Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 29 de agosto de 2014

El instinto del periodista

Daniel nos ha contado alguna vez algo sobre esa noche, pero no todo. Poco a poco se va conociendo al hombre que había tras la grabadora. ¿Quieren aventurarse?

Lestat de Lioncourt


Nunca pensé que aquella noche, en aquel tugurio de mala muerte, fuese a encontrarme cara a cara con la muerte. El vaso de whisky ya se había servido, los hielos se derretían dejando que el licor se enfriara, los dedos de mi mano izquierda acariciaban el cristal con cierta ansiedad y mis ojos vagabundeaban por el local mientras anotaba, de vez en cuando, algo en mi libreta. Una noche más, o eso creía. Día tras día había vivido de un salario precario, haciendo peripecias con la comida y el alquiler, mientras intentaba encontrar una historia que realmente mereciera la pena. Normalmente tenía mirones, mujeres despechadas, matones de poca monta sin muchos escrúpulos y con ganas de ganarse unos dólares por una historia de bar, chicos que como mucho habían robado calderilla de alguna tienda a punta de navaja y estúpidos soñadores que creían que se convertirían en el nuevo Lovecraft o Arthur Conan Doyle. Sin embargo, no había nada interesante. Quería un asesino que me confesara sus secretos más turbios, un hombre de la mafia que quisiera exponerse por la salvación de su alma o un soldado que me hablara de una guerra terrible que estaba aún en la conciencia de todos. Pero no, sólo tenía borrachos de tercera. Por eso jamás creí que algo así ocurriría.

Él apareció como de la nada. Por su forma de andar, tan elegante, pensé que iba a meterse en problemas al estar fuera de lugar. Su traje negro a medida, su chaleco verde impoluto y su corbata de hombre de negocios gritaban que era un hombre con bastante dinero en la cartera. Quise abordarlo desde el primer momento, pero siempre intento que ellos se aproximen a mí. Un hombre como aquel, en un antro de ese estilo, no encajaba en un ambiente tan turbio. Pensé que podía ser un informador, un pobre diablo que hubiese perdido su fortuna recientemente o un asesino buscando su próxima victima. No estuve muy desacertado con la última opción. Sus ojos no parecían humanos, pero quería creer que sí lo era.

Tenía una de esas miradas frías que te hielan la sangre, pero a la vez podía notar cierta sensibilidad y dolor. Por como miraba la calle, completamente a oscuras con tan sólo un par de luces diseminadas por las esquinas, pensé que podía estar perdido. Me miró en varias ocasiones, como si me invitara a sentarme a su lado. No esperé mucho. Acabé con mi trago y me acerqué presentándome como solía hacer. Mi nombre no era muy conocido, mi columna tampoco era muy famosa, pero yo tenía la impresión que un día mi nombre se escribiría en la historia. Estaba harto de ser un perdedor. Ansiaba ganar por una vez. Él era mi mejor apuesta. Nunca había estado tan seguro de algo, ni siquiera cuando aposté cien de los grandes por uno de los caballos más torpes y lentos que he visto correr en mi vida. Las apuestas me tenían ahogado, las deudas se acumulaban, la nicotina ya no me calmaba y el whisky era agua. Tenía que ser él, no había otra solución. Esa noche necesitaba una buena historia.

—Soy lo que has estado esperando toda tu vida—me aseguró, con una voz muy atractiva y en un tono acaramelado. Mis ojos recorrieron rápidamente su rostro y pude ver que sus labios se movían lentamente, como si murmurara algo más que lo que había logrado escuchar—. Mi nombre es Louis de Pointe du Lac—se presentó con elegancia—. Y tengo la historia que quieres.

—Adelante—dije abriendo mi libreta con cierto nerviosismo.

—Me han dicho que buscas historias, yo te daré la mía... pero aquí no—murmuró inclinándose hacia delante—. Hay un edificio aquí cerca, está abandonado y creo que podríamos conversar allí. Mi historia es larga, pesada, trágica, y algo grotesca. No quiero hablar en público de ella.

—¿Eres un asesino?—pregunté echándome a reír a carcajadas, como si aquella posibilidad fuese imposible.

—Mato todas las noches, ¿eso responde a tu pregunta?—sinceramente, su respuesta me heló la sangre aún más. Noté como todo el vello de mi nuca se erizaba como si fuera el lomo de un gato. Mis ojos se abrieron como platos y él sonrió cortés levantándose de su asiento—. Si me sigues tendrás más respuestas, joven.


Otro en mi lugar se hubiese quedado allí, mirando como se iba una de sus mayores oportunidades en la vida, pero yo tenía el agua al cuello y había rezado, a Dios que nunca escucha, un poco de suerte en mi vida. Sabía que él iba a cambiar esa suerte. No me sentía amenazado, pero sí atraído. Sus perfectos modales, sus ojos de esmeraldas brillantes y ese cabello negro bien peinado cayendo sobre su traje caro... me invitaban a pensar que hay oportunidades únicas en la vida.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt