-Sí, por Emma. Me veo sin Jasmine. Un día llegaré a casa y no estará, creo que por eso estoy siempre en el teatro. Temo ir a casa y que haya desaparecido, que se haya esfumado de mi vida, y que no vuelva.-suspiró cansado.-Pero eso son cuestiones causadas por mi estupidez, por no escucharte y por no escucharlo, ahora no tienen remedio.
No dije nada. No tenía mucho que decir, tan sólo aceptar que él deseara tomar las consecuencias. Me quedé unos minutos junto a él, después me levanté y me marché sin despedirme.
Hacia la salida del lugar iba meditando qué hacer y qué decir. No quedaba demasiado lejos la casa de Yutaka y Max, tan sólo a unos diez o quince minutos en moto. Pero antes de ir tenía que conseguir averiguar qué podía decir ante la noticia y ante ellos. Decidí sentarme en el jardín cercano dejando que la fuente fuera el único murmullo junto a mis pensamientos.
Ir allí sin más presentándome con las entradas y algún obsequio era una locura. Sin embargo, sabía que desearían despejarse y no pensar en lo sucedido. Yutaka era alguien especial para mí, por mucho que Max pensara que sólo me importaba para dañarlo. No debía intervenir demasiado y no sabía como aguantar mis ganas.
Cuando tuve las palabras que creí correctas me marché en dirección a su apartamento. No podía creer aún que el tiempo nos pusiera en una situación parecida. Era un adolescente cuando creía que pasara lo que pasara terminaría a su lado, en cierta forma tenía razón. Sigo a su lado, es mi amigo y no puedo evitar quererlo.
Al llegar a su telefonillo me temblaron las manos. No había comprado nada tan sólo las entradas. Un sudor frío recorría mi frente y la boca se había resecado tanto que casi no podía tragar saliva. Llamé finalmente y quien contestó fue Max.
-¿Sí? ¿Quién es?-preguntó mientras se escuchaba de fondo la televisión.-¿Hay alguien?
-Por favor ábreme.-dije echando hacia atrás mis cabellos, dejando las manos tras mi nuca, estaba demasiado nervioso.-Max sé lo que ha sucedido, necesito verlo.
-Está descansando.-respondió.-No molestes.
-No creo que le haga feliz que seas así de grosero conmigo, te recuerdo que él y yo seguimos siendo amigos.-entonces escuché un pequeño calambrazo como un zumbido y la puerta se abrió.-Gracias.
Subí hacia su apartamento por las escaleras, quería meditar un poco más lo que diría. Cuando llegué a la planta correspondiente la puerta ya estaba abierta y Max me esperaba recargado en el marco de esta.
-Yutaka realmente está descansando.-dijo mirándome con los ojos fríos, como si intentara ocultar su rabia.-¿Qué quieres?
-He sabido lo que ha sucedido, me han puesto en conocimiento de los detalles.-su rostro no mostró asombro, suponía que me enteraría de cualquier forma.-Es extraño porque por un lado quiero darte las gracias por protegerlo, aunque es tu cometido como su pareja, y por otro hubiera deseado tener la oportunidad que tú tuviste.-saqué las entradas y se las ofrecí.-Deseo que lo saques de casa, que se despeje unas horas, y si puede ser con algo cultural y que le evite pensar en todo lo que ha pasado. Seguramente le habrán puesto ayuda psicológica y también tiene la tuya. Pero yo soy su amigo, antes no lo cuidé como debía lo sé. Ahora quiero hacerlo como lo hacen los amigos, preocupándose e intentando dar su apoyo.
-Para mi fue un placer dejar medio muerto a uno de ellos.-dijo mirándome con cierto brillo en los ojos.-Debí haberlo matado.-añadió y luego miró las entradas.-Le diré que nos invitas, pero no esperes que te lo agradezca. Este gesto no quita lo que has hecho en el pasado, no voy a ponerme a decir que eres buena persona por algo como esto.
-Lo sé.-respondí.
-¿Algo más?-preguntó alzando una ceja.
-Si necesita algo, lo que sea, avísame. No me importa ayudar, es más deseo hacerlo. Tanto yo como Hidehiko, Imai o su propio hermano. Todos estamos dispuestos a cuidarlo y ayudarlos.-lo decía con total sinceridad, tal vez por eso no tuve más que silencio. Si no hubiera sido así, si hubiera dudado un segundo, hubiera tenido otra reacción.
-Vale.-dijo metiéndose más hacia su hogar.-Adiós.
-Adiós.
Era la conversación más cordial que habíamos tenido hasta ese momento. Jamás pensé que llegáramos a estar de acuerdo en algo, o al menos tener claro que teníamos que estar apoyándonos por el bien de Yutaka. Creo que ese era el motivo, el único motivo que teníamos ambos para ser cordiales y soportarnos.
No dije nada. No tenía mucho que decir, tan sólo aceptar que él deseara tomar las consecuencias. Me quedé unos minutos junto a él, después me levanté y me marché sin despedirme.
Hacia la salida del lugar iba meditando qué hacer y qué decir. No quedaba demasiado lejos la casa de Yutaka y Max, tan sólo a unos diez o quince minutos en moto. Pero antes de ir tenía que conseguir averiguar qué podía decir ante la noticia y ante ellos. Decidí sentarme en el jardín cercano dejando que la fuente fuera el único murmullo junto a mis pensamientos.
Ir allí sin más presentándome con las entradas y algún obsequio era una locura. Sin embargo, sabía que desearían despejarse y no pensar en lo sucedido. Yutaka era alguien especial para mí, por mucho que Max pensara que sólo me importaba para dañarlo. No debía intervenir demasiado y no sabía como aguantar mis ganas.
Cuando tuve las palabras que creí correctas me marché en dirección a su apartamento. No podía creer aún que el tiempo nos pusiera en una situación parecida. Era un adolescente cuando creía que pasara lo que pasara terminaría a su lado, en cierta forma tenía razón. Sigo a su lado, es mi amigo y no puedo evitar quererlo.
Al llegar a su telefonillo me temblaron las manos. No había comprado nada tan sólo las entradas. Un sudor frío recorría mi frente y la boca se había resecado tanto que casi no podía tragar saliva. Llamé finalmente y quien contestó fue Max.
-¿Sí? ¿Quién es?-preguntó mientras se escuchaba de fondo la televisión.-¿Hay alguien?
-Por favor ábreme.-dije echando hacia atrás mis cabellos, dejando las manos tras mi nuca, estaba demasiado nervioso.-Max sé lo que ha sucedido, necesito verlo.
-Está descansando.-respondió.-No molestes.
-No creo que le haga feliz que seas así de grosero conmigo, te recuerdo que él y yo seguimos siendo amigos.-entonces escuché un pequeño calambrazo como un zumbido y la puerta se abrió.-Gracias.
Subí hacia su apartamento por las escaleras, quería meditar un poco más lo que diría. Cuando llegué a la planta correspondiente la puerta ya estaba abierta y Max me esperaba recargado en el marco de esta.
-Yutaka realmente está descansando.-dijo mirándome con los ojos fríos, como si intentara ocultar su rabia.-¿Qué quieres?
-He sabido lo que ha sucedido, me han puesto en conocimiento de los detalles.-su rostro no mostró asombro, suponía que me enteraría de cualquier forma.-Es extraño porque por un lado quiero darte las gracias por protegerlo, aunque es tu cometido como su pareja, y por otro hubiera deseado tener la oportunidad que tú tuviste.-saqué las entradas y se las ofrecí.-Deseo que lo saques de casa, que se despeje unas horas, y si puede ser con algo cultural y que le evite pensar en todo lo que ha pasado. Seguramente le habrán puesto ayuda psicológica y también tiene la tuya. Pero yo soy su amigo, antes no lo cuidé como debía lo sé. Ahora quiero hacerlo como lo hacen los amigos, preocupándose e intentando dar su apoyo.
-Para mi fue un placer dejar medio muerto a uno de ellos.-dijo mirándome con cierto brillo en los ojos.-Debí haberlo matado.-añadió y luego miró las entradas.-Le diré que nos invitas, pero no esperes que te lo agradezca. Este gesto no quita lo que has hecho en el pasado, no voy a ponerme a decir que eres buena persona por algo como esto.
-Lo sé.-respondí.
-¿Algo más?-preguntó alzando una ceja.
-Si necesita algo, lo que sea, avísame. No me importa ayudar, es más deseo hacerlo. Tanto yo como Hidehiko, Imai o su propio hermano. Todos estamos dispuestos a cuidarlo y ayudarlos.-lo decía con total sinceridad, tal vez por eso no tuve más que silencio. Si no hubiera sido así, si hubiera dudado un segundo, hubiera tenido otra reacción.
-Vale.-dijo metiéndose más hacia su hogar.-Adiós.
-Adiós.
Era la conversación más cordial que habíamos tenido hasta ese momento. Jamás pensé que llegáramos a estar de acuerdo en algo, o al menos tener claro que teníamos que estar apoyándonos por el bien de Yutaka. Creo que ese era el motivo, el único motivo que teníamos ambos para ser cordiales y soportarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario