Para: Gabrielledelioncourt@hotmail.com
Asunto: ¡Ven a casa por Navidad!
¿Cómo estás mamá? Hace tiempo que
no sé nada de ti y he decidido tomar esta decisión. Tal vez te
sorprenda mi petición, o quizás lo esperabas, pero realmente me
gustaría vivir contigo estas fechas. Hace mucho tiempo que no
compartimos momentos juntos y últimamente he extrañado tu
presencia. Deseo que vuelvas a mi lado por unas noches. Pronto será
la noche de fin de año y deseo empezar este nuevo ciclo junto a ti.
Estoy emocionado por muchas circunstancias y quiero brindar a tu
lado. Mamá por favor hazme caso y ven. Eres mi madre y no puedo
evitar añorar los momentos en los cuales teníamos cierta
comunicación.
Recuerdo como me abrazabas cuando era
pequeño, aunque eran escasas las ocasiones, y también como te
preocupabas por mis andanzas. Extraño tu mirada preocupada aunque
ligeramente fría, como si no te interesara realmente mi respuesta y
sólo las consecuencias de mis actos. Desearía poder estrecharte y
besar tu frente, contarte todo lo que he hecho en estos últimos
meses y poder compartir contigo los primeros segundos del nuevo año.
Te ama tu hijo,
Lestat.
Para: Lestatelmagnífico@hotmail.com
Re: ¡Ven a casa por Navidad!
¿A caso crees que tengo tiempo para
ti? Si he entrado un momento a mi cuenta es para observar ciertos
informes sobre mis finanzas. No, no quiero que te ofrezcas
comentándome que harías tú con mi dinero. Eres entrometido y muy
molesto. Estoy harta de escuchar como hablas de ti y únicamente de
ti. Necesito vivir mi vida como tú necesitas vivir la tuya. Eres
grande, tienes familia y a mí ya no me necesitas. Por favor, crece
de una vez y deja de pedirme algo tan absurdo como que vaya a tu
hogar a disfrutar de la velada como si fuera una mortal. Prefiero
quedarme en los bosques, selvas o junglas escuchando el zumbido de
los mosquitos, el deslizar de las serpientes y escuchar a lo lejos el
murmullo del agua. Eso es mucho mejor, créeme. Sí, es
definitivamente mucho mejor que tus alaridos y tus poses de chico
incorregible. Madura hijo mío, eso es lo que necesitas.
Recuerda que aún así te quiero,
Gabrielle.
Para: Gabrielledelioncourt@hotmail.com
Re: Re: ¡Ven a casa por Navidad!
¿Eso es un no? ¿Pero por qué? No
necesito madurar. Creo que ya soy lo suficientemente maduro.
Simplemente quiero disfrutar de la vida como tú ya lo haces. Sólo
es estar cinco minutos a tu lado. Comprende que te extrañe y admite
que aunque sea molesto, aunque yo dudo que lo sea, me extrañas.
Mamá por favor hazme caso y ven.
Quiero que compartas conmigo, mis amigos mortales e inmortales, Mojo
y servicio una fiesta sensacional.
Por favor,
Lestat.
Para: Lestatelmagnífico@hotmail.com
Re: Re: Re: ¡Ven a casa por Navidad!
¡No es no y deja de fastidiar! ¡Y
cambia de dirección electrónica esa es demasiado infantil!
Gabrielle.
Después de aquella negativa Lestat
quedó contemplando la pantalla rodeado de oscuridad, salvo por la
luz estridente de monitor, observó cada palabra e intentó retenerla
en su corazón sin que le causara daño. Sin embargo, acabó llorando
en silencio sintiéndose fracasado. Miró el silencio que impactaba
sobre él como cientos de balas, todas muy certeras, y la sensación
de soledad se acrecentó. La mansión se hallaba en un silencio
perturbador, sin embargo lo comprendía porque era bastante tarde y
casi todos sus invitados se habían marchado, aunque aún permanecían
algunos mortales en el jardín contemplando en silencio como el cielo
se oscurecía más y más siendo sin duda indicios que el amanecer
estaba cerca.
Se incorporó apagando el ordenador,
dejando a un lado aquella dichosa máquina y se aproximó a la
ventana contemplando como un par de jóvenes caminaban de la mano por
el sendero de piedras. El césped estaba algo descuidado debido a las
lluvias, la pequeña nevada y el frío que estaba congelando las
calles. El vaho de la boca de ambos muchachos formaba una pequeña
neblina que difuminaba sus rostros. Él se sentía a salvo y cálido
por la calefacción encendida, aunque prefería la chimenea. Frotó
sus manos y suspiró. Había fracasado irremediablemente.
La presencia de Rowan se hizo notar en
la escalera aproximándose hacia él. Lestat no se movió y quedó
con la vista perdida en aquel pequeño paraíso que rodeaba su
mansión, un lugar donde quería tener a su madre y sentirla próxima
como cuando era un niño. Recordaba los días en Auvernia, los cuales
eran duros y crudos por el invierno y las palabras de su padre. Su
madre con aquel cabello hermoso recogido, sus manos agrietadas por el
frío y sus mejillas algo sonrojadas gracias al fuego encendido en la
chimenea. Y con aquellos recuerdos recibió a la mujer que amaba, la
cual se hizo hueco entre sus brazos e intentó que se alejara de la
ventana acariciando sus mejillas.
-Cariño-susurró inclinándose
suavemente para cubrir su rostro con besos cortos llenos de amor. Sin
embargo, jamás comprendería que eran los besos para los mortales.
Los labios de Lestat cubrían el rostro
de su pareja, incluso besaba sus orejas y su cuello, mientras la
estrechaba dejando ir el dolor que sentía en su pecho. Las manos de
Rowan acariciaron su torso y se dirigieron a su cuello, rodeándolo
con sus brazos, mientras alzaba su rostro buscando los labios de
aquel estúpido que aún sufría por la negativa de su madre.
-Mi madre no desea verme-musitó.
-Yo conocí a mi madre en un féretro
hermosamente maquillada y con una expresión dulce como si durmiera.
Pero sin duda estaba muerta. La mujer a la cual llamé madre murió
por una terrible enfermedad sufriendo porque su esposo le era infiel,
el cual incluso quería abandonarla en el lecho de muerte para irse
con una mujer más joven. Lestat, al menos sabes que está bien-dijo
siendo terriblemente sincera mientras despejaba los mechones de su
rostro. Lestat tenía el pelo suelto y completamente alborotado,
parecía un niño y eso le daba un encanto especial.
-Lo sé-respondió tomándola con mayor
firmeza de la cintura.
-No importa si no quiere venir, pero al
menos sabes que en algún momento cuando ella lo desee vendrá. Ella
tiene vía libre para venir a buscarte, sabe donde estas y tú jamás
le guardarás rencor por querer ser libre-lo tomó del rostro y
sonrió- Hay que descansar. Vengo del hospital y estoy agotada.
Lestat no quiero lloros esta noche porque me cansan.
Él asintió caminando a su lado
mientras se deshacía en caricias hacia ella. Aún tenía en su mente
el recuerdo de su madre, sus ojos fieros de aquella noche en París y
su belleza indómita cuando lo rescató del concierto junto a Louis.
Sí, sin duda ella sabía venir en los momentos oportunos y
demostrarle que estaba viva, firme y fuerte como siempre. Allá donde
estuviese Gabrielle disfrutaba de su libertad y los poderes que él
le había otorgado y que el tiempo había fortalecido.
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