Arjun quiere compartirnos como es la amistad con Flavius. ¡Me encanta cuando dos inmortales se llevan bien!
Lestat de Lioncourt
Había oído sobre aquel nombre de los propios labios de
Pandora. Ella parecía ensimismada cuando recordaba la época en la cual fue
humana. Aunque no sé si podemos decir que dejamos de serlo gracias a los
recientes estudios del doctor Fareed, el cual logró regresar la pierna a este
hombre. Flavius siempre destacó en los relatos de mi amada creadora. Era como
una figura esencial en un acto teatral que tuvo que finalizar por miedo al
monstruo de la función.
Frente a mí tenía un hombre que rondaba los treinta años, de
rostro limpio de cualquier vello, con los ojos claros apuntando a los míos y
una boca carnosa envolviendo una sonrisa fresca. Su piel era blanca como la
leche, pero no parecía una estatua de mármol. Allí de pie se mostraba humilde
aunque impresionante. Entre sus manos no había libro alguno, pero sabía que era
un amante de la literatura. Conocía bien sus pasiones y sus buenos gustos. Sin duda
el hombre ideal para muchas mujeres, pero que rechazaba a todas porque sus
sentimientos no iban encaminado hacia ellas.
Fue un esclavo. Yo era príncipe. Dos vidas opuestas. Él no
tuvo nada a lo que aferrarse jamás salvo al respeto de su amo. Yo, por el
contrario, me encontraba sumido en una depresión porque las numerosas
responsabilidades me agobiaban. Siempre detesté tomar un arma pues no era
hombre de acción. Yo no deseaba matar a nadie. Flavius no le hubiese importado
matar para sobrevivir, pues era un excelente cazador. Pero ambos teníamos algo
que no poseía Marius y era el profundo respeto de Pandora. Nosotros la
deseábamos libre para pensar y actuar, él la deseaba atada a un estilo de vida
que era impropio ya de cualquier género.
No fue extraño que nos apartáramos para conversar. Él me dio
un abrazo sincero rodeándome con sus fuertes brazos, acariciando mis oscuros
cabellos y diciéndome en tono bajo que era un hombre bueno. Me sentía sucio y
cobarde al haber asesinado vilmente a decenas de jóvenes, quizá cientos,
aquella horrible noche. Pero no era yo sino Amel quien ocupaba mi cuerpo. Todos
lo sabían. Pandora me había perdonado y Flavius parecía compadecerme.
He descubierto en este inmortal a un hermano, un amigo, un
ser excepcional y un gran hombre. Comprendo bien porque Pandora lo transformó
en vampiro para que fuese una leyenda. Alguien como él merecía un premio a su
honradez y lealtad. Podía imaginarlo en la antigüedad con su pierna de mármol y
su pose de erudito abrazándola, consolándola como buenamente podía, mientras
ella sentía el peso del mundo sobre sus hombros. No sentía celos, sino un
profundo afecto y agradecimiento.
Escuchar de labios de Flavius el amor puro y sincero que
tenía hacia Pandora me animó a confesar el mío apasionado, puro y sincero. Hablé
con él de mis largos sueños donde ella tomaba mi mano y bailaba conmigo; pero también
de los poemas que imaginé ocasionalmente y de las palabras que no podía
olvidar. Él reía contándome las historias de los libros que había leído, las
distintas sociedades que había conocido y la sensación que era tener una nueva
pierna. Jamás olvidaré esa conversación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario