Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi nueva hija

Bonsoir mes amis

Les traigo un texto de terror de manos de David Talbot. El texto es original, no aparece en ningún otro lugar que aquí, así que es el autor del contenido. Digamos que lo aclaro para aquellos que están copiándonos continuamente. Es parte de uno de los archivos de la Talamasca.

Lestat de Lioncourt

Mi nueva hija

Susanne Morris siempre pensó que las muñecas de porcelana eran fascinantes obras de arte hechas para algo más que juegos infantiles de otras épocas. Desde temprana edad tuvo predilección por éstas muñecas tan delicadas y pomposas, las cuales peinaba y vestía con trajes de época y otros mucho más actuales. Las contemplaba durante horas y solía hablarles de forma educada sentándolas a tomar té con ella.

Durante años muchas de sus muñecas fueron sus mejores y más íntimas amigas. Susanne era tímida con otras niñas de su edad, pero con las muñecas era una dama de sociedad muy distinguida que solía manejar asuntos económicos de todo tipo. Solía incluso hablar con ellas de sus lecciones en clase, realizando los trabajos con alguna muñeca en su regazo, e incluso recitando poemas que aprendía en sus clases fuera del horario lectivo habitual.

Sin embargo, esa niña tímida, y también de salud frágil, se convirtió en una joven intrépida y desafiante que finalmente se transformó en una mujer de sociedad con una pequeña empresa dedicada a la distribución de muñecas de porcelana primeramente en su localidad, posteriormente en su país y finalmente, ya en su madurez, transformó la empresa en una de las más afamadas en todo el mundo.

Las muñecas que diseñaba estaban siempre destinadas al ocio y también al coleccionismo. Eran pequeñas y primorosas obras de arte. Estaba tan obsesionada con ellas que incluso leía novelas que tuviesen que ver con éstas pequeñas y delicadas criaturas. Solía decir que era como una de esas muñecas, pues se veía representada en sus ojos curiosos y sus labios fruncidos en una suave sonrisa. Aunque también había muñecas con los ojos tristes y pequeñas lágrimas bordeando sus mejillas. Muñecas más hermosas y otras con ciertos defectos, pues ella deseaba que fueran un reflejo de la sociedad.

Sussanne se casó con un hombre fanático de los automóviles llamado John Brown. Ambos tenían un fanatismo extremo por sus distintos trabajos y compaginaban estos con sus aficiones y vida marital. Tuvieron dos hijos, Carl y Steve, que se dedicaron por completo a la compañía juguetera de su madre y al concesionario de su padre. Ambos eran personas de éxito y sus hijos estaban seguros que serían un gran ejemplo para su comunidad por siempre.

Una noche Steve, su hijo pequeño, apareció con una radiante mujer que tenía aspecto de muñeca de porcelana y unos exquisitos modales. Ella sonreía, hablaba de forma animada y completamente educada. Quedó fascinada y enamorada de ella hasta tal punto que creó una muñeca con su nombre: Marie Louise. La muñeca fue un éxito y el dinero conseguido de la primera edición fue destinado a la boda que Steve y Marie Louise tuvieron meses después. Fue una boda preciosa, llena de belleza y que parecía más un sueño que algo real.

Sin embargo, la tragedia asoló las vidas de Susanne y su familia. El vuelo que tomaban de regreso de la luna de miel por Europa terminó estrellándose sin supervivientes. No se pudo encontrar mucho de los restos, pero al menos encontraron una maleta que llevaba consigo Marie. Dentro de la maleta, entre pequeños recuerdos, había una muñeca de porcelana que había comprado para su suegra. Sussanne sintió que su corazón se quebraba pues había una nota escrita a puño y letra de la joven. La nota decía: Para mi segunda madre. Para una niña que tuvo que vivir una infancia lejos de la suya, y sin demasiadas opciones de ser feliz, es sin duda un honor poder ponerse ese título a una mujer tan fascinante como tú. Me has hecho sentir viva y no sé como agradecerte todo lo que has hecho por nosotros. He pensado que con esta muñeca puedo ofrecerte una nueva hija para tu colección y añadir a esta la noticia de que serás abuela pronto. Te quiere Marie.

La muñeca había resultado intacta. Tenía un aspecto fabuloso. Era una de esas primeras muñecas de porcelana y había sido restaurada. Ni quería imaginar cuanto dinero se había gastado la pobre muchacha en un regalo tan fascinante. No podía rechazarla y tampoco lo hubiese hecho de haber sido entregada en otras circunstancias. Sin embargo, al contemplarla notaba como su aspecto cambiaba. Sus ojos cambiaba de un profundo cielo azul a aguas oscuras, inclusive parecía torcer su rostro y llorar. Sus pequeñas manitas parecían temblar en su pequeño pedestal de cristal. La pequeña sala repleta de vitrinas de muñecas parecía encogerse aún más y volverse diminuta, asfixiante y horriblemente tétrica.

Pero Susanne comprobó que si tomaba a la muñeca entre sus brazos, dejaba que sus manos ya arrugadas pasaran por sus cabellos y la contemplaba de forma amorosa, la muñeca se calmaba y todo parecía volver a la normalidad. Quiso compartir este fenómeno con su hijo y su esposo, pero Carl no quería saber nada de las muñecas, pues pensaba que habían maldito el negocio desde que Marie Louise salió al mercado pese a las buenas ventas y críticas. Carl estaba casado, tenía varias hijas y nunca había tenido el orgullo de exhibir una muñeca con el nombre de sus pequeñas. Sin embargo, su madre lo había hecho con una extraña y su hermano había perdido la vida por casarse con ella. Todo lo achacaba a Marie Louise.

Cierta noche Carl entró en la habitación de las muñecas y jamás salió de allí. Lo encontraron muerto con severas lesiones internas como si le hubiesen propinado una paliza. Susanne se echó a llorar durante días en su habitación y su esposo quiso calmarla, pero no permitió siquiera que la tocara. Únicamente quería que la dejaran a solas con la muñeca.

Desesperada intentó comunicarse una y otra vez con ésta. Sin embargo, era una muñeca y no le respondería nada en absoluto. Su marido la escuchaba preocupado pensando que había perdido la cabeza y en una de esas noches se la arrancó de las manos, la llevó a la vitrina y juró a voz en grito que encontraría un comprador para semejante obsequio. Aquella muñeca se perdería sin dejar siquiera hueco en la vitrina, pues la reemplazaría.

Minutos después de aquel discurso, tan acalorado, John cayó muerto frente a los ojos de su esposa. Nunca sufrió del corazón, pero pensó que había sido un infarto. Sin embargo, los resultados de la autopsia arrojaron otros motivos. Le habían propinado una paliza intensa y como consecuencia su cerebro se había visto muy dañado, por lo tanto acabó muerto. Era imposible que Susanne matara de esa forma a su esposo, puesto que era de aspecto frágil y prácticamente no podía levantar más de diez kilos.

El día del velatorio Susanne no paró de redactar la historia y no atendía a nadie, tan sólo a los que le tendían pañuelos para que pudiera secar sus lágrimas. Y no sólo contó la historia, sino que dejó por escrito que le diría a la muñeca la próxima vez que la viese. Después del funeral y el entierro se aproximó a la vitrina completamente enlutada, con los ojos llenos de lágrimas miró a la muñeca y le dijo que la odiaba porque había arrancado de su vida a las personas que más amaba. Acto seguido cayó fulminada.


La nota, el suceso y todo lo demás llegó a la Talamasca hace unos veinte años. Junto a éste informe está la carta y la muñeca se conserva en el sótano, envuelta en una tela y encerrada en una caja fuerte. Hemos podido comprobar que existe actividad parapsicológica muy fuerte en ella, así como una gran carga de rencor en los sentimientos de este espectro. No hemos podido liberar a la muñeca de ese espectro, pero parece que lleva encerrado allí desde su fabricación.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt