Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 3 de marzo de 2014

Esa noche

Bonjour mes amis!

Este es un texto de Nash y Tommy. No son muy dados a mostrarse en público, pero ahí están.

Lestat de Lioncourt


El carnaval había finalizado. El ruido en las calles se había desvanecido. Muchos comenzaban a llevar una vida llena de sobriedad tal como manda la tradición, pero otros seguían con la opulencia y el descaro que te ofrece una ciudad llena de contrastes. El silencio era abrumador en algunas zonas, sobre todo bien entrada la noche. La madrugada caía postrada frente a nosotros como si estuviera aguardando nuestros pasos sigilosos.

—Deberías dejarme solo. Quiero saber que se siente cazando sin compañía como a veces haces tú—dijo Tommy guardando sus manos dentro del abrigo—. Nash...

—No—respondí alto y claro.

Era mi alumno, a pesar que era el hijo de Arion. Él había transformado a Tommy y Petronia lo había hecho conmigo. Aún me preguntaba que le impulsó hacerlo. Ella me arrastró aquel día a la vida cuando Tarquin, en un impulso brutal, quiso hundirme en las tinieblas. Fue poco después de Mardi Gras. Aún podían escucharse las risas alocadas de los jóvenes en la mansión de su compañero y amigo Lestat. Fue un terrible error volver de Inglaterra y a la vez me sentí recompensado.

Había decidido estar un año lejos de New Orleans para impartir clases a un gran número de alumnos. Deseaba demostrar mi valía nuevamente en las viejas aulas en las cuales me formé. Sin embargo era un trabajo tedioso. El año sabático de los jóvenes Blackwood, Tommy y Jerome, estaba siendo una pesada piedra a mis espaldas. Aquel monolito era oscuro, frío y cruel. No podía dejar de pensar en las tardes lluviosas y frías lo hermoso que se veía New Orleans con una pátina de lluvia y una humedad sofocante. Era imposible concentrarse. Regresé porque necesitaba hablar con Tarquin y decirle que tenía cierto conocimiento de su tragedia. Pero nada fue como yo esperaba. Nada.

—Eres terco—susurró antes de echarse a reír.

—Soy viejo—le aseguré antes de tomarlo por el brazo y mirarlo fijamente—. Debo cuidarte aunque ya no me necesites.

—Siempre voy a necesitarte—aseguró aproximándose a mí, tomándome del rostro y observándome con esa ternura que sólo él podía tener a pesar de ser ya un proscrito, como yo y como todos los vampiros que cruzamos la ciudad buscando sustento.

Dudaba que fueran ciertas sus palabras, pues había visto como algunos se detestaban después de amarse apasionadamente. Esperaba que no fuera una relación llena de una dependencia extraña. Amaba a Tommy y aún era demasiado joven. Ni siquiera pudo llegar al cuarto de siglo antes de ser transformado. Todo un joven caballero propietario de una gran fortuna. Todo un Blackwood.

—¿Qué ocurre?—susurró bajando las manos hasta quedar apoyado en mis hombros—. Nash...

—Te has convertido en un gran hombre. Sólo es eso—se echó a reír con mis palabras, pero yo permanecí serio hasta que también estallé en carcajadas.


Tanto él como yo habíamos decidido permanecer juntos por amor y respeto. Sólo esperaba que nada lo rompiera, pues odiaría perder de nuevo un amor extraño que me provocaba melancolía y a la vez una fascinación extrema.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt