Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 21 de abril de 2014

Pecado

Pecado... es un texto de Marius donde reflexiona sobre el amor de Armand. O más bien, el reflexiona sobre el amor que posee hacia él. 

Lestat de Lioncourt


El recuerdo de nuestro primer encuentro aún destella en mis recuerdos adentrándome en los pasillos de aquel burdel, el olor a orines y sudor, mientras indagaba sobre el alma atormentada que allí se hallaba pintando la cara de Dios de forma terrible y obsesionada. Quería enterrarse en su fe antes que hundirse definitivamente. Sus ojos mostraban lo terrible que podía ser el mundo y sus brazos, tan finos, se alzaban hacia el improvisado altar. Supongo que para él fui un salvador, un ángel, y no el monstruo que pinta los hermosos palacios de Dios.

Tenerlo entre mis brazos fue darle sentido a mis oscuras noches. Su cabello rojo destacaba en su piel lechosa que cubría su fina figura. Se encontraba sucio, herido y desnutrido. Envolverlo en mi capa para que no sintiera la noche penetrando en él como cuchillas. Estaba febril, la lengua que hablaba era desconocida para mí y sus cejas se fruncían suavemente dándole un aspecto lacónico.

Después de un baño y numerosos cuidados pude ver la imagen de un joven atractivo, casi un niño, que caminaba elegantemente con calzas y ropajes celestes con bordados dorados y algunos detalles azul marino. Su cabello destacaba nuevamente, pero en ese momento limpio y peinado, rozando sus hombros y la cruz de su espalda.

¿Qué fue de mis sentimientos hacia él? ¿Por qué los oculto con severidad? ¿Qué ocurrió en mí? Me convertí en un monstruo que únicamente sabe transmitir su pasión en un lienzo. Sin embargo sigo amándolo a mi modo y lo observo con preocupación. Es una de mis grandes historias de amor, pero consigo enmascarar mis pecados con él a punta de látigo y palabras crueles. No fui sincero y me comporté de forma mezquina, por eso creé para él a esos dos muchachos mortales. Sin embargo me equivoqué. No puedo enmendar mi error con el amor puro que otros poseen, no obstante no aceptaré mi error frente a él. Prefiero que crea que aún estoy convencido que fue lo correcto.

Por ahora aguardo y dejo que el silencio entre ambos sea terrible. Sin embargo mi amor por él es tan intenso como aquel primer día. Sobre todo al observar su cuerpo desnudo, desvalido y de piernas torneadas que se abre para mí invitándome al placer, el delicioso pecado de la carne y el agradable confort que existe mordisqueando sus rosados pezones. Puedo sentir la excitación al deleitarme de su pequeña mata de pelo pelirrojo coronando su sexo, el cual yace duro y palpitante, mientras me mira con esos endemoniados ojos. Pintarlo de ese modo, como si fuera un ángel desnudo, provoca en mí ciertos delirios. Quiero besar su boca entreabierta y morder los pliegues de su piel. Necesito hundir mi nariz entre sus mechones y besar su nuca con la calidez y pureza de un santo.


Él es una de mis mayores inspiraciones y pecados. Deseo hundirme entre las sábanas oscuras que contrastan con su sedosa figura. Sé que sabe que estoy a punto de ceder y también sé que comprende mi alma mucho mejor que yo mismo. Tal vez debería pedir perdón de forma sincera, pero tan sólo sé dejar atrás el caballete y hundirme en él de forma placentera, desesperada y caliente. Tan caliente como el alma que yace dentro de su erótico envoltorio. Hacerle el amor es mi mayor inquietud en éstos momentos, pero antes acabaré con las últimas pinceladas y después cansaré sus piernas tras un fogoso ritual de mordiscos, besos, murmullos indecentes, movimientos bruscos de cadera y verdades a medias.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt