Michael siempre me parecerá un hombre sensato, bondadoso y fuerte pese a todo.
Lestat de Lioncourt
Todo lo que sueñas se puede convertir
en tu gran enemigo. Un hermoso sueño puede reflejar una terrible
historia y convertirse en una truculenta película de terror
demasiado real, angustiosa y peligrosa para toda la familia. Jamás
creí que sería un hombre aterrado, igual que un niño, mientras
intentaba aparentar fortaleza porque las mujeres de mi vida, sobre
todo las mujeres, necesitaban de mi apoyo.
Tía Vivian jamás pensó que mi vida
se fuese a tirar por la borda de ese modo, aunque se sintió aliviada
cuando dejé de compadecerme e intentar conquistar a la mujer que me
salvó la vida. Ella obedecía al más puro instinto maternal, algo
que incluso poseen las más despiadadas criaturas de la naturaleza.
Para mí siempre ha sido mi madre, pues la mía era desnaturalizada y
adicta a la bebida como única solución para sobrevivir. Mi padre
era un bombero irlandés, no podía darle la vida acomodada y de
lujos que ella pretendía tener, y por eso mismo se hundió. No le
importó el amor que el profesaba día a día. Cuando quedé
huérfano, pues primero murió él en acto de servicio y después
ella debido a sus enfermedades, mi tía Vivian se convirtió en la
mujer más importante de mi vida hasta la irrupción de Rowan.
Mi mujer, Rowan Mayfair, me necesitaba.
Había sido secuestrada por un monstruo terrible que ambos habíamos
engendrados. Un ser cuya procedencia desconocíamos. Tenía una
genética asombrosa, una capacidad absurda para crecer y desarrollar
su cerebro. Si bien, eso no le sirvió de nada. Ni su alma torturada,
ni su prodigiosa mente o su belleza lograron evitar no ser asesinado
por mis propias manos.
Mona Mayfair, prima de mi mujer y
demasiado joven, era tierna pero no inocente. Tierna porque aún
creía firmemente en un mundo mejor, en un futuro más digno. Si
bien, tenía una forma arrolladora de conquistar aquello que deseaba
con las armas de una mujer atractiva, poderosa e inteligente. Era muy
precavida, pero como todos cometió un fallo. El fallo fue
enternecerse demasiado entre mis brazos, permitir que cayera en la
infidelidad entre sus jóvenes muslos y aceptar mi simiente como
semilla de una vida igual de grotesca que la que introduje en Rowan.
Ella me necesitaba. Necesitaba consolarla y asegurarle que el
monstruo que venía no sería igual que Lasher.
Después estaba Beatrice Mayfair,
también pariente de ambas, que perdió el nuevo amor de su vida
horas después de su boda. Fue horrible. La mujer quedó destrozada
al enviudar por segunda vez y de ese modo. Aaron era un hombre de una
organización secreta de profesionales dedicado al estudio e
investigación de fenómenos parapsicológicos. Una organización que
estaba tras los pasos del monstruo que engendramos en su anterior
vida, paso por la muerte y segunda oportunidad truncada por mi
martillo.
Ryan, Pierce y el resto de hombres de
la familia tomaban las noticias con mayor entereza. Estaban más
familiarizados de algún modo con la muerte, sobre todo desde que la
mujer de Ryan, madre de Pierce, feneciera a manos del animal salvaje
que surgió de entre las piernas de mi mujer. Ese dichoso Taltos,
porque así se llamaban realmente, destruyó sus vidas pero se
aferraron a sus negocios.
Quedé como guardián de la familia.
Quizá me convertí, sin quererlo, en el nuevo hombre del jardín.
Paseaba en bata por este, observaba las flores y el césped crecido.
Si bien, la noticia de un ser similar a mi hijo, muy antiguo, que
quería conocernos, o al menos lo requería, me impactó. Sin embargo
lo más impactante del suceso fue observar sus modales privilegiados,
su sonrisa amable y escuchar su historia. Apoyé moralmente a ese
hombre durante algunos días, comprendí su ansia de tener una
familia porque yo también quería tener una. Por eso cuando apareció
poco después en mi jardín, conociendo de improviso a mi hija
Morrigan nacida del vientre de Mona, permití que se la llevara.
Decidí que nadie mejor que él comprendería a esa mujer agreste y
decidida, perfumada con las hormonas y la belleza de una mujer de su
pueblo, su tribu, su raza... Merecía conocer sus orígenes y bailar
junto a él eternamente.
Me convertí en un padre que dejaba
irse a su hija, en un marido que no podía consolar del todo a su
mujer, en un tío que tan sólo podía asegurar a su sobrina que todo
saldría bien de algún modo, y en un hombre en una familia cuyas
mujeres son fuertes, persistentes, autónomas y a la vez están
derrumbadas porque el amor, la salud o simplemente sus sueños se
esfuman demasiadas veces.
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