En esos momentos cuando el corazón
parece desbordarse, y los sentimientos inundan mi cabeza, te busco
con la necesidad de un niño. A veces termino hundiéndome en un mar
agitado donde todo vale y nada importa demasiado, salvo tú. Los
mismos instantes en los cuales mi vida parece desvanecerse si no te
beso. En los momentos de tristeza, de terrible dolor, cuando el
orgullo se desvanece y sólo estás tú. Los días en los que todo
está perdido salvo tu figura, mis manos en tu cintura y el deseo
humedeciendo nuestros labios.
¿Qué importa el mundo? ¿Realmente
importa? No importa si tú no estás en él abrazándome, conteniendo
mis impulsos y haciéndome comprender que hay algo más que vivir al
límite. ¿Quizás he madurado al fin? No lo creo. Sigo siendo un
niño en un enorme jardín donde me dejó llevar por la fragancia de
las flores, el sonido de la noche aullando entre las ramas de las
copas de los árboles y el instinto salvaje que baña mi cuerpo.
Pertenezco a un infierno coronado con
hermosas flores y un cielo azul nocturno. Soy parte de la libertad
que marca la locura y pasión por la sangre. Puedo llamarme inmortal
y a la vez moribundo de tus besos.
¿Enamorado? No. Decir que estoy
enamorado sería muy sencillo. El mundo no consiste en amar o no. El
amor puede desvanecerse como si fuera humo o una mera ilusión
óptica. Los fuertes sentimientos que me arrancas y me das son algo
más que eso. Esto que siento por ti está por encima de cualquier
emoción y cala hondo, tan hondo, que no puedo estar sin ti. Te llevo
en mis pensamientos y busco tu voz en medio de la oscuridad. He
comprendido al fin que es el amor, la pasión y la necesidad. Tú
eres la paz y la agitación que tanto esperaba.
Lestat de Lioncourt
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