Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 15 de septiembre de 2014

El miserable, el romántico y el amor puro.

—Jamás creí que me tropezara contigo ésta noche—dijo con voz áspera, aunque no dejaba de tener elegancia cada palabra que salía de sus labios. Poseía una chispa de locura en sus ojos y un aspecto envidiable. Su cabello ondulado y largo cabello negro caía sobre las solapas de su traje de lino beige.

—¿Y dónde creías que me ibas a encontrar?—interrogué alzando mi ceja derecha. Mi expresión era de total incredulidad. Sabía que definitivamente nos toparíamos de nuevo, como si todos los caminos condujeran a un reencuentro amargo. Ya no existía un sólo recuerdo amable que salvar. La distancia era terrible entre nosotros. Ambos sabíamos que éramos dos seres totalmente distintos a los viejos compañeros que se desafiaban, emitían juicios precipitados y en el fondo se querían. Ya no.

—No lo sé—contestó—. Francamente, te hacía medio muerto sobre alguna lápida.

—¿Por qué pensabas en un destino tan miserable?—pregunté cruzándome de brazos. Me sentía incómodo. Mi ropa era radicalmente distinta. Parecía uno de esos jóvenes de la cultura “gótica” debido a mi camisa de chorreras con encantadores encajes en los puños, aunque los pantalones de cuero y las botas me daban un aspecto de estrella del rock.

—Tu bruja—susurró—. Es un avecilla que ya no está en tu rama. Supuse que te deprimirías tanto que sólo cometerías estupideces.

—¿Cómo tú cuando comías ratas? ¿O cómo tú cuando incendiaste medio New Orleans por un ataque de celos? También puedo recordarte todas las estupideces y actos bajos que has hecho—sus ojos verdes brillaban coléricos, pero no emitió palabra alguna durante mi discurso—. La lista es amplia, podemos estar hablando horas.

—¿Serías tan miserable de reprocharme todo lo que he hecho?—preguntó frunciendo el ceño.

—No, el miserable eres tú—dije con una sonrisa eufórica—. Dime, Louis, ¿cuándo vas a perdonar que te salvara la vida?

—Oh, pero si estoy agradecido. Muestra de ello es que no te he hecho la vida demasiado imposible—se acercó unos pasos y acarició con un par de dedos mi mejilla—. Si me comportara como un miserable, igual que tú harías en mi lugar, me mofaría de tu amor por esa mujer. Me reiría en tu cara por haber caído condenado. Has puesto en riesgo esta vez tu corazón, dulce príncipe, y han decidido tirarlo al suelo.

—¡Aparta!—grité empujándolo—. ¡Cómo te atreves a ser tan odioso!

—¿Odioso por decir la verdad?—dijo antes de echarse a reír.

—¡Largo de mi vista!—vociferé.

Él sonrió una vez más e hizo una ligera reverencia, como si aún fuese un caballero de alguna plantación de algodón y café. Se giró y se marchó. Su caminar seguía siendo elegante. Desde la lejanía parecía mi Louis, el Louis que conocí. Pero, cuando lo tuve frente a frente sólo vi a un monstruo que se regodeaba por mi dolor.

Cuando estuvo lo suficiente lejos, a varias calles, me senté en el banco de aquel parque. Sentí el hierro frío del banco, el murmullo del viento revolviendo mi pelo y el dolor que se atenazaba en mi pecho. Comencé a llorar como hacía años cuando era más joven. Un llanto amargo. Quería que Rowan volviese a mi lado. Necesitaba a esa mujer junto a mí. Ella era lo único puro que había logrado tener, un amor único y perfecto como un diamante. Sin ella me sentía en la miseria.


Ella estaba en peligro. Yo debí haberla llevado lejos, pero no quise que Michael o alguien de su familia sufriese. No me veía con las fuerzas suficientes para apartarla y luego escuchar sus reproches por ello. No podía. Me sentí tan coaccionado por un posible futuro oscuro, turbio y rocambolesco entre ambos, que la aparté. Y ahora, una década después, cuando todo parecía idóneo, casi idílico, para estar juntos ocurrió una serie de desgracias que nos impidió estar juntos. Aún así, mi amor por ella sigue intacto y sé que su amor por mí también lo está. No importa cuánto se burle ese desgraciado de mí, ni siquiera importa si en alguna nueva alocada aventura muero en el intento de salvar el mundo, de ser el héroe de todos, porque al menos he conocido el verdadero significado de amar sin importar nada. De amar más allá de la piel y la carne.  

Lestat de Lioncourt 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt