Después de tantos atardeceres ciegos y
tantas noches de placer recorriendo este mundo con la sed de un
maldito. Mis manos acariciaron tu piel sintiendo lo puro de tu ser
mientras besaba tu cuello condenando mi alma, igual que la tuya. Te
hice mía bajo un roble donde yacía muerto tu pasado. La fragancia
dulzona de la muerte bailaba mientras la vida vibraba en tu cuerpo
delgado, delicado y con un espíritu lleno de fuerza.
Te juro que no pienso volver a
marcharme y no permitiré que te vayas. Correré detrás de ti para
alcanzarte y llevarte al lugar que te corresponde a mi lado. Caeré
de rodillas agarrando el borde de tus pantalones y te arrojaré en la
hierba fresca de Donnelaith jurando que eres la única bruja que
puede vencerme, arrojarme a los infiernos si lo desea y esclavizar mi
corazón al suyo.
Dejaré inmortalizar el momento en mis
ojos violetas clavados en los tuyos tan grises como las nubes de
tormenta que lloran la muerte de una bruja. Cabalgaré por las calles
del barrio francés si lo deseas, igual que una vez Julien lo hizo en
su juventud, y haré que relinche frente a tu casa de First Street.
Haré cualquier locura mientras pueda
protegerte incluso de mí mismo. Es por ti, por tu poder, lo que ha
hecho que vuelva a desear vivir y alzarme ante todos con el vigor de
antaño. Tú has restablecido el círculo, has hecho que me eleve
hacia los cielos como si fuera un ave libre de cualquier cadena.
Tango para dos en medio de un mar oscuro,
allí donde nadie puede escuchar lamentos
para sumergirnos en el placer y el deseo.
Dejaré que me hipnotices con tus talentos.
Te buscaré allá donde vayas y rogaré tu amor,
porque es tu amor la mayor aventura
que jamás he conocido ni conoceré.
Tú eres Rowan Mayfair, mi locura.
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