Este es un texto de Nash y Tommy. No son muy dados a mostrarse en público, pero ahí están.
Lestat de Lioncourt
El carnaval había finalizado. El ruido
en las calles se había desvanecido. Muchos comenzaban a llevar una
vida llena de sobriedad tal como manda la tradición, pero otros
seguían con la opulencia y el descaro que te ofrece una ciudad llena
de contrastes. El silencio era abrumador en algunas zonas, sobre todo
bien entrada la noche. La madrugada caía postrada frente a nosotros
como si estuviera aguardando nuestros pasos sigilosos.
—Deberías dejarme solo. Quiero saber
que se siente cazando sin compañía como a veces haces tú—dijo
Tommy guardando sus manos dentro del abrigo—. Nash...
—No—respondí alto y claro.
Era mi alumno, a pesar que era el hijo
de Arion. Él había transformado a Tommy y Petronia lo había hecho
conmigo. Aún me preguntaba que le impulsó hacerlo. Ella me arrastró
aquel día a la vida cuando Tarquin, en un impulso brutal, quiso
hundirme en las tinieblas. Fue poco después de Mardi Gras. Aún
podían escucharse las risas alocadas de los jóvenes en la mansión
de su compañero y amigo Lestat. Fue un terrible error volver de
Inglaterra y a la vez me sentí recompensado.
Había decidido estar un año lejos de
New Orleans para impartir clases a un gran número de alumnos.
Deseaba demostrar mi valía nuevamente en las viejas aulas en las
cuales me formé. Sin embargo era un trabajo tedioso. El año
sabático de los jóvenes Blackwood, Tommy y Jerome, estaba siendo
una pesada piedra a mis espaldas. Aquel monolito era oscuro, frío y
cruel. No podía dejar de pensar en las tardes lluviosas y frías lo
hermoso que se veía New Orleans con una pátina de lluvia y una
humedad sofocante. Era imposible concentrarse. Regresé porque
necesitaba hablar con Tarquin y decirle que tenía cierto
conocimiento de su tragedia. Pero nada fue como yo esperaba. Nada.
—Eres terco—susurró antes de
echarse a reír.
—Soy viejo—le aseguré antes de
tomarlo por el brazo y mirarlo fijamente—. Debo cuidarte aunque ya
no me necesites.
—Siempre voy a necesitarte—aseguró
aproximándose a mí, tomándome del rostro y observándome con esa
ternura que sólo él podía tener a pesar de ser ya un proscrito,
como yo y como todos los vampiros que cruzamos la ciudad buscando
sustento.
Dudaba que fueran ciertas sus palabras,
pues había visto como algunos se detestaban después de amarse
apasionadamente. Esperaba que no fuera una relación llena de una
dependencia extraña. Amaba a Tommy y aún era demasiado joven. Ni
siquiera pudo llegar al cuarto de siglo antes de ser transformado.
Todo un joven caballero propietario de una gran fortuna. Todo un
Blackwood.
—¿Qué ocurre?—susurró bajando
las manos hasta quedar apoyado en mis hombros—. Nash...
—Te has convertido en un gran hombre.
Sólo es eso—se echó a reír con mis palabras, pero yo permanecí
serio hasta que también estallé en carcajadas.
Tanto él como yo habíamos decidido
permanecer juntos por amor y respeto. Sólo esperaba que nada lo
rompiera, pues odiaría perder de nuevo un amor extraño que me
provocaba melancolía y a la vez una fascinación extrema.
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