Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 29 de septiembre de 2017

Demonio

—Soy el diablo.

Insistió una vez más. ¿Cuántas veces me había visitado al filo de la madrugada? Entre el día y la noche, justo en ese preámbulo, intentando que lo siguiera como si fuese el único camino hacia la felicidad. ¿Tal vez unas mil? Cada pocas semanas se acercaba y susurraba versos que me recordaban a los poemas de Baudelaire. De hecho, era muy similares a “Las flores del mal”.

—Sé quien eres y no eres precisamente el diablo—respondí con una leve sonrisa mientras me acomodaba en mi ataúd.

—¡Falso! Crees saber quien soy.

La cólera dominaba su voz esta vez. Estuve por decir su verdadero nombre, pero me mordí la lengua. Amel me había hablado de él y sabía que no era quién decía ser, aunque era fuerte y podía ser peligroso.

—Amel te recordó—susurré regodeándome.

—Amel siempre ha sido un imbécil—chistó.

—No niegas que lo conozcas—dije arqueando mis perfectas cejas doradas.

—Fue una criatura viva, por ende lo conozco—intentó mentirme, pero no le era posible.

—Falso de nuevo. Fue una criatura viva, pero no le conoces sólo porque lo observaras.

En mi última aventura todo se desveló. La escasa venda que quedaba en mis ojos cayó a mis pies y se convirtió en un humo fácil de despejar. ¡Ajá! ¡Ahí apareció su verdadero nombre, su historia y todo lo que había logrado a base de engaños! Sí, los mismos que un demonio. Magnus había caído en su trampa y estuvo a punto de quedar cautivo, pero alguien lo salvó. Muchos seguían presos de la locura, de su perfecto infierno creado para convertir en miserable la vida de otros y alimentarse así del sufrimiento.

—¡Debes creerme!—vociferó.

—Nunca—dije tras una fresca risotada.

—¡Me vengaré!


—Aquí estaré esperando tu venganza—dije tras comprobar que se había marchado dejándome de nuevo a solas con mis pensamientos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt