Nash tiene unos pensamientos muy profundos cuando observa a Tommy Blackwood. ¿Desean conocerlos? Además es una filosofía entrañable sobre el amor.
Lestat de Lioncourt
Siempre he creído que el amor es un
sentimiento maravilloso cuando es puro y sincero. Yace en los hombres
una insaciable codicia por sentirlo calentado su pecho y provocando
lo mismo en aquellos seres amados. El amor es sin duda la carta
contra la pobreza de la envidia y el odio. El rencor pudre los
corazones y los baña de un color turbio, como turbias son las
palabras que suelen bañar éste sentimiento.
Cuando le contemplo dormido, con el
cabello revuelto y el rostro hundido en una mueca placentera pienso
que sin duda alguna estoy enamorado. Sus rasgos son más robustos y
su piel algo más tostada que la de mi adorado muchacho Tarquin.
Tommy creció bajo mi atenta mirada. Nunca he permitido que el odio
llene su pecho y siempre me he mantenido firme ante sus estudios. Un
chico inquieto, amante de la literatura y los números, con una gran
pasión por la historia y los modales. La bondad que él despierta
nace de sus recuerdos más humildes y ésta humildad le da un toque
tierno.
Quizás no soy la persona apropiada
para él, sin embargo no sé vivir sin su presencia. Ver como duerme
es uno de mis pequeños placeres. Parece tan vulnerable cuando el
sueño le vence y le hace caer como gigante de las judías mágicas
al colchón. Las sábanas revueltas tapando lo mínimo, su perfecta
musculatura a la vista y esa sonrisa dulce hacen que algo en mi
interior se mueva con deseo.
Miro mis manos y veo a un hombre casi
al final de su vida, en un momento en el cual la paz ha llegado al
fin y ha podido encontrar a un joven que siempre estuvo ahí. Tommy
ya tiene más de veinte años, casi treinta, y Petronia ha provocado
que ahora sea un vampiro al igual que yo. Viviremos eternamente y eso
me hace sentirme preocupado, pues ¿y éste amor durará? Las
sospechas se van cuando le veo despertar, se abraza a mí y sonríe
de esa forma que sólo él sabe saber. El amor real existe, pero a
veces hay que esperar toda una vida.
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