La verdad es un texto reflexivo de Molloy. Daniel a veces nos sorprende a todos. Creo que Armand el primero.
Lestat de Lioncourt
El tiempo no siempre nos pone a cada
uno en nuestro lugar correspondiente. A veces, te topas con sorpresas
inesperadas y una serie de momentos que desearías descartar. No son
la causa de tu elección, sino algo más. Te señalan a veces como su
padre, su mentor, parte de tus costillas y a la vez no los conoces de
nada. El tiempo a veces es un pequeño cabrón de bonito aspecto,
cuidados modales y deseos de hundirte sólo por mera diversión. He
visto el sufrimiento en sus ojos, pero también la codicia y el deseo
más infame. Sé bien de lo que hablo. Yo esperaba tener una gran
recompensa por haber sacado a la luz el misterio, pero sólo tuve una
buena bofetada. No me merecía esto. No.
Mi único oficio no es el de construir
casas. Las maquetas son una mera distracción. Es puro humo. Puro
deseo de olvidar las palabras que resuenan con fuerza en mi cabeza.
También soy un brutal asesino que se complace de elegir a sus presas
metódicamente. Me maravilla ver el poder que poseo, sentir la
liberación de éste, y a la vez me asusta tanto que termino
regresando al loft para conservar un poco de mi humanidad.
Recuerdo que cuando era humano caminaba
por las calles pensando que había seguridad. Podían atracarte,
llenarte el cuerpo de plomo y morir desangrado. Incluso clavarte una
navaja en el cuello sin más. Siempre existieron violadores,
asesinos, carteristas y aprovechados. Sin embargo, se pensaba que con
buena iluminación patrullas policiales y cámaras de seguridad
mantenías a raya a cierto tipo de indeseables. No estábamos
seguros. Nunca estuvimos seguros. Jamás lo estaremos. Ni siquiera
los vampiros estamos a salvo. Cientos de miles han muerto a manos de
Akasha, otro centenar a manos de una voz que repetía que debían
morir los más jóvenes. ¿Saben qué es eso? Eso no es paz.
Puedo parecer loco, pero no lo estoy.
Sé bien lo que necesito y deseo. En estos momentos sólo quiero el
silencio perpetuo. Me gustaría que mi mente fuera una habitación en
blanco, vacía por completo, donde se apareciera quizás su figura y
me narrara lentamente la historia que hemos vivido. Quiero que él se
persone frente a mí y me diga la verdad, pero no lo hará. Ninguno
de nosotros sabe bien qué ha pasado y qué está a punto de ocurrir.
Todo es válido. ¿Y el tiempo? El tiempo no nos pone en nuestro
lugar, pues siempre estaremos en un punto exacto deleitándonos de
las mieles rojizas de cualquier cuello.
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