Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 14 de enero de 2013

La carta




Algunos conocerán a Nash, otros no, dependen de los libros que hayan leído de Anne Rice. Si llegaron al Santuario seguramente saben quién es. 

El personaje, como siempre, pertenece a Rice pero es un homenaje a sus personajes y a su obra. 




Querido Tarquín,

Realmente no sé como estoy cometiendo este atrevimiento, pues no es algo muy común en mi persona lanzarme a esta aventura. Quizás el motivo por el cual me atrevo, si es que hay alguno, es porque el champán que me ha ofrecido esta noche tu tía Queen me ha dado cierto valor, o tal vez simplemente estoy desafiando a mi juicio. Tan sólo te ruego que no me odies, pues no sé como aceptaría el odio venido de ti, atrapándome con tus ojos azules y provocando que me pudra lentamente en el dolor.

Me pregunto como un hombre como yo maduro, cuerdo hasta hace unas horas, ha perdido el juicio y se ha lanzado a este deseo irrefrenable. He estado a punto de confesarte mi atracción y tendencia hace unas horas, allí en el cementerio junto a las lápidas mientras me decías que me querías. Quinn, no sé si te has llegado a plantear lo peligroso que es ofrecer cierta luz, una tan cálida, a un hombre como yo.

No sé como me salen las palabras, si tuviese que decirte esto en persona no podría. Creo que tartamudearía, lo negaría todo, y huiría. Sin embargo, aún llevo en mi chaqueta el aroma de tu colonia y deseo tanto quitarte la tuya, arrojarla a un lado, y deshacerme en elogios ante tu cuerpo mucho más joven que el mío. Es pensar ahora en todo eso, en lo fácil que hubiese sido besarte cuando te tenía entre mis brazos con esa estúpida locura, ese sentimiento de amor a primera vista hacia Mona, y sentir que he perdido la noche, el juicio, y la única carta que podía tener para poder ganar el premio más maravilloso es, nada menos, que tentar tus labios.

Juro que te habría arrastrado a mi cama, quitado sin calma alguna todas tus prendas, y besado tus labios mientras te recorría con mis dedos. Tu piel es fantástica muchacho, he podido sentirla cuando me has acariciado, y tus cabellos parecen seda de la India. Hubiese sido placentero hacerte gemir entre las paredes de mi habitación, y no tan sólo imaginarlo frente a una botella de champán vacía, porque eso es lo que te habría hecho Tarquín. Imaginar tus gemidos es demasiado frío, no tiene emoción, pero ver tus mejillas sonrojadas y la expresión de placer al eyacular por mi causa sin duda debe ser mucho más satisfactorio.

Te prometo que no te habría dañado, no más que yo me estoy dañando ahora como un cobarde relatando todo esto entre lágrimas. Porque te deseo tan mío, muchacho. Mis manos tiemblan sólo de imaginar la suerte de estar dentro de ti, meterme entre tus nalgas, y gritar tu nombre mientras tú gritas el mío sin pudor alguno, como cualquier mujercita de vida alegre.

Me cautivas, haces que te ame sin poder entenderlo. Tú no estás loco Tarquín, yo soy el loco por creer que puedo amarte con libertad y poder imaginar cientos de escenas eróticas en mi colchón. No sabes como sufro al pensar que voy a estar día tras día contemplándote sin poder hacer nada. Porque sé que no me darás esa oportunidad, eres incapaz de hacerlo cegado por esa pelirroja. No dudo que ella no te pueda llegar a amar, pero deseo ser egoísta y quiero pensar que un hombre con mis años sabe amar de verdad, sin caprichos. Quiero creer que yo te haría feliz y dichoso sobre mi colchón, o sobre el tuyo.

Tal vez mañana no nos crucemos, pero espero que encuentres esta carta en tu mesa junto al ordenador. ¿Por qué digo que no nos cruzaremos? Muy sencillo, no puedo ser tutor de alguien al que imagino desnudo regalándome noches de placer desesperado. Por mi honor no comentes nada de esto a tu tía, tan sólo le diré que rechazo la oferta.

Únicamente deseo que comprendas a este hombre venido a menos que está firmando su sentencia de muerte. No sé si podrás llegar a odiarme, pero si lo haces no se lo hagas saber a tu tía. Ella y yo somos muy buenos amigos y por lo tanto no me ocultaría un hecho tan relevante.

Te amo Tarquín,

Nash.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt