Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 16 de abril de 2014

Lo que pasa en Las Vegas...

Este fic está dedicado a nuestra amistad, nuestra confianza mutua, y el respeto que tenemos entre nosotros. Bueno, eso dice Armand.

Lestat de Lioncourt


Al principio creí que sería buena idea. Juro por todo lo que amé alguna vez, amo y amaré que jamás creí que todo terminaría de esa forma. No sospeché que pudiéramos acabar de ese modo. Realmente sólo quería que pasáramos un buen rato lejos de cualquier problema. Huir de la rutina, hundirnos en una especie de camaradería y finalmente ayudar a Lestat. Todo era por él.

Es cierto que muchos creen que no podemos comprendernos, estar más de cinco minutos juntos sin pelearnos o simplemente gozar de una conversación fluida sin insultos, quejas y reproches. Sin embargo es absurdo. Pese a todo yo aprecio a Lestat y él me aprecia a mí, pues me lo ha dicho en alguna ocasión; no obstante, aunque jura odiarme sólo lo dice por despecho. Por eso mismo, por el amor que nos profesamos en silencio, tuve una idea que sin duda veía brillante y perfecta. Él necesitaba unas vacaciones y yo se las daría, o al menos ese era el plan. Unas vacaciones lejos de cualquier preocupación malsana.

A pesar que tengo una isla en la cual gozo de todas las atenciones y comodidades sopesé que era mejor un entorno distinto para llevar a Lestat. Durante varios días guardé en celoso secreto mi plan, pero David me descubrió y acabó contándoselo a Louis.

—Debiste decírmelo—dijo con las manos colocadas en sus caderas—. Armand, santo dios... ¡Eso que quieres hacer es una locura!—exclamó mirándome con cierta severidad— ¿Has pensado si él quiere ir? ¿Has pensado esa posibilidad?—preguntó frunciendo el ceño mientras caminaba de un lado a otro en la habitación.

—No—respondió con simpleza.

—Yo tengo una idea ¿y si le incendiamos la casa?—habló Louis acomodándose la chaqueta de cachemire que David le había obsequiado. Era sin duda un acierto. Él se veía elegante, sofisticado y con un aire seductor que jamás había logrado a ver en su mirada—. Si tiene una ocupación en mente se...

—¡No!—gritamos al unísono.

—Era sólo una idea—susurró llevándose los dedos índice y corazón de la mano derecha a sus labios. Tenía una sonrisa enigmática y seductora, la cual sólo usaba cuando tramaba planes terribles.

—Louis hemos dicho que no—comentó David—Y bien, cuéntanos tu plan.

—Lestat necesita salir de New Orleans aunque sea unas horas—dije mirando la lámpara del techo. Era una obra de arte, sin duda alguna, y Lestat estaba comprando nueva decoración para la mansión porque todo le recordaba a ella.

Rowan había puesto su toque femenino y parte de su personalidad. Cada objeto, aunque fuese pequeño, que ella había movido de sitio o adquirido le traía a él amargos momentos en los cuales, como no, le provocaba pánico, dolor y por supuesto rabia. Nuestro viejo amigo se había aventurado a ofrecer su corazón sin reservas, pero siempre hay algo que no cuadra y se sale de tus planes. Las alfombras, cortinas, algunos muebles elegantes y sobrios, así como varias esculturas habían sido cambiadas, vendidas o simplemente enviadas al desván, por otras distintas.

—¿Y dónde piensas llevarlo?—dijo David mientras se sentaba en uno de los cómodos sofá de cuero color caramelo que había en la sala.

Era una de las salas más elegantes y distendidas. Su aspecto rectangular recordaba a un pasillo amplio, pero tan amplio como puede ser una biblioteca. Había algunas estanterías con volúmenes gruesos, pero sobre todo había objetos hermosos llenos de arte. Las esculturas, cuadros y jarrones que allí se encontraban pertenecían a una colección llamativa por sus contrastes y rica, muy rica. A pesar que eran objetos de distinta época encajaban, pues era como un pequeño museo, y en el centro había algunos sofá cómodos donde sentarte a contemplar los cuadros o las hermosas vidrieras. Lestat era un loco apasionado por la belleza, como todos nosotros, y había hecho que su vivienda, el nuevo refugio que había logrado adquirir, fuera terriblemente sobrecogedor.

—Las Vegas—respondí sin pestañear.

—Claro, vayamos a Las Vegas todos y vistámonos de Elvis. ¿Por qué no? Venga Louis, vayamos a los casinos y corramos por las calles como borrachos noctámbulos con ganas de ir a ver chicas desnudas bailando para nosotros—se echó a reír y luego me miró serio—. No.

—David...

—Es mala idea. No quiero recordar como acabó el hotel de Brasil después de nuestra escapada—susurró llevándose las manos al rostro para frotárselo.

—¿Cómo acabó?—pregunté por curiosidad, pues desconocía la historia.

—Incendiado—se animó a contestar Louis con una ancha sonrisa.

—No sé para que pregunto—dije antes de aproximarme hasta David para sentarme a su lado, Louis hizo lo mismo dejándolo en medio de los dos—. Pero es buena idea.

—¿Y cómo le convencemos? No quiere moverse de aquí—respondió mirándome a los ojos—. Armand...—suspiró y tomó fuerzas para decirlo— investigo para él junto a mi equipo, todos y cada uno de los hombres que ahora poseo a mi servicio, únicamente para dar con el paradero de Rowan. No he querido confesarle que está en San Francisco, donde se crió, y es porque ella no quiere ser encontrada. Es mejor así. Él quiere aparentar que no la necesita, pero sí, y ella quiere poner, a ser posible, un mundo entre ambos.

—Entonces yo tengo razón—fruncí el ceño y miré a Louis—. ¿Aún lo quieres?

—No es de tu incumbencia—respondió cruzándose de brazos.

—No le amas, pero le quieres. A tu modo le quieres. Igual que yo a mi modo le quiero—tomé el brazo izquierdo de David y tiré de él—. Y tú... y todos.

—¿Y quién nos ayudará? Porque convencerlo será imposible—dijo David.

Nos quedamos en silencio antes de mirarnos todos y sonreír. Pensamos que un único vampiro en éste mundo podía influirle en éstos momentos: Tarquin Blackwood.

El joven Blackwood era un vampiro enérgico, aunque a veces melancólico, con el cual se movía por New Orleans en su limusina o simplemente salían a pasear disfrutando de la compañía de ambos. A veces los acompañaba Mona, pero la mayoría de las ocasiones lo podían ver juntos riendo en algún café. Sí, el chico de ojos azules y tristes podía ser sin duda el apropiado.

Convencer al muchacho fue coser y cantar, pero el viaje en avión se complicó debido a la pequeña escala que teníamos que hacer. Louis detestaba viajar de ese modo, aunque no podía hacer nada por evitar los vuelos, y David se dedicaba a leer su revista mientras Lestat hacía comentarios absurdos. Quinn decidió mantener informada a su Ophelia.

—Sí cielo, sí. En cuanto lleguemos al hotel yo te llamo. No amor, no. No haré nada indebido. Sabes que soy un caballero. Sí, sé que Lestat es alocado pero no pasará nada. Cariño, vamos a pasar una noche relajada y regresar. En serio, sólo un paseo y volvemos—hablaba por el móvil mientras Lestat y yo le observábamos. Cuando colgó suspiró largamente y se echó a reír—. Si alguno de ustedes le dicen a Mona que vamos a Las Vegas sin ella me matará, os matará y hará explotar New Orleans.

—Palabra—dijo Lestat acomodándose en el asiento—¿Por qué llevas eso?—comentó intentando tocar mi batidora.

—¡No la toques! La usaré para mi cóctel especial—sonreí estrechándola con firmeza—. Sólo lleva alcohol y sangre, en serio.

Cuando llegamos al hotel, en la suite especial, habíamos encontrado el paraíso. Todo era lujo, conforto y belleza. Estábamos acostumbrados a cosas así, pero sin duda estando los cinco era algo único. No conocía mucho a Tarquin así que era una oportunidad de lujo para conocer qué tramaba aquel chico de campo, aunque con unos elegantes modales y una pose de caballertito de otra época.

El cóctel fue bien, metí un par de ingredientes únicos, y al despertar todo fue un caos. Juro que no recuerdo bien como ocurrió, pero creo que me excedí al mezclar algunas drogas que había encontrado en los bolsillos de un camello. Mucho alcohol, sangre, drogas y tabasco. No sé porque pero despertar fue lo peor.

—Mona, Mona...—susurró alguien en mi nuca y cuando me giré para verlo era Tarquin.

Me levanté de inmediato y noté que llevaba los calzoncillos, cosa que agradecí, pero de inmediato escuché un grito espantoso. Venía de la habitación de David.

—¡Pantera! ¡Pantera!—gritó saliendo de la habitación para atrancarla con varios muebles— ¡Hay una jodida pantera en mi cama! ¡Conmigo! ¡Dormía abrazado a ella! ¡Joder!

—¿Qué pasó?—preguntó Tarquin completamente desnudo mientras se levantaba del colchón colocándose la sábana a modo de toga.

—No lo sé—me encogí de hombros y noté que faltaba alguien, o más bien un par—. ¿Y Louis y Lestat?

—Yo estoy aquí—dijo Louis saliendo de detrás de una cortina vestido de novia—¿Por qué llevo esto?

David seguía mirando la puerta completamente descompuesto, desnudo y con un sombrero de vaquero en la cabeza. No me preguntéis por el sombrero de vaquero pues desconozco de dónde, cómo y porqué lo llevaba. Louis parecía desconcertado y a punto de llorar como jamás lo había visto.

—No recuerdo nada—susurró mi viejo amigo antes de intentar quitarse el traje de novia.

—¡Queréis hacerme caso! ¡Hay una pantera ahí dentro!—gritó provocando que me echara a reír, aunque ciertamente la situación era incómoda.

La habitación estaba hecha un desastre y Louis parecía frustrado. Sin embargo una vez recuperamos todos nuestras ropas intentamos poner orden en el asunto. David llevaba un anillo de bodas y Louis llevaba el juego, así que ellos se habían casado. Tarquin y yo estábamos en silencio y nos mirábamos de reojo. No sabíamos porque dormíamos juntos ni queríamos saberlo.

—¿Y Lestat?—preguntó David— Deberíamos irnos antes que la pantera nos atacara.

—Hay dos sofá, una puerta y vete tú a saber que más ahí colocado de barrera. No pasará nada—dije con mi batidora de nuevo entre mis manos—. Chicos creo que la culpa es mía.

—No me digas, no me di cuenta. ¡Genio!—gritó Louis a punto de abalanzarse sobre mí, pero lo detuvo David.

—¿Qué hacemos? ¿Dónde puede estar?—pregunté esperando que alguno me respondiera.

—Jugando en el casino—dijo Tarquin—. Yo iría allí.

Al ir al casino, el cual se encontraba en el hotel, no lo encontramos. Tarquin, eso sí, encontró su gran amor en la mesa de poker y los dados. Estaba de racha, aunque realmente trucaba el juego a su conveniencia. David y Louis estaban callados mirándose el uno al otro, observando sus anillos y aceptando el hecho. Ambos, en otra época, se habían imaginado la boda de sus sueños con otras personas. Aunque supongo que David siempre pensó morir soltero, pues era un lobo solitario. Si en esos momentos compartía vida con mi viejo y cínico amigo era por un hecho fundamental: lo amaba. Sin embargo Louis no amaba lo suficiente a David, pues su corazón se había quedado roto y el amor no era lo más importante para él.

—¡Estoy llorando!—escuché decir a Tarquin en alguna ocasión—¡Voy a secarme las lágrimas con billetes de cien pavos!—exclamó.

Aunque en realidad podía hacerlo antes inclusive. Petronia se había asegurado de hacer un suculento pacto con los Blackwood, aunque estos hacía mucho que no tenían sangre Blackwood sino Mayfair. Si bien, no estoy muy seguro de ello. Tarquin es una mezcla extraña entre Virginia Lee y Julien Mayfair, aunque ¿quién sabe? Todo es posible en ésta vida. Realmente no creo que pasara algo entre nosotros, pues no sentía las piernas cansadas. Pero es extraño despertar al lado de alguien que casi no conoces y no recuerdas el motivo. Sin embargo acepto que fue divertido. Ahora que recuerdo todo no puedo dejar de reír a carcajadas. 

Después de dos horas buscando a Lestat, llamando a su móvil al cual no contestaba, apareció vestido de Elvis con un par de chicas a ambos lados. Por lo que supe se había despertado en la cama de una de ellas y decidió seguir la fiesta. Lógicamente cuando Louis supo todo le prendió fuego al tupé de pega que llevaba y las chicas huyeron.


Todos hicimos un pacto de silencio, pero Mona se ha enterado y creo que no tengo porque mantener la boca cerrada. En fin, fue divertido. Pero lo importante es que he hecho un cóctel nuevo para experimentar con Marius. Yo llamo a mi invento: El Men In Black. ¿Por qué? Porque hace lo mismo que los chismes esos que llevan los hombres de negro en la película, sí eso que llaman el desmemorizador.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt