Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 2 de febrero de 2017

Talamasca

David es un ejemplo de hombre de acción.


Lestat de Lioncourt


Supongo que con el paso de los años las experiencias se acumulan en un pequeño desván. A veces sólo terminan cubiertas de polvo, dañadas por la humedad de nuestras viejas lágrimas y destrozadas porque las queremos eliminar y a la vez no sabemos como. Para mí la vida que tuve en Talamasca jamás pude desecharla, pues había logrado hacer a parte del hombre que era. Ese hombre que estaba ahí de pie observando las ruinas de una raza que se había alzado mil veces y arrodillado, que no caído, otras tantas.

Cuando era un niño me permitía jugar con amigos interesantes, los cuales me contaban historias muy extrañas y secretos que los adultos no querían trasmitirme. Eran fantasmas, espíritus y seres de otra dimensión que cruzaban a mi vivienda, se personificaban y me ofrecían consuelo en una mansión demasiado grande, antigua y sofisticada para un niño. Carecía de hermanos, mi madre había muerto cuando tenía pocos años y mi padre me educó de forma estricta.

Me convertí en el joven rebelde e impulsivo que muchos conocieron, ese que se aproximó a Talamasca para comprender mejor sus poderes y a la vez se deshizo de la idea, o más bien de la invitación, por recorrer la selva con unos pocos guías, unos buenos rifles y algunas provisiones. He comido serpiente, lagartos y animales que he capturado sólo por supervivencia. No me ha temblado el pulso para matar a un animal salvaje que quería despedazarme. Pero también he tenido cierto reparo ante la vida de otros.

Llegué a ser director de la Orden de la Talamasca. Un hombre importante en la organización. Era, sin lugar a dudas, en quien más confiaban todos. Los Ancianos confiaban en mí. Tenía correo todos los días explicándome la situación de algunos misterios sin resolver, que estaban siendo olvidados por algunos investigadores o habían quedado sin que nadie los revisara. Daba órdenes rápidas a los jóvenes, ofrecía información a estos y les ayudaba. Ayudé a formar a gran cantidad de novicios, entre ellos Merrick Mayfair, Jesse Reeves o Yuri Stefano. Con Yuri y Merrick tuve la colaboración de mi mejor amigo, el ser que mejor me conocía, Aaron Lightner. Aún lloro su muerte. Me siento un infeliz por no haber ido a verlo en sus últimos momentos, pero todo fue demasiado repentino. Ni siquiera fui a la boda con su amada Beatrice Mayfair.

El misterio siempre ha formado parte de mi vida, así como la aventura. Desde que conozco a Lestat he cambiado mi cómodo despacho por junglas, selvas tropicales, ciudades atestadas de almas, cruceros y viajes por carreteras solitarias. Tal vez del mismo modo que dejé de ser un anciano a ser un joven anglo-indio. Mi piel tostada, mis ojos oscuros, mi prominente estatura y la energía que derrocho se la debo a una aventura intensa contra un viejo miembro de la orden. Raglan James terminó muerto, yo terminé siendo un vampiro. Pero no ha sido la única aventura, ni la única narración, ni el único inmortal que conozco y supongo que jamás llegará a su fin.

No obstante, había algo que no encajaba. No lograba encontrar los orígenes de Talamasca. Me sentía confundido, absorto por los vínculos que había con criaturas que incluso yo desconocía, y dolido. Sí, dolido. Los hombres y mujeres que habían dado su vida por investigar no eran despedidos en sus últimos momentos por ninguno de los Anciano. Ni uno solo. Aquello era terrible. Sentía que nos despreciaban. Ahora lo sé. Lo sé con exactitud.

Digamos que la orden fue fundada por un vampiro milenario que fue Dios de los Árboles y creador de Marius, el fantasma de una bruja que terminó siendo vampira y asesinada por la estupidez humana, y un espíritu que se propuso cambiar el mundo gracias a los consejos de Pandora. Ellos hace mucho tiempo se unieron para poder investigar sobre el propio Amel. Hicieron un pacto y buscaron hombres y mujeres extraordinarios, les dieron un hogar y conocimiento, así como también dinero para la investigación y manutención. Se convirtieron en mecenas del misterio.

Debería decir que me sorprende, pero no. Algo ocurría. Llegué a pensar que era un club secreto de espíritus que usurpaban el cuerpo de jóvenes hasta el final de sus vidas, haciéndolos trabajar para mediar entre el hombre y el otro lado. ¿No es un tanto más descabellado? Absolutamente sí.


En estos momentos estoy en la jungla, frente a lo que fueron las ruinas del templo de Maharet, observando como Jesse coloca un pequeño ramo de flores en un monolito que recuerda a Khayman, Maharet, Mekare y todos los que tuvieron que sufrir para que abriésemos los ojos, despertáramos y comenzáramos a unirnos. Supongo que las aventuras comienzan de nuevo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt