Dark City - capitulo 9 -Días precipitados, demasiado precipitados IV

-Ese es el punto, que no dejes de entrar en mi.-balbuceó al sentir aquellos giros lentos. Bajó su mano hasta mi entrepierna para rozar mi sexo suavemente sus dedos, pero después terminó por atraparlo con firmeza.-Atsu...-jadeo entrecerrando los ojos.-Give me chokoreto.

Reí bajo al escuchar aquello, era la palabra clave que usábamos para que nadie supiera que me necesitaba. Toll al final supo y no paró de golpearme hasta decirle que íbamos en serio. Me incliné sobre él lamiendo su sexo, deleitándome, como él había hecho con el mío. Quería sentir como se estremecía y como robaba más. Mis dedos se hundían en él, eran dos, y de forma que cada vez que giraban lo hacía en su próstata. Al final los retiré y entré de una vez, de forma salvaje y terminé por moverme enérgico y bien profundo. Busqué sus labios para hundirme en ellos, desesperarme en ellos, agarrándome de sus hombros.

-Uta.-jadeaba una y otra vez próximo a su boca.

-Atsushi.-casi gritó al notarme su dueño mientras enredaba sus piernas en mi cadera, lo hacía para sentir mejor las embestidas. Me abrazaba desesperado sin dejar de balbucear cuanto me amaba. -Más Atsu, más.-rogó clavando por un instante sus dedos en mi espalda.-Rómpeme.-susurró bien pegado a mi oído.

Esas piernas tan perfectas rodeándome, anclándome a él, me daban ánimos para destrozarlo como me pedía. El ritmo era intenso, acababa de salir del hospital pero ese ajetreo ni por asomo me hacía doler el pecho... era mínimo para la tensión que había sufrido.

-Neko.-jadeé mordisqueando su cuello.-Mi Yutaka.-susurré lamiendo su cuello sin cesar, quería tener su sabor en mi boca.

No aguantó demasiado a ese ritmo y tan tantos años sin sentirme dentro de él. Era como si su primera vez volviera a pesar de nuestros otros encuentros. Estaba completamente perlado de sudor, ardía.

-¡Más Atsu! ¡Más! ¡Me vengo! ¡Atsushi!.-gritó antes de besarme apasionadamente para en menos de lo previsto, sin más, acabar.

Ese rostro de paz tras la liberarse de esa forma era lo que me motivó a terminar, además de la prisión que sentí entre sus piernas.

-¡Uta!-grité antes de morder su cuello y rellenarlo.

Pero no me conformaría con una vez, quería un segundo y si podía ser estar así toda la noche. No quería dejarlo escapar, sería nuestra última vez... aunque estaba seguro de que él pensaba... era algo más.

-Te amo Atsu.-dijo algo más tranquilo mientras me abrazaba y permitiéndome recostarme sobre él.

-No pienso moverme de tu lado, no hasta verte agotado por completo.-dije mordisqueando su cuello una vez más, lamiendo ese sudor que lo perlaba por completo y acaricia su vientre.-Uta.-susurré abrazándolo, pegándolo a mí.-Te amo, no pienso irme de tu lado. No quiero irme de aquí.-estaba afectado por el sexo, las imágenes de juventud y todo lo que había recreado para mí.

Se puso a llorar en mis brazos. Me abrazaba rodeándome, buscando que mi piel se fundiera de nuevo con la suya.

-¿Entonces no te casaras con él? ¿Lo harás conmigo verdad? ¿Verdad?-preguntó mirándome a los ojos.

Mis palabras no iban en ese sentido, las suyas me despertaron y me llevaron a la realidad. Pude ver sus ojos ilusos clavados en mí y yo no quise romper su sueño. Era su noche, la siguiente seguramente su tortura, pero era la noche de un condenado a muerte, por así decirlo, así que no añadí más dolor y tan sólo besé sus labios secando sus lágrimas.

-Me quedaré contigo, aquí.-no podía soportar esos ojos, no quería ver el daño que le haría despertarse y no verme.-Disfrutemos de la noche.-dije recostándome sobre él, besándolo y abrazándolo con desesperación.

-Sí quieres podemos ducharnos para después disfrutar del vino Barolo que pedí para esta ocasión.-acariciaba mis cabellos y mis brazos, esas caricias que tanto me gustaban.-Sé que es tu favorito, por eso lo pedí.-deslizó sus manos por mi espalda y besó mis hombros, algo que me estremeció.

-No.-susurré agarrándolo bien de las caderas, pegándolo más a mí.-Quiero seguir.-murmuré besando su cuello, mordiéndolo y dejando una buena marca. Sería la última, no quería decirle la verdad porque a mi me dolía. Le deseaba, le necesitaba, aunque amara a otro. Sé que suena extraño, pero era de ese modo.

-Podemos seguir.-dijo tras una risa nerviosa.-pero realmente Atsu, quisiera ducharme... ¿No se te antoja ducharte conmigo?-me besó entonces de forma tierna, como haría una dulce esposa tras un duro día de trabajo. Él era perfecto para ser mi marido en ese sentido, no preguntaba donde iba y me daba todo sin derramar una lágrima. Pero a mi me entusiasmaba la bravura de Phoenix.-Anda, vayamos a ducharnos.-sus ojos eran la personificación de la inocencia y yo se la robaba con cada mentira.