Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 1 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XXV)

Esta edición me gusta por el simbolismo.


Debía cuidarlo más que nunca, estar a su lado y hacer que se recuperara lo antes posible. Quería casarme de nuevo con él, hacer pequeños viajes con nuestro hijo y terminar mis días a su lado. Eso es lo que debía hacer, pero bien sabía yo que siempre terminaba destrozándolo todo.

No tardó demasiado en quedar dormido, así que yo me dediqué a cuidar al pequeño. Tomé a Jun en brazos, ya que estaba despierto, y me di un baño con él. Él jugaba tranquilo con aquel pato de goma, parecía enloquecerle cualquier cosa con colores chillones y ruido. Días atrás tuve que comprarle una guitarra de juguete, intentaba imitar los movimientos de un cantante de rock en la televisión. Vivir su infancia como la de Hizaki era un deleite. Descubría gestos de él que días atrás no hacía, cosas que captaba de los dibujos o cuentos de trapo que tenía. Era un niño feliz, eso decía el pediatra. Un niño que no quería que creciera, deseaba verlo como un bebé eterno y que dependiera de mí viéndome como un héroe.

Tras el baño fuimos a su dormitorio. Dejaba que él escogiera su ropa, sus complementos y cualquier cosa que quisiera ponerse. Le mostraba la ropa y se la ponía ante él en su pequeño espejo. Era coqueto, eso lo había tomado de mi pareja y de Jasmine. Claro, que pensándolo bien todos lo consentían y aplaudían su carácter. Lo abrigué un poco cuando terminó de elegir. El gato apareció en la habitación maullando, observándonos fijamente. Siempre le huía, temía sus jalones y abrazos excesivamente efusivos.

-¡Ato!-gritó tambaleándose e intentando correr tras él, pero terminó gateando y yo tomándolo en brazos.

Salimos al jardín, decidí que debía de darle un poco el sol. Era media tarde, no hacía frío, y caminé con él adentrándome por la gran extensión de terreno que poseíamos. Preguntaba por todo, señalaba cualquier brillo que veía en la lejanía. Me sentía muy orgulloso de él, y sé que Hero también lo estaría.

-Atsushi.-escuché la voz de mi pareja mientras caminaba hacia nosotros. Estaba en bata, con el cabello revuelto y una leve sonrisa dibujada en sus labios.

-¡Mami!-gritó estirando sus brazos. A pesar de esa forma de llamarle Phoenix no podía evitar abrazarlo y besarlo. Cuando creciera se daría cuenta que era algo distinto a los demás, que tenía dos padres y no había más.

-A ver cuando le enseñas a decirme papi, me chirrían los oídos cuando escucho su mami.-dijo antes de besar sus manos y sonreír al ver como jugueteaba con el colgante que le había regalado hacía tiempo.

-Cuando crezca un poco más se dará cuenta que ni tienes pechos ni eres una mujer, simplemente son cosas que él ve y que piensa que es así. No puedo ponerme a debatir con él científicamente porqué no eres mami, sino papi. Es un niño Phoenix, no intentes encontrar en él que razone.-caminé junto a ellos entrando en la casa.

Hubiera pagado todo lo que poseía en ese instante por congelar el tiempo. Quería mantener esa paz, deseaba poder deleitarme con todo lo que tenía. La charla con Kamijo y el descubrimiento de que sanaba era demasiado importante, tanto como para seguir pensando que la vida es maravillosa como hacen los niños.

En la comida empezamos a discutir sobre quién invitar a la boda, sobre las invitaciones. Había aceptado la presencia de Taylor, también él aceptó mi petición de no ser más de veinte personas en el evento. Así que mientras Jun jugaba con guitarra a ser un gran rock star, nosotros nos dedicábamos a escribir las invitaciones. No gastaríamos dinero en trajes, iríamos formalmente vestidos como cualquier día de salida normal, y tampoco en postres o cenas. Tan sólo sería una reunión de amigos, aunque amigo no era ni por asomo ese maldito mafioso, y nada más.

Cuando cayó la noche llamé a Hizaki, quería saber como estaba él y como estaba el pequeño. Yue me preocupaba, temía que apareciera de la nada y les dañara. También, por supuesto, me preocupaba por Olivier. Era un jovencito agradable, frágil y sin duda con mucho talento. Meses atrás nos invitó a un evento, su colección inspirada en mi hijo, y me demostró porqué su nombre resonaba con fuerza en las pasarelas. Mi hijo me tranquilizó cuando dijo que tenían sistema de alarma, también que Kamijo se había encargado de lo demás. Lo demás eran matones de los suyos apostados en toda la calle, tan sólo un par más de lo que usualmente tenía mi hijo. Ya habían difundido su fotografía, no era sólo del amiguito de Megumi de quien tenían que encargarse.

Me fui tranquilo a la cama. Aunque los sueños fueron extraños. Mi hijo tenía sueños premonitorios, pero yo no poseía de esa capacidad. Mi madre poseía también de esa cualidad. Si bien, quizás debía tener en cuenta ese sueño como un aviso. Phoenix me abandonaba tras un fugaz encuentro con Yutaka, mis esfuerzos en conquistarlo para llamar su atención me hacía perderlo todo. No sólo me daba la espalda mi pareja, también mis hijos, Clarissa por supuesto y todo el mundo. Quedaba solo, moría solo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt