Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 5 de agosto de 2017

Mi hombrecito

Armand siempre amará a Benji, pues es para él "su hombrecito". Digamos que le ocurre lo mismo que a mí con Rose y Viktor. 

Lestat de Lioncourt

Se había quedado dormido sobre mi hombro y no pude evitarlo. Con cuidado moví su cuerpo para que quedase su revoltosa cabellera oscura sobre mis muslos, le arrebaté el sombrero y me lo coloqué con la misma soltura y elegancia que él lo hacía, para luego comenzar a peinar sus rizos. Eran rizos gruesos, de pelo suave, que parecían no tener fin. Su rostro amable, tan aniñado, me recordaba lo que una vez fue y no pudo disfrutar. Era un niño sin inocencia cuando lo encontré de forma poco usual. Ni él ni Sybelle podrían siquiera imaginar que monstruos como nosotros existían entre los humanos, pues éramos seres fantásticos de pomposas novelas o estúpidos libritos para adolescentes. Ahora era un miembro importante de la Tribu, como ahora llamamos al vínculo que tenemos entre todos nosotros, y posee gran fama, respeto y admiración entre los humanos.

Todavía quedaba al menos una hora para que cayese como él en la inconsciencia. Era demasiado joven para durar hasta el amanecer, por ende se había quedado dormido mientras conversábamos sobre el futuro de nuestro mundo. Eleni se había marchado ya a su cripta, Antoine y Sybelle habían decidido volver a la corte de Lestat, y nosotros estábamos solos. Killer nos había visitado, pero sólo para hacernos llegar un mensaje de Gregory por parte de Davis. Louis decidió irse a Nueva Orleans, pues de vez en cuando necesitaba revolcarse en los recuerdos para sentirse él mismo. Estábamos solos. Solos él y yo y una mansión enorme en mitad de la “Gran Manzana”.

Decidí incorporarme y tomarlo entre mis brazos, para luego caminar despacio por las diversas galerías subterráneas hasta lo que se podía considerar su cuarto, su cripta, su lugar de descanso y refugio de otros. Tenía una cama inmensa, mullida y agradable, así como decenas de estanterías cargadas de libros y numerosos aparatos tecnológicos que ocasionalmente usaba en su programa de radio.

Al recostarlo desabotoné su camisa, saqué sus jóvenes brazos de las mangas y lo dejé sin ella. Luego hice lo mismo con sus zapatos, calcetines y pantalones. Despojé su tierno cuerpo de las ropas de calle que solía usar con la elegancia de un hombre de algo más de treinta años, la suma que realmente debía tener y no demostraba, y por último busqué su pijama de franela.

Me quedé mirándolo embelesado. Aunque discutíamos, pues éramos de épocas y pensamientos distintos, nos adorábamos. Para mí era duro verlo y sentir que había crecido. El tiempo vuela cuando eres inmortal y a veces te decepciona. A mí me han decepcionado muchos, pero no él. Incluso me he decepcionado yo mismo al creer fervientemente en un Dios, con su causa y sus justificaciones, porque necesitaba pensar que alguien me castigaría por todos los actos violentos que he cometido. Desgraciadamente he vuelto a una senda nihilista con respecto a la religión, así como con algunos grupos de humanos y vampiros, pero aquí estoy. Sigo vivo, sigo pensando, sigo soñando y sigo amando a criaturas como él.

—Ah... si te hicieras una pequeña idea de cuánto te amo...—dije antes de besar su frente y marcharme.


Aquella mañana me pareció más fría que nunca. Había estado en los brazos de Marius, pero este había decidido abandonarnos una vez más. La casa estaba muy silenciosa, el mundo parecía un caos allí fuera, y yo presentía que algo malo iba a ocurrir.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt