad elevada que lo recuerdan perfectamente, pues ya eran adultos cuando él se interpuso en sus vidas. Sin duda alguna, Lestat es uno de los vampiros más conocidos e impertienentes que se conocen. También es el más fuerte y el líder que se precisaba, pues no tiene miedo a equivocarse y no le importa luchar contra sí mismo.

Hace apenas unos años que tengo contacto a diario con él. No importa cuál sea el medio, pero él sabe de mí y yo de él. Jamás pensó que sus juegos en el laboratorio, teniendo ciertas experiencias carnales con una científica humana, daría un heredero tan similar a él como distinto. Soy algo más alto, un poco más fornido, y creo que menos alocado. Ahora también soy un vampiro, pero fue porque él aceptó la propuesta y buscó el idóneo. Pandora me dio una nueva vida, igual que el vampiro científico y médico Faared hace años a mi madre, así como pretendió que mi pareja, e hija adoptiva suya, Rose lo fuese de Marius. No pudo ser. Ella se negó a beber de él, pero ahora somos inmortales.


Mi regalo este año para él es una caja con viejas fotografías mías de cuando era pequeño. He acompañado esta con las cartas a Santa Claus que mi madre conservaba. También, como es normal, he añadido algo menos sentimental. He adquirido una chaqueta de cuero, similar a las que tanto le gusta, y he pedido que en la espalda tuviese inscrito su nombre. Es un rebelde, pero es un rebelde con estilo. Él me ha correspondido con su presencia, sus abrazos, unas cuantas locas aventuras y su nuevo libro buscando la Atlántida. ¿Se puede pedir más? No lo creo. Tenerlo a él lo es todo para mí. ¿No es eso la navidad?  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt