Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 4 de enero de 2017

Fortaleza

Michael siempre me parecerá un hombre sensato, bondadoso y fuerte pese a todo. 

Lestat de Lioncourt 


Todo lo que sueñas se puede convertir en tu gran enemigo. Un hermoso sueño puede reflejar una terrible historia y convertirse en una truculenta película de terror demasiado real, angustiosa y peligrosa para toda la familia. Jamás creí que sería un hombre aterrado, igual que un niño, mientras intentaba aparentar fortaleza porque las mujeres de mi vida, sobre todo las mujeres, necesitaban de mi apoyo.

Tía Vivian jamás pensó que mi vida se fuese a tirar por la borda de ese modo, aunque se sintió aliviada cuando dejé de compadecerme e intentar conquistar a la mujer que me salvó la vida. Ella obedecía al más puro instinto maternal, algo que incluso poseen las más despiadadas criaturas de la naturaleza. Para mí siempre ha sido mi madre, pues la mía era desnaturalizada y adicta a la bebida como única solución para sobrevivir. Mi padre era un bombero irlandés, no podía darle la vida acomodada y de lujos que ella pretendía tener, y por eso mismo se hundió. No le importó el amor que el profesaba día a día. Cuando quedé huérfano, pues primero murió él en acto de servicio y después ella debido a sus enfermedades, mi tía Vivian se convirtió en la mujer más importante de mi vida hasta la irrupción de Rowan.

Mi mujer, Rowan Mayfair, me necesitaba. Había sido secuestrada por un monstruo terrible que ambos habíamos engendrados. Un ser cuya procedencia desconocíamos. Tenía una genética asombrosa, una capacidad absurda para crecer y desarrollar su cerebro. Si bien, eso no le sirvió de nada. Ni su alma torturada, ni su prodigiosa mente o su belleza lograron evitar no ser asesinado por mis propias manos.

Mona Mayfair, prima de mi mujer y demasiado joven, era tierna pero no inocente. Tierna porque aún creía firmemente en un mundo mejor, en un futuro más digno. Si bien, tenía una forma arrolladora de conquistar aquello que deseaba con las armas de una mujer atractiva, poderosa e inteligente. Era muy precavida, pero como todos cometió un fallo. El fallo fue enternecerse demasiado entre mis brazos, permitir que cayera en la infidelidad entre sus jóvenes muslos y aceptar mi simiente como semilla de una vida igual de grotesca que la que introduje en Rowan. Ella me necesitaba. Necesitaba consolarla y asegurarle que el monstruo que venía no sería igual que Lasher.

Después estaba Beatrice Mayfair, también pariente de ambas, que perdió el nuevo amor de su vida horas después de su boda. Fue horrible. La mujer quedó destrozada al enviudar por segunda vez y de ese modo. Aaron era un hombre de una organización secreta de profesionales dedicado al estudio e investigación de fenómenos parapsicológicos. Una organización que estaba tras los pasos del monstruo que engendramos en su anterior vida, paso por la muerte y segunda oportunidad truncada por mi martillo.

Ryan, Pierce y el resto de hombres de la familia tomaban las noticias con mayor entereza. Estaban más familiarizados de algún modo con la muerte, sobre todo desde que la mujer de Ryan, madre de Pierce, feneciera a manos del animal salvaje que surgió de entre las piernas de mi mujer. Ese dichoso Taltos, porque así se llamaban realmente, destruyó sus vidas pero se aferraron a sus negocios.

Quedé como guardián de la familia. Quizá me convertí, sin quererlo, en el nuevo hombre del jardín. Paseaba en bata por este, observaba las flores y el césped crecido. Si bien, la noticia de un ser similar a mi hijo, muy antiguo, que quería conocernos, o al menos lo requería, me impactó. Sin embargo lo más impactante del suceso fue observar sus modales privilegiados, su sonrisa amable y escuchar su historia. Apoyé moralmente a ese hombre durante algunos días, comprendí su ansia de tener una familia porque yo también quería tener una. Por eso cuando apareció poco después en mi jardín, conociendo de improviso a mi hija Morrigan nacida del vientre de Mona, permití que se la llevara. Decidí que nadie mejor que él comprendería a esa mujer agreste y decidida, perfumada con las hormonas y la belleza de una mujer de su pueblo, su tribu, su raza... Merecía conocer sus orígenes y bailar junto a él eternamente.


Me convertí en un padre que dejaba irse a su hija, en un marido que no podía consolar del todo a su mujer, en un tío que tan sólo podía asegurar a su sobrina que todo saldría bien de algún modo, y en un hombre en una familia cuyas mujeres son fuertes, persistentes, autónomas y a la vez están derrumbadas porque el amor, la salud o simplemente sus sueños se esfuman demasiadas veces.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt