Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 3 de febrero de 2017

Orgullo

Magnus... oh, Magnus...

Lestat de Lioncourt 


Muchos creen extrañamente que sólo se puede tener orgullo hacia un hijo cuando este nace de tu vientre, es parte de tu genética o has convivido con él durante años. Para mí no fue fácil abandonarlo después de unas horas. Estaba maldito. Me encontraba terriblemente enajenado. Creía firmemente que tras realizar aquella proeza debía desaparecer. Mi nombre es Magnus y mi hijo es Lestat.

Durante décadas busqué la forma más apropiada para ser inmortal. Nací deforme y feo, como si fuese Quasimodo, pero sin campanario ni Víctor Hugo tras mis desgracias e infortunios. No era bienvenido en una sociedad donde siempre la belleza física ha sido de lo más apremiante. Mi intelecto y conexión con los espíritus no valían. Era un monstruo y merecía la muerte. Era un pecado andante. Mi familia pronto me abandonó. Mi vida era huraña y me comportaba como un animal salvaje. Mi actitud agreste se evaporaba cuando una hermosa criatura llamada Rhoshmade me invitaba a su casa, me sentaba cerca de la hoguera y exigía conversar frente a un hermoso ajedrez tallado por un gran artesano.

Quise ser inmortal. Como he dicho era mi gran deseo. Pensaba que si lo era, si lograba vivir y triunfar, tendría el miedo de todos aquellos que me trataban como si fuera escoria. Me equivoqué. Secuestré a Benedict porque Rhoshmade me negó tal favor. El muchacho era joven y apenas pudo resistirse a mis triquiñuelas. Una vez convertido en vampiro empecé a deambular y acabé creyendo en las mentiras de un hermoso muchacho llamado Armand.

La Secta de la Serpiente fue mi hogar. Rendía tributo a Satanás y creía que todo lo que hacía era por el bien. La maldad es necesaria para apreciar la bondad, los buenos actos y, por ende, a Dios. Miserable y estúpido. Sí, eso era yo.

Después de varios siglos busqué la forma de mejorar el mundo y destruir dicha religión. Quería alguien hermoso, fuerte, valeroso y que no tuviese miedo a quebrar normas. Durante años me dediqué a secuestrar a muchachos hermosos que me hubiese gustado ser. Rubios, robustos, sanos, de ojos azul con tonalidades violetas y grises, de encantadora sonrisa, altos y con una presencia arrolladora. Si bien, cuando los convertía se transformaban en algo similar a zombies o mediocres lloricas.


Oh, pero ese muchacho. ¡Ese Matalobos! Ese noble proveniente de un pueblecito en las montañas logró lo que ningún otro. Se ha convertido en una leyenda. He creado un monstruo perfecto. La belleza de Lestat es arrolladora, pero no sólo la física. ¿Cómo no puedo estar orgulloso de él? ¡Si cuando me di cuenta que era un fantasma he seguido muchas de sus pericias! No abandoné este mundo, sino que me aferré a él sólo para contemplar como lograba destruir la Secta de la Serpiente, las normas baratas que otros le imponían y asumía riesgos. ¡Oh! ¡Dios mío! Creo que estoy más orgulloso de él que su propia madre.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt