Lestat de Lioncourt.
El regreso
La noche estaba siendo terriblemente
fría y las calles estaban prácticamente congeladas. Todos estaban
al refugio de la calefacción eléctrica o de viejas chimeneas que
cubrían el cielo con su humo parcialmente plomizo. New Orleans
estaba viviendo una de las navidades más frías que jamás había
conocido. La lluvia de la noche anterior había aumentado la
sensación de humedad durante todo el día y el viento que recorrían
las calles era gélido. Sin embargo, una limusina larga y lujosa
recorría las calles hacia el cementerio Mettairie donde se hallaba
la cripta familiar Mayfair.
Michael Curry fumaba mirando a Mona con
ojos paternales, aún completamente ensimismado por la conversación
en la cual le había revelado que pretendía. Sus cabellos sedosos ya
peinaban más de una cana, pero su aspecto seguía siendo
arrolladoramente atractivo. Dolly Jean se servía su segunda copa de
whisky mientras acariciaba sus cabellos canos recién sacados de la
peluquería. Pierce, el cual ya detonaba arrugas de expresión en sus
ojos claros, y Ryan, con el cabello completamente cano y la frente
arrugada, se miraban mutuamente intentando calmar los nervios por el
miedo y la emoción contenida. Mona estaba decidida, tenía una
mirada con un brillo semejante al de la esmeralda que aún no había
sido concedida a ninguna otra Mayfair. Mayfair & Mayfair, la
prestigiosa firma de abogados, aún no había decidido que joven
Mayfair debería llevarla en ésta ocasión y muchas rehuían del
legado después de los trágicos sucesos con Lasher y la extraña
enfermedad de la explosiva pelirroja.
Si miraban hacia atrás, en navidades
pasadas, el 25 de Diciembre había sido una fecha nefasta en el
calendario. Lasher surgió como un gigante que asoló la familia y
caminó entre ellos seduciendo a sus brujas, matándolas debido a los
engendros que provocaba su semilla y hundiendo en caos a todos los
familiares que desconocían realmente a que debían temer.
Todos se acercaban con un unísono
pensamiento que caía sobre ellos como una pesada piedra. Estaban
decididos y la suerte estaba echada. Aquello no sería un juego de
niños, sino algo terriblemente complicado que provocaría un nuevo
renacer del apellido Mayfair. Julien regresaría de entre los muertos
con más vigor que décadas atrás. Sin duda un hecho insólito, pero
soy un demonio que jamás rompe un trato. No hay nada más sagrado
para mí que un pacto.
Me encontraba esperándolos frente a la
cripta familiar observando los ángeles de piedra que esta poseía,
los cuales miraban impávidos hacia la nada, la reja poseía su
candado intacto y dentro se hallaban trece féretros en forma
semicircular, presidiéndolo los huesos de Julien donde debía
descansar en paz. Sin embargo, las almas como él estaban dispuestas
a no descansar.
La limusina iluminó parcialmente la
fachada de aquel cementerio, el cual aguardaba una nueva historia
para añadir al álbum de sucesos paranormales de los Mayfair. Julien
era un fantasma que sabía moverse de un lugar a otro y poseía una
presencia poderosa, aún seguía gobernando la familia como patriarca
y había dejado huella sanguínea en numerosas personas, fuera y
dentro de la familia.
Michael bajó el primero ayudando a
Dolly Jean a descender como todo un caballero, para luego hacer lo
mismo con Mona aunque no lo necesitaba, después bajaron Pierce y su
padre Ryan. Los hermosos ojos azules de Michael se clavaron en el
camino hacia la cripta, el cual se hallaba despejado de cualquier
vigilante nocturno. La anciana se aferró al fuerte brazo de Curry
mientras Ryan observaba con ciertas reticencias la profunda oscuridad
y silencio reinante. Mi figura estaba en la puerta, dispuesto del
mismo modo que los ángeles, y con una apariencia cuasi humana.
Cuando llegaron hasta mí todos
permanecieron en un silencio incómodo siendo observados con cautela.
Dolly Jean se echó a reír negando una y otra vez con su cabeza,
alzando su brazo izquierdo y mostrando que aún llevaba consigo el
vaso con un poco de Whisky.
-¡Si ese es demonio yo deseo ir
derecha al infierno! ¡Qué mozo!-gritó echándose a reír mientras
Mona se contuvo y Michael se sorprendió por el escándalo que la
señora estaba generando.
-Sería todo un honor tener a semejante
mujer en los infiernos-dije con cortesía antes de girar sobre sí
mismo para abrir la puerta que cedió con un largo chirrido.
En el interior, en aquella tremenda
oscuridad, se hallaban los cuerpos de numerosos Mayfair, más o menos
queridos, y había sido abierta por última vez en el entierro de
Carlotta.
Los féretros estaban introducidos en
otros de piedra para su mejor conservación, sobre ellos estaba la
inscripción de sus nombres y la fecha de defunción. Palpé la pared
buscando el interruptor y éste provocó una reacción en cadena.
Numerosas lámparas iluminaron torpemente mientras el séquito
Mayfair aguardaba a unos pasos. Mona vestía un traje blanco que
resplandecía bajo el foco de aquel lugar, del mismo modo que mis
prendas. Michael llevaba un impecable traje negro y una camisa de
algodón blanca, Pierce y Ryan vestían del mismo modo aunque con
corbatas con nudo windsor. Dolly era la más festiva con un traje de
color azul turquesa, collar y pendientes de perlas y unos hermosos
zapatos de tacón bajo.
-Por favor, acompáñenme-mi tono de
voz cambió hacia uno más cavernoso del mismo modo que mi aspecto se
fue endureciendo.
El joven de cabellos rubios, ojos
claros y rostro anguloso dio paso a un ser más tétrico y aproximado
a la idea de demonio. La piel dejó de ser lozana para convertirse en
piedra, similar a los ángeles que aguardaban el regreso del Mayfair.
Mis manos se convirtieron en garras que al moverse rasguñaban el
aire, sin embargo mis ojos seguían siendo los mismos pero de un
aspecto más fiero. Mis pasos resonaron por la cripta mientras sentía
como el polvo se iba levantando en cada pisada.
Limpié con mi mano el nombre de
Julien, el cual estaba inscrito en la piedra, mientras lo decía en
un murmullo, retiré la pesada piedra y levanté el ataúd de madera
que se encontraba prácticamente intacto, y bajo su tapa se
encontraba los huesos del poderoso brujo Mayfair envuelto aún en el
traje blanco con el cual se dejó reposar su cuerpo en el féretro.
Del traje sólo quedaban algunos jirones aunque aún se podía
apreciar el cuidadoso trabajo del sastre y su hermosa corbata. Su
cráneo estaba aún cubierto de sus cabellos canos, pero su rostro
estaba ya borrado por completo. Tantas décadas no habían pasado en
vano.
Saqué de mi cinto una daga mirando a
todos y cada uno, introduciéndoos en hipnosis para que no sintieran
dolor alguno y me aproximé primero a Dolly Jean la cual me miró a
los ojos antes de sentir la daga en su muñeca, de la cual brotó
cuantiosa sangre que manchó los restos, y a continuación los tres
varones que miraron asombrados mientras los huesos comenzaban a
temblar al ritmo de mi voz. Una letanía de palabras en un idioma
desconocido y desconcertante para ellos además de rápido como un
silbido y que tenía aspecto de gruñido amenazador provocaba que la
sangre, junto a los huesos y deseo del fantasma de volver a la vida
funcionara.
El cuerpo fue tomando forma, la carne
empezó a rellenar el pellejo seco que fue nutriéndose de la sangre
y los ojos comenzaron a tener párpados nuevamente. Julien tenía un
rostro atractivo y tomaría la belleza de su época dorada, sus
aproximadamente cuarenta años, para que pudiera vivir una etapa
plena como había deseado Mona. Ella contemplaba todo con entusiasmo
con su verde mirada, la cual brillaba de euforia.
No muy lejos un vampiro arrepentido
caminaba entre las tumbas como alma en pena, él sería el colofón
final. Poseía parte de la sangre de Rowan, aunque Lestat fue quien
más la desangró. David Talbot se aproximaba a velocidad mortal con
la cabeza cabizbaja y las manos en los bolsillos. Llevaba un jersey
de cuello alto en color beige, pantalón jean y en sus manos portaba
un pesado volumen donde se hablaba de toda la historia Mayfair. Era
el recopilatorio que el propio Aaron Lightner había cedido por unas
horas a Michael, después a Rowan e incluso Mona lo había tenido en
su poder. Sin embargo, estaba perfectamente cumplimentado con nuevos
archivos y relatos provenientes de su puño y letra.
David interrumpió caminando entre los
mortales y la inmortal que aún amaba, pues había caído condenado
ante la belleza pelirroja al igual que otros. Dejó el pesado volumen
en las manos de Mona y rasgó su muñeca dejando que su poderosa
sangre de brujo y vampiro se uniera a la sangre Mayfair. Una vez más
un hombre de la orden se veía involucrado en un nuevo renacer de la
familia, aunque el señor Talbot llevaba alrededor de dos décadas
alejado de los misterios que aún ocultaba la Talamasca.
Las luces tintinearon hasta fundirse.
El olor a quemado y muerto agitaba el ambiente penetrando en nuestras
fosas nasales. Los colmillos de Talbot se asomaban por el aroma a
sangre y sus ojos se concentraban en el ataúd, evitando las muñecas
aún abiertas que comenzaban a cerrarse por el mismo poder de la
daga. Mona caminó hacia el exterior riendo a carcajadas del brazo de
un hombre de cabellos ligeramente canosos, mucho más alto que ella y
delgado. Vestía con ropas polvorientas y raídas de otra época. Sin
duda alguna ese caballero era Julien. Tras ellos salieron los
restantes Mayfair quedando David próximo a mí con los ojos tristes
esperando una respuesta, pero no hubo alguna pues desaparecí de allí
de inmediato.
1 comentario:
Jajajaja, Dolly, te llevaste mi carcajada.
¡Que bienvenido sea Julien! Oh sí, qué feliz soy aún y con todo mi atraso siendo que esto lleva tiempo arriba...
¡Hasta el otro y gracias!
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