Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 14 de abril de 2017

No abras - FINAL

Cuando llegó el viernes, justo el viernes santo, me senté en aquel sillón a solas. No había nadie más en la radio. Pedí que me dejaran a solas con el micrófono, aunque sentía a Amel algo inquieto. Íbamos a dar una pequeña lección a todos los oyentes, o al menos a quienes desearan quedarse a escuchar, para que la verdadera humildad se removiera en las conciencias que aún quedaran, por mínimas que fueran, deteniendo así el estallido de odio, violencia y rechazo. Teníamos que levantarnos.

Miré el micrófono y me coloqué los auriculares donde podría escuchar a la perfección a Daniel Molloy desde la cabina. Él sería el encargado de darme paso y de ofrecerme soporte técnico, pero en aquellos reducidos metros de aquella emisora, la cual se difundía por Internet casi al instante, sólo estaba mi alma mezclada con el ser que se hallaba en cada uno de nosotros, ese que nos hacía hermanos de Sangre y destino.

Tras un incómodo silencio, de apenas unos segundos, comencé a hablar. Tenía un tono de profunda consternación, pero a la vez poseía matices de esperanza. ¿Por qué iba a hacer aquello si carecía de ella? Tenía esperanza y mi esperanza era muy valiosa. Jamás me rendía y no podía permitir que el mundo entero se postrara ante ese sentimiento de indefensión y pérdida.

“Queridos hermanos y hermanas...

Me dirijo a vosotros sin importarme cuál sean vuestros orígenes, raza o lugar en esta vida. No me importa si sois huraños por naturaleza o porque así lo decidió alguien más. Os hablo de todo corazón e intentaré ser lo más conciso posible. Sé que son tiempos duros. Aún hoy nos estamos adaptando a la verdad que os he ofrecido en una de mis últimas aventuras, así como en las restantes que irán apareciendo con el paso de los años. Estoy aquí para todos vosotros, para cumplir mi misión en este mundo cada vez más perverso. Ya poco queda del jardín salvaje que una vez observé, aunque los fallos son los mismos pero multiplicados por millones.

Desconozco si todos habéis leído “Memnoch el Diablo”. No soy vuestro profesor de literatura para obligaros a ir a una biblioteca, librería o aplicación de móvil para descargar la dichosa obra o encargarla por Internet. Ahora todo es más fácil, ¿no es así? Podemos acceder a la información que está al alcance de nuestras manos. De hecho, y muy posiblemente, la mayoría está escuchándome desde una de esas aplicaciones para emisoras de radio.

Todo está al alcance de un pequeño click, movimiento de dedos sobre una minúscula pantalla o simplemente ante las emisoras nacionales o internacionales. Y ya no sólo de radio, también de televisión o prensa. En mi época la prensa tardaba semanas en hacerse eco de lo ocurrido en otros países. Por no decir meses o años. Las revistas científicas no existían y los periódicos no estaban al alcance de la mayoría. Por así decirlo, todos ansiábamos saber leer y escribir, pues sabíamos que era la puerta a otro mundo, pero carecíamos de oportunidades de ir a educarnos. Sin embargo, cuando tuve estos increíbles poderes pude apreciar un buen libro, deleitarme con una poesía y leer algunas obras de teatro que me parecieron sobrecogedoras tanto como en los escenarios. Lloré leyendo algunas obras que se consideraban prohibidas y me empapé de la supuesta historia que poseíamos los vampiros allí donde me movía. Amé la cultura, amé la educación privilegiada que estaba asumiendo.

Mi madre siempre intentó que me interesara por averiguar qué había más allá de mis narices, leyó para mí hermosos poemas y me indicó qué libros debía leer desde que comprendió que era capaz de leer, escribir y asumir nuevos idiomas con una velocidad de aprendizaje pasmosa. Desde entonces y hasta ahora la cultura ha cambiado mucho. Como he dicho podéis acceder rápidamente a cualquier aplicación y adquirir periódicos, canales de noticias, libros, obras de teatro y cine. ¡Oh! ¡El cine! Ha hecho grandes cosas y otras horribles, como destrozar películas, ¿no es así? Pero ha asumido el riesgo de hablar de guerras y violencia. Tal vez por eso nos hemos insensibilizado, ¿no?

La violencia es el pan de cada día en nuestra cultura. Ya no se ve como una tragedia, sino como un ritual habitual. La ambición de los más poderosos llevada a la pantalla es inferior a la real que vivimos a diario. Nos levantamos saturados de odio, ira, indignación y luego nos adormecen hablándonos de lo magníficos que son los grandes supermecados, que debemos ser consumistas para que las industrias funcionen y malgastemos nuestro tiempo de vida en objetos que no necesitamos. Os dicen que los móviles quedan obsoletos en menos de un año, os inculcan que la ropa debe ser barata porque las modas duran poco y no pensáis de dónde sale tanto desastre. El medio ambiente muere a pasos agigantados, las guerras por petróleo, ingrediente fundamental en esta sociedad más allá de alimentar los motores de los contaminantes vehículos que tanto amamos, se suceden y os dicen que es en nombre de un Dios y de la libertad misma. Mienten, mienten y mienten.

Habláis de terrorismo radical islámico, pero olvidáis las víctimas por atentados a manos de judíos o cristianos. Señaláis al “diferente” como culpable de hurtos sólo por tener un color distinto de piel, pero quizá ni siquiera ha sido él. Veis cargas policiales en manifestaciones y es tan “normal” que ni os eriza el vello de la nuca. Asumís que las muertes de niños, ancianos, mujeres y hombres jóvenes es normal en una guerra. Creéis que las guerras son de hace cinco o seis años, cuando estas se iniciaron justo en la Segunda Guerra Mundial. Porque sí, en algunos países esta jamás desapareció y prosiguió acallada para que los demás durmierais cómodos en vuestras camas, sintiéndoos seguros, y creyendo que habíais salvado el mundo.

Volviendo al libro que os mencioné... ¿Recordáis el Sheol? El lugar donde las almas purgaban sus penas y buscaban una “absolución” a sus malas conductas. Allí lloraban soldados de ambos bandos aferrados unos a los otros, asumiendo que habían hecho un mal innegable, sólo porque hacían lo que otros les dijeron que estaba bien. Esos sois vosotros. Sois solados de las multinacionales que os dicen qué pensar por medio de los gobiernos. No os movilizáis lo suficiente, pues es demasiado cómodo quejaros en redes sociales y echarles las culpas a otros.

Aún dividís. Dividís en géneros, promulgáis machismo encubierto en “feminismo radical”, hacéis propaganda racista al decir que “como son musulmanes...” y no sabéis siquiera diferenciar verdad de manipulación. Os alimentan con odio, rechazo, blasfemias y muchos lo solventáis cantando saetas a figuras que Dios mismo exige que no construyáis. El racismo está cada vez más en boga, aunque se camufla con la consigna de “nosotros primero”, ¿quiénes sois vosotros? Somos una mezcla. No hay un pueblo que sea cien por cien originario del lugar donde “nacen” sus ciudadanos. Las banderas, las fronteras y los muros son política. Política de ricos para dividir a los demás.

Detened esta locura. Salid a las calles y exigid responsabilidades por las armas vendidas a unos y otros para masacrarse. Esto no es el inicio de una Tercera Guerra Mundial, es la Segunda Guerra Mundial avivándose de nuevo. Dejad de denigrar a vuestras mujeres, pero también a vuestros hombres. Mostrad vuestros sentimientos más honorables sin tapujos, sobre todo a vosotros los “machos” que debéis asumir que sois más “fuertes” mostrando quienes sois que ocultando todo en un machismo desproporcionado. Sois iguales sin importar vuestro género, sexo o sexualidad. Dejad de insultar y vejar a transexuales, bisexuales, lesbianas, gays, intersexuales o pansexuales. Dejad eso. Unid vuestras manos sin importar el color de piel, el lugar de nacimiento, la cultura o el acceso a educación. Gritad sin importar el idioma que tengáis o que conozcáis. Gritad unión. Somos Tribu. No hay “nosotros y ellos”. Hay un simple nosotros. Nosotros tenemos que asumir la paz, el amor y la libertad por encima del odio, el miedo y la desesperanza.


No importa si me escuchan dos o tres personas, si sólo una es quien acepta este mensaje, pues al menos sé que he hecho lo correcto. Al menos he avivado la conciencia de alguien que hacía años que no la usaba.”

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt