Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 20 de abril de 2014

Conversaciones con mi madre

Recuerdo sus ojos fríos recorriendo suavemente la habitación, sus pasos cortos pero firmes y su elegancia al mover suavemente sus brazos mientras jugaba con sus propios dedos. Tenía el cabello recogido bajo su sombrero de ala ancha. Su boca era pequeña y sensual, pero sus pómulos marcados la hacían ver severa. Guardaba dentro de sí una fuerza inusual y no era únicamente por el don oscuro que había hecho modificar su cuerpo hasta endurecerlo.

—Te dije que serías príncipe de todo—dijo con su voz áspera y en un tono firme, tan firme como el de un general que emite una orden.

—¿Y?—respondí encogiéndome de hombros.

—Lestat, confié en ti—susurró girándose hacia mí para tomarme de los hombros. Su rostro era el mismo desde que la congelé en esa situación. Las pequeñas arrugas de expresión habían desaparecido y parecía algo más joven, pero era la misma mujer.

—Madre... ¿para qué quiero ser príncipe de los vampiros si tú te alejas siempre?—dije intentándome alejar de ella, pero me agarró con firmeza de los brazos.

—Eres un hombre y no un niño que necesite estar bajo mis faldas. Lestat, entiendo perfectamente tu amor hacia mí pero no tu dependencia. No quiero que seas dependiente de mis deseos o necesidades. No—su ceño se frunció y luego relajó el rostro para abrazarme con cariño, pero pronto se apartó y caminó igual que un hombre—No quiero eso para ti. No eres esclavo de otros ni lo serás.

—Madre ¿por qué has venido?—pregunté aún con el aroma a bosque pegado a mi cuerpo.

—Porque quería verte—respondió alto y claro—. Decían que estabas hundido por la pérdida de Rowan, pero aquí te veo como siempre—sus ojos parecían dos enormes glaciales grises, pero con un toque cálido que me provocaba deseos de abrazarla y besar su rostro.

—Por dentro duele—dije apretando los puños.

—Siempre duele, pero si ella se fue es porque tiene sus motivos—susurró con una leve sonrisa. Quizás porque era mujer, tal vez porque podía ocultarme algo que ella sabía o simplemente por suposiciones... pero sentía que tenía razón y que no lo decía por decir.

—¡Yo quiero saberlos!—exclamé rompiendo a llorar.

—¿Has pensado que quizás aún no es tiempo?—dijo encogiéndose de hombros.

—Madre...—balbuceé viendo como se movía hacia la puerta—¿Qué haces?

—Tengo que irme hijo—tomó el pomo de la puerta, se giró suavemente y me sonrió como sólo ella sabía hacer—. Nos vemos en otro momento.

Quedé de nuevo solo en el salón de fiestas. El reloj marcaba la media noche y los cuadros parecían tener vida. Fuera se había desatado una violenta tormenta; y ella se enfrentaba a la lluvia y el viento como si fueran parte de sí misma.



Lestat de Lioncourt

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Madre quizás tengas razón, pero me gustaría saber esos motivos ahora. 


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt