Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 30 de abril de 2014

La leyenda

Mael nos comparte sus sentimientos juveniles ¿no es un primor? Bien que se pelea luego con Marius pareciendo ambos un dúo de idiotas. 

Lestat de Lioncourt 

El frío se colaba dentro de mi ropa y se agarraba a mis huesos provocando que mis dientes castañetearan. Tenía quince años y se suponía que ya era todo un hombre. Habíamos decidido salir a cazar antes del amanecer. La noche, o más bien su sonido, aún era presente y la oscuridad era terrible. Las antorchas fulguraban y se podía ver la aldea a lo lejos, o más bien las pequeñas hogueras que aún estaban encendidas. Nuestro paso era lento, pero preciso. No queríamos alertar demasiado a las grandes piezas y pronto llegaríamos al lugar apropiado para disponernos a cazar algunos ciervos, conejos y aves diversas.

—Hoy te harás todo un hombre, sobrino—dijo mi tío apoyando su mano en mi hombro—. Hoy pienso dejarte la pieza más grande ¿llevas bastantes flechas?

—Sí, claro—respondí con orgullo, aunque meditaba sobre lo que había escuchado de sus propios labios.

En lo profundo del bosque, allá donde la oscuridad parece reinar durante todo el día, se alzan enormes árboles de grueso tronco retorcido. Dentro de ellos se pueden escuchar murmullos, lamentos y salmos. Quienes están dentro son los espíritus de los árboles, el bosque en sí, y se les llama dioses. Estos seres vivían gracias a la sangre que tomaban de los sacrificios que se les ofrecía para que bendijeran expediciones de guerra, siembras, caza o simplemente una boda de alguien importante para los nuestros.

Me había impresionado tanto la historia que decidí memorizarla. Podía tararear bajo una canción que acompañaba a la leyenda y que me dejaba atónito. Era imposible de sospechar para mí, en aquella época en la cual era tan sólo un joven más, que me vería envuelto en la magia oscura y terrible de nuestros rituales.


Míralos, sus ramas se alzan igual que sus raíces.
No somos árboles, pero tenemos contacto profundo con la tierra.
La sangre baña nuestros labios y nos enloquece.
Curaremos del mundo sus terribles cicatrices.
Dioses de los árboles, dormidos y en silencio.
Dioses de los árboles...

—¡Mael! ¡Muévete muchacho! ¡Te estás rezagando!—escuché a mi tío decirme a lo lejos mientras agitaba la antorcha.


Rápidamente corrí hacia donde estaban y me puse a su altura. Sin embargo en mi mente seguía rememorando las frases que habían calado tan hondo en mí. Me juré proteger a esos seres y conocerlos, amarlos y respetarlos. Parece una locura, pero ahora soy uno de ellos aunque no vivo encerrado en un árbol padeciendo abstinencia de sangre.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt