Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 8 de julio de 2010

Dark City - Capitulo 17 - Ironías del destino LIII


-Sí, por Emma. Me veo sin Jasmine. Un día llegaré a casa y no estará, creo que por eso estoy siempre en el teatro. Temo ir a casa y que haya desaparecido, que se haya esfumado de mi vida, y que no vuelva.-suspiró cansado.-Pero eso son cuestiones causadas por mi estupidez, por no escucharte y por no escucharlo, ahora no tienen remedio.

No dije nada. No tenía mucho que decir, tan sólo aceptar que él deseara tomar las consecuencias. Me quedé unos minutos junto a él, después me levanté y me marché sin despedirme.

Hacia la salida del lugar iba meditando qué hacer y qué decir. No quedaba demasiado lejos la casa de Yutaka y Max, tan sólo a unos diez o quince minutos en moto. Pero antes de ir tenía que conseguir averiguar qué podía decir ante la noticia y ante ellos. Decidí sentarme en el jardín cercano dejando que la fuente fuera el único murmullo junto a mis pensamientos.

Ir allí sin más presentándome con las entradas y algún obsequio era una locura. Sin embargo, sabía que desearían despejarse y no pensar en lo sucedido. Yutaka era alguien especial para mí, por mucho que Max pensara que sólo me importaba para dañarlo. No debía intervenir demasiado y no sabía como aguantar mis ganas.

Cuando tuve las palabras que creí correctas me marché en dirección a su apartamento. No podía creer aún que el tiempo nos pusiera en una situación parecida. Era un adolescente cuando creía que pasara lo que pasara terminaría a su lado, en cierta forma tenía razón. Sigo a su lado, es mi amigo y no puedo evitar quererlo.

Al llegar a su telefonillo me temblaron las manos. No había comprado nada tan sólo las entradas. Un sudor frío recorría mi frente y la boca se había resecado tanto que casi no podía tragar saliva. Llamé finalmente y quien contestó fue Max.

-¿Sí? ¿Quién es?-preguntó mientras se escuchaba de fondo la televisión.-¿Hay alguien?

-Por favor ábreme.-dije echando hacia atrás mis cabellos, dejando las manos tras mi nuca, estaba demasiado nervioso.-Max sé lo que ha sucedido, necesito verlo.

-Está descansando.-respondió.-No molestes.

-No creo que le haga feliz que seas así de grosero conmigo, te recuerdo que él y yo seguimos siendo amigos.-entonces escuché un pequeño calambrazo como un zumbido y la puerta se abrió.-Gracias.

Subí hacia su apartamento por las escaleras, quería meditar un poco más lo que diría. Cuando llegué a la planta correspondiente la puerta ya estaba abierta y Max me esperaba recargado en el marco de esta.

-Yutaka realmente está descansando.-dijo mirándome con los ojos fríos, como si intentara ocultar su rabia.-¿Qué quieres?

-He sabido lo que ha sucedido, me han puesto en conocimiento de los detalles.-su rostro no mostró asombro, suponía que me enteraría de cualquier forma.-Es extraño porque por un lado quiero darte las gracias por protegerlo, aunque es tu cometido como su pareja, y por otro hubiera deseado tener la oportunidad que tú tuviste.-saqué las entradas y se las ofrecí.-Deseo que lo saques de casa, que se despeje unas horas, y si puede ser con algo cultural y que le evite pensar en todo lo que ha pasado. Seguramente le habrán puesto ayuda psicológica y también tiene la tuya. Pero yo soy su amigo, antes no lo cuidé como debía lo sé. Ahora quiero hacerlo como lo hacen los amigos, preocupándose e intentando dar su apoyo.

-Para mi fue un placer dejar medio muerto a uno de ellos.-dijo mirándome con cierto brillo en los ojos.-Debí haberlo matado.-añadió y luego miró las entradas.-Le diré que nos invitas, pero no esperes que te lo agradezca. Este gesto no quita lo que has hecho en el pasado, no voy a ponerme a decir que eres buena persona por algo como esto.

-Lo sé.-respondí.

-¿Algo más?-preguntó alzando una ceja.

-Si necesita algo, lo que sea, avísame. No me importa ayudar, es más deseo hacerlo. Tanto yo como Hidehiko, Imai o su propio hermano. Todos estamos dispuestos a cuidarlo y ayudarlos.-lo decía con total sinceridad, tal vez por eso no tuve más que silencio. Si no hubiera sido así, si hubiera dudado un segundo, hubiera tenido otra reacción.

-Vale.-dijo metiéndose más hacia su hogar.-Adiós.

-Adiós.

Era la conversación más cordial que habíamos tenido hasta ese momento. Jamás pensé que llegáramos a estar de acuerdo en algo, o al menos tener claro que teníamos que estar apoyándonos por el bien de Yutaka. Creo que ese era el motivo, el único motivo que teníamos ambos para ser cordiales y soportarnos.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt