Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 25 de junio de 2013

Vacaciones de verano parte 3

La noche siguiente a nuestra pequeña escapada simbolizó algo más que saber que mi travesura, o locura, se estaba siguiendo según mis planes. Ella se hallaba desnuda enredada en mi cuerpo y en las sábanas de la cama. Mis brazos la rodeaban acariciando sus cabellos dorados mientras me sentía seducido por su fragancia y calor. La ventana la había echado para que el sol no me dañara, aunque también ayudaba a que ella siguiera dormida acurrucada como si fuese una niña cargada de ternura.

Sus cabellos estaban esparcidos por mi pecho, hombro y almohada rozando mi nuez y mejilla mientras sus manos estaban puestas sobre mi costado a la altura del torso y mi vientre, muy cerca de mi ombligo. Tenía mi pierna derecha aferrada por las suyas tan largas, suaves y cálidas sobre todo en la zona de las ingles. Sus pechos estaban rozando mi brazo derecho, el mismo que la tenía rodeada por la cintura pegándola a mí, mientras que la izquierda estaba sobre su mano que estaba en el vientre.

-Pour moi, tu es la plus belle femme du monde- dije inclinándome para besar su frente con sus cabellos algo revueltos sobre ésta, rozando su flequillo sus hermosas y finas cejas doradas-. Tu a la plus jolie sourire je n'ai jamais vu- cerré los ojos dejando que mi cabeza se hundiera en el almohadón y sentí como todo mi cuerpo reaccionaba. No tenía sed, sino deseo de ella-Tu es mon monde et mon joie.

Su cuerpo se movió suavemente, aunque parecía no querer despertar. Con cuidado tomé el teléfono para llamar a la recepción pidiendo una cena apetecible con tournedor relleno de piñones y almendras, acompañadas de una patata francesa con queso gratinado, especies y jamón además, y por supuesto, una ensalada césar y un delicioso yogurt helado con capa de azúcar morena caramelizada. Pedí que lo enviaran a la habitación junto a una botella de su mejor vino gran reserva. Si ella deseaba luego otra cosa podía pedirla, pero de momento la despertaría con algo de comer para que disfrutara las cenas del hotel.

Había acompañado en alguna ocasión a uno de mis abogados a una cena en el gran restaurante del hotel. Podía ver como saboreaba los panecillos recién horneados, dejando que su tenedor llevara a su boca los mejores manjares y el vino le daba un sonrojo agradable a sus facciones masculinas. Podía aún oler la cera de la vela mientras el tintineo, que provocaba la copa de vino al chocar con la de agua, me distraía.

Media hora más tarde el servicio estaba en la puerta y ella despertaba. Tomé el batín obsequio del hotel y salí descalzo a tomar el carrito elegántemente vestido con un mantel coqueto, su copa especial, una botella de agua obsequio de la casa y el vino tumbado en su cestillo. Admito que fui generoso en la propina, pero era porque no quería que indagara en quién me acompañaba en la habitación.

-Mon amour, aquí tienes una cena especial para ti-ella me miró largamente mientras observaba las viandas.

Tan sólo se levantó dejando ver su cuerpo desnudo mientras contemplaba la patata con cierto apetito, igual que el gran trozo de carne y el delicioso postre. Esperó a que yo mismo descorchara la botella, sirviera el vino y besara su frente antes de apartarme para dejar que se alimentara.

-Tan atento- dijo en un susurro antes de mirarme con una sonrisa-. Realmente me quieres volver a enamorar, Lestat.

-No, no-me arrodillé quedándome con el rostro alzado para verla-. Rowan...-ella acarició mis cabellos como lo haría una madre, pero tenía ese deje seductor que tan bien sabía explotar si tan siquiera darse cuenta-. Quiero que ésto sea una oportunidad para ser felices los dos sin miradas reprendiendo nuestros actos.

Besó mis labios antes de volver a mirar la comida y comenzar a comer con tranquilidad. Mientras ella saboreaba la comida yo me moví hasta el armario y saqué un despampanante vestido con algunas lentejuelas color champán, unos hermosos zapatos a juego y un bolso pequeño que tan sólo era un mero adorno. Dentro de él, como regalo, había un collar de perlas y unos bonitos pendientes de oro blanco. La pulsera no era lo único que había comprado, también aquel regalo que mostré con una sonrisa pícara.

-¿Caminarás conmigo por París?-pregunté acercándome con el traje.

-Lestat...-iba a reprenderme, pero no lo hizo. No podía reprenderme por gastarme dinero en ella porque sabía que lo haría aunque ella se negase.

Me marché a encender la bañera, ella apareció justo cuando estaba a punto de tomar el baño. El agua invitaba con aquellas sales marinas y ese burbujeante chapoteo. Se introdujo conmigo besando mis labios mientras hundía sus manos en mis cabellos alborotados, tanto como los suyos. Sus piernas rodearon mi figura recostada contra el borde de la bañera quedando a horcajadas. Busqué su boca y la besé sacando su aire, hundiéndola en un apasionado beso, mientras mi miembro se endurecía bajo el suave roce de su sexo y el agua.

Mis manos recorrieron suavemente su rostro mientras sus enormes y despampanantes ojos me embrujaban sin pretenderlo. Moví mi pelvis jadeando al notar como tú hacías los movimientos contrarios. Los besos eran cada vez más intensos y el agua salía por nuestras oscilaciones. Hundí mi rostro en sus pechos llenos, con sus pezones rosados y duros, que terminaron en mi boca mientras succionaba casi con desesperación. Ella gimió echándose hacia atrás dejando que sus cabellos se empaparan por salpicarse con el agua que se movía agitada, y que cada vez lo estaba más. Sus muslos se apretaron mientras sus dedos apretaban en mis hombros.

Una de mis manos estaba en su cintura guiándola y la otra acabó en su sexo, hundiendo dos de mis dedos en ella mientras la miraba a los ojos con sus pechos en mi boca. Sus manos de nuevo fueron a mis cabellos tirando de ellos, pegándose a mí y a la vez alejándose. En menos de unos segundos sentí que retiraba mi mano y de una sentada me hundió dentro de ella. Gritó mi nombre, y no el de su esposo, y lo hizo libre sin importarle nada. No había miedo en sus ojos, sino una liberación terrible.

-Bebe de mí-dijo con voz ronca y seductora-. Muerde el pezón y bebe.

Rasguñé entonces su pezón y comencé a beber su sangre en pequeñas gotas. Sus gemidos aumentaron y el ritmo de sus caderas era acelerado. Parecía una amazonas y yo un caballo que mostraba su bravura al mover rápido y con deseo mis caderas. Tomaba impulso para que ella notara el mayor de los placeres. Al apartar mi boca de su pezón ella me besó sin importarle el sabor metálico de mi boca.

-Je t'aime, je t'aime... oh... oui... je t'aime... je t'adore toi... je t'aime... ma femme... ma sorcière- decía a viva voz mirándola con mis orbes violetas completamente encendido. Podía sentir como mi cuello se tensaba y también como sus muslos se apretaban más, intentaba hacer la misma presión con sus músculos vaginales para poder hacerme llegar a la vez que ella.

Y entonces, entre gemidos y palabras de amor me vine dentro de ella. Sin embargo, no paramos. Sus besos eran igual de intensos, sus caricias era incitantes y parecía querer avivar el fuego que había en mí pese a mi supuesta frialdad corporal. Aún estaba dentro cuando noté como se movía suave, erótica, tan elegante a la vez y con un toque picante. Era una mujer que se mostraba deseosa de ser tomada, y casi domesticada, con caricias y sexo. Mis manos la tocaban con cuidado y deseo, sin dejar de mirarla o besarla.

Con delicadeza se incorporó saliendo con una sonrisa que me invitaba a seguirla. Cuando salí del agua, completamente empapado, tenía mi miembro de nuevo algo duro. Al llegar a la habitación, justo en la cama, estaba abierta para mí con una hermosa sonrisa en los labios invitándome a hacerlo allí mismo, en aquel colchón empapando las sábanas. Sin embargo, hice algo que me apetecía desde que la había sacado de First Street.

Me incorporé abriendo mejor sus piernas, subiéndolas a mis hombros y viendo aún restos de mi semen. Con cuidado la limpié con las mismas sábanas cosa que le hizo reír bajo mientras acariciaba mis cabellos. La miré con intensidad y provocó que se quedara callada intentando averiguar que pretendía. Me incliné y comencé a lamer su clítoris. Pronto hundí dos de mis dedos, hasta un tercero, mientras seguía lamiendo, succionando e incluso mordiendo. Mi lengua fue donde estaban sus dedos, acaricié el pequeño espacio hasta su ano y enterré uno de mis dedos en ella. Jadeó aferrándose a las sábanas. Estaba algo tensa, pero sabía que yo disfrutaba de todos sus deliciosos agujeros.

-Lestat...-dijo arañando mis hombros cuando un segundo dedo se introdujo en ella.

-Tranquila, pronto estarás gimiendo como antes. Te he dejado dominarme Rowan, pero ahora quiero que sepas que es tener un hombre completamente desesperado por tu cuerpo y tu alma- besé sus ingles y pubis rasurado antes de sacar mis dedos girándola. Sus pechos pequeños rozaron las sábanas empapadas y sus rodillas se clavaron en la cama igual que los codos. Mi lengua se hundía en su ano mientras tres de mis dedos estimulaban su vagina. Y cuando más lo gozaba me incorporé bajándola hasta dejarla en el suelo, con los brazos y parte de su torso sobre el colchón. Azoté sus nalgas varias veces y me metí dentro poco a poco.

Mis testículos chocaban su trasero mientras mis manos acariciaban sus costados, espalda, pechos y hombros escuchando su ronroneo. Besé su nuca y susurré en su oreja derecha cuanto la amaba. El ritmo iba subiendo mientras ella se movía al mismo ritmo. Su diestra acariciaba su clítoris mientras su rostro se giraba para verme. Lancé mi sonrisa más dulce mientras comenzaba a decirle todas las cosas que quería hacerle.

-Después del paseo te daré la leche para tu desayuno- me quedé parado con mi pene completamente enterrado en ella -. Y no dejarás ni una gota, Rowan- azoté con fuerza su nalga izquierda, pellizqué sus pezones y comencé un ritmo intenso mientras ella chillaba por el placer mi nombre y palabras románticas además de calientes.

Entonces, en medio de aquel caos de gruñidos y gemidos ambos llegamos al límite. Cansados caímos en la cama, pero pronto recuperamos fuerzas para ésta vez sí ducharnos y marcharnos a la calle con el deseo de ver las estrellas sobre París.


Durante el paseo ella habló poco mientras yo le contaba como eran los barrios, dónde estuvo el teatro, la pensión donde una vez me hospedé y los café que tanto amé. Su sonrisa era delicada y femenina, tan atractiva como siempre, y con un colorete natural que me decía que todo aquello la excitaba. En cada esquina teníamos besos de luna de miel y olvidaba por completo que tan sólo era una escapada y el motivo por el cual la había llevado hasta el lugar donde todo comenzó.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt