¿Creen en el amor a primera vista?
Siempre he pensado que el amor a primera vista no existe, pues no se
conoce los más recónditos secretos del alma. Aunque sí creía que
uno podía cautivarse, prendarse o simplemente ilusionarse con una
belleza única que le provocara cierta paralización y estupidez.
Reconozco que me equivocaba y lo comprendí muy tarde, pues fue
imposible no contemplarla y no dejarme llevar por el deseo que sentía
calentando mi pecho.
Tía Queen había muerto. La
encantadora, brillante y alegre tía Queen. La mujer que había hecho
que Tarquin fuera un muchachito perfecto y encantador lleno de
virtudes. La mujer que había acariciado mil veces sus cabellos
negros y hablado con él sobre la belleza de los camafeos, los viajes
más insólitos y dado discursos enérgicos sobre la vida. Ella, la
mujer de bonitos tobillos y hermosos zapatos de gran tacón. Coqueta,
encantadora, diferente y sobre todo maravillosa. Ella era única.
Tuve el honor de conversar con ella unos minutos y caí profundamente
enamorado de sus ojos cubiertos de arrugas, aunque grandes a pesar de
todo y llenos de una pasión imposible de contener en su cuerpo ajado
por los años, y que decir de sus hermosos cabellos cubiertos de cana
pero con un perfume tan agradable. Creo que tuve que contener mis
lágrimas en más de una ocasión y sobre todo porque no llevaba mis
gafas.
Vestía mi levita negra con puños de
encaje, mi pañuelo blanco y mi camisa de chorreras. Mi cabello caía
en cascada sobre mis hombros y rozaba la cruz de mi espalda. Rizado,
largo y deslumbrante. Sin duda es la imagen que todos tenéis de mí.
Una imagen sacada de un concierto de rock de estos grupos modernos y
peculiares o quizás de novela romántica, de esas que leen
solteronas muy amargadas o jovencitas creyendo aún en el príncipe
azul que no llegará. Ningún hombre es un príncipe azul. Pero, no
quiero desviarme del asunto a tratar. Así que simplemente diré que
vestía como si fuera el magnífico Lestat y no un muchacho común y
corriente. Rowan estaba cerca, tan cerca que podía oler el perfume
que rezumaba de su escote y tocar prácticamente con mis dedos los
lóbulos de sus orejas. Unos lóbulos simétricos y unas orejas
realmente encantadoras, como todo el conjunto de mi hermosa bruja.
Sin duda alguna ese día fue nuestro
primer encuentro. Nos hallamos en un mar de lágrimas, palabras
conmovedoras y su mal genio. Estaba rotundamente molesta por no poder
leer mi mente. Pude verlo en sus facciones duras, aunque femeninas
con un toque masculino arrollador, algo fruncidas y con sus ojos
clavados en un punto fijo que no logré concretar.
Me enamoré como un chiquillo y cuando
la vi de nuevo supe que ella y yo tendríamos problemas. El principal
de todos es que no pude contenerme y cuando la eché a patadas,
porque así fue, de la propiedad de los Blackwood, pues no podía ver
como Mona había regresado de entre los muertos, la besé. Aún
desconozco que puede simbolizar los besos en la boca, mejillas,
lóbulos y cuello que le di para un mortal. Es posible que fuera aún
más íntimo que para nosotros los vampiros. Lo desconozco. Sin
embargo no me controlé... o mejor dicho ¡No quise controlarme!
Desde entonces supe que el amor a
primera vista existe igual que el amor puro que proclaman la Santa
Biblia. Admito que tenía aún mis reticencias. Un enorme milagro
cayó en mi vida e iluminó todo. Mi vida se convirtió en un
perfecto desastre, pero un desastre hermoso. El misterio de los
Taltos, la vida de éstos y la de las brujas que sirvieron a ese
Lasher apareció. ¡Dios! ¡Fue impactante! Creo que me mareé y
saturé por tanta emoción mezclada. Pero ella, sin duda ella, era lo
que más me había maravillado.
Caí rendido a sus pies y cuando pude
sostenerla entre mis brazos, en más de una ocasión, el suelo se
movía bajo y podía sentir como la luz de Dios me iluminaba. O más
bien como una erótica sensación me hacía vibrar de pies a cabeza.
Y como dijo Mona... sí, porque admito que tenía razón...
redescubrí el sexo opuesto. Creo que pude ver el amor puro de Dios
en sus ojos grises tan tristes como perdidos. Encontré el sendero al
Jardín Salvaje y enloquecí. Juré amor eterno cuando ni siquiera
ella sería eterna y me aparté para no causarle daño. No podía ser
egoísta. Pero finalmente lo he sido y ella está a mi lado. No puedo
permitir que termine como Tía Queen en un futuro. No, no puedo
enterrar al amor más grande que he tenido en mi vida. Amo a Rowan
Mayfair por encima de mí mismo.
Lestat de Lioncourt
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Lejos del personaje debo decir que te amo. Te amo con todo mi corazón. Eres la mujer de mi vida. Tú eres la única que me ha hecho sentir vivo. Y que es cierto... a todo Lestat le llega su Rowan.
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