Bonjour mes amis
Mis amados mortales ¿recuerdan a Avicus? Sí, ese enorme guerrero que fue encerrado en un árbol. Bien, Avicus tiene una pareja muy conocida y no es Zenobia. La pareja es Mael. Aquí algo para él.
Lestat de Lioncourt
He visto la furia derramarse en tu
mirada y cubrirla de un aire de dolor casi místico. Tus pómulos se
marcan y tu boca se tuerce mientras frunces el ceño. Sé que vas a
decir algo que realmente sientes en ese momento, toda la rabia
descargada hacia cualquier asunto, y después es posible que termines
llorando. Esa máscara que muestras de fortaleza termina en el suelo
cuando estamos a solas. No entiendo porque quieres parecer un
guerrero, pero a la vez siento que necesitas esa coraza para mantener
alejados a los buitres que jamás te quisieron.
Guardas secretos que otros no han
podido siquiera vislumbrar. Te sientas a mi lado, me tomas de las
manos y meditas largas horas en silencio. He aprendido a soportar que
no quieras hablar y también a saber alejarme a tiempo. Si alguna vez
me alejé demasiado, si no te escuché, o si hice que te sintieras
desgraciado perdóname. Yo sólo quería hacer lo correcto y aquello
que tú deseabas.
Recuerdo cuando nos conocimos tan
precipitadamente. La sorpresa que teníamos ambos era palpable. Creo
que no me atrevía a mirarte demasiado y tú eras incapaz de apartar
la mirada. Cada uno reaccionó de forma distinta, pero por un mismo
sentimiento. El deseo apareció como una llama y el impulso de
abrazarnos sin duda fue persistente. Me contuve durante horas, quería
decirte cuanto había significado para mí tu aparición en mi vida y
finalmente no hice nada. Sólo mantuve mis labios en silencio hasta
que tú tuviste el arrojo necesario, ese que a mí ya me faltaba,
para besarme y abrazarme como se hace a un viejo amante.
Nunca olvides que te amo y que estoy
aquí para ti. Abriré mis brazos, te cubriré el rostro con besos
sinceros y escucharé tus pensamientos, quejas y deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario