Tarquin vuelve con sus notas románticas a Mona Mayfair. Ya empezamos señores, preparen el chubasquero que viene la miel... Aunque seamos sinceros, ¿de acuerdo? El chico lo hace muy bien.
Lestat de Lioncourt
He visto tantos atardeceres a tu lado,
percibido el rocío fresco de la noche empapando la hierba alta del
Santuario y escuchado, a lo lejos, el murmullo de los grillos que he
perdido la cuenta. Comprendo al fin la verdad y el honor que existe
en sacrificar tu alma. Somos monstruos de hermosa apariencia,
poseemos la vida eterna como maldición y fortuna, caminamos por el
mundo buscando la liberación de la tortura más dulce que pueda
imaginarse y capturamos el último momento de un moribundo. Hay
quienes nos compararía con ángeles, otros con demonios y yo puedo
decir que simplemente somos hijos de la noche, la sangre y la
destrucción.
Hay una guerra interna. La sangre se
agita y aviva. El poder oculto, tras nuestras simples facciones
juveniles, es demasiado terrible. Somos nuevos gigantes entre los
viejos compañeros. He visto doblegarse poderosos como si fueran
simples peones. Él lo sabía. Tu padre inmortal, nuestro antiguo
amigo, lo sabía.
Te has convertido en un ser libre,
salvaje y apasionado. Has florecido. La vida que codicias no es tuya,
tampoco mía, pero nos pertenece. Tus manos blancas, como si fueran
parte del papel de los sueños, viajan por mi rostro y me observas
con la profundidad de tus verdes mares. Somos los muñecos eternos de
una tarta de bodas, girando sobre nosotros mismos como bailarinas de
una caja de música, mientras el mundo cede a nuestros instintos
primarios. Mis labios rozan tu cuello y mis manos provocan a tus
caderas, puedes sentir las luces de neón sobre nosotros y el calor
apabullante del sur. Observa, este es nuestro territorio y hemos
venido a reinar entre caimanes, viejos recuerdos y pasiones
clandestinas. Camina conmigo por el barrio francés y deja que todo
pueda ocurrir.
No hay límites ni los habrá jamás.
Las reglas pueden cambiarse. El amor nos consumirá mientras la noche
cubre nuestras sangrientas pisadas. Mezcla tus deseos con la
necesidad, entrelaza nuestras manos y corre conmigo. Corramos sin
mirar atrás. Somos libres, siempre lo fuimos.
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