Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 23 de octubre de 2014

Terco para amar

Marius se declara terco para amar. ¡Al fin! Reconocer el problema es el primer paso. Por favor, pasa a mi diván querido maestro.

Lestat de Lioncourt 


Puedo recordar cada trazo de tu cuerpo con los ojos cerrados. Imagino tu figura echada sobre mi cama, con aquellas alas negras invisibles, rezando por la salvación de tu alma. Parecías tan confuso las primeras noches, trémulo y callado. Después, el huracán se desató convirtiendo en tormenta todo lo que hacías. Te transformaste en un joven lleno de misterios, lujuria y pasión. Era imposible retenerte unas horas, conteniendo así tus impulsos juveniles de encontrarte a ti mismo, pero siempre regresabas a mí buscando mis brazos. Yo te consolaba, protegía y ofrecía mis conocimientos.

Creía saber todo. Decía conocer el mundo, al ser humano, el arte y los caminos que recorrerían cada senda que aparecía frente a ti. Me engañaba a mí mismo. Eran mentiras sucias, trágicas y grotescas. No quería ver más allá. No hice caso a mis instintos. Tampoco te amé de la forma correcta. Debí protegerte y ponerte más atención. Cuando creí que morías, en aquel lecho lleno de sudor y lágrimas, pensé que yo moría contigo. Me di cuenta de lo importante que era para mí tu vida.

Acepto mis errores. Estoy cubierto de ellos. Son diversos y terribles. He visto tus lágrimas desconsoladas, he sabido de ti por otros, y no he ido a consolar tus pesadillas. Nunca fui a buscarte, ni a desear que creyeras de forma más firme que yo estaba vivo. Fui el peor de los padres y los amantes. No supe afrontar mis pecados y los quise endulzar con mayores derrotas. Jamás debí convertir por amor a tus pupilos, pues ellos te aman y te dan consuelo, pero quien debería hacerlo soy yo. Yo soy quien debería abrir mis brazos y decirte que te amo.

He decidido emprender una búsqueda cierta de mis sentimientos, caminando por mi propio monte Calvario, llevando conmigo a cuesta las perversas equivocaciones. Sé que ya no soy un santo, ni un bendito y tampoco un profeta. Jamás debí creer que tenía en mis manos la verdad. Permití durante mucho tiempo que mi tozudez me dejara ciego.

En estos momentos, mientras yaces frente a mí, me pregunto si debo tocarte. Te has convertido en un retrato cruel al cual contemplar cada noche. Una piel lechosa, casi marmórea, con el cabello rizado y rojizo cayendo sobre tus hombros. Puedo ver cada músculo marcado, tu cintura estrecha y tu espalda pequeña, así como tus redondeadas nalgas y tus suculentos muslos como una composición perfecta de lo que sería un ángel. Mis manos están manchadas del hollín del pecado, el mismo que tanto te debilita y a la vez fortalece, y que sé que quedará impregnado en tu alma si te toco. Mis labios es veneno frío. Así que ni siquiera deseo besarte, aunque ardo por dentro queriendo arrebatarte el juicio con cada roce de mi boca. Había olvidado que era el amor. Pensé que podía prescindir de él porque me debilitaba, pero tú me has mostrado que es falso. Aún así hago que crezca el muro entre ambos y pretendo que tú lo derribes.


¿Derribarás ese muro? Dime, Amadeo. Porque tú para mí serás siempre Amadeo. Mi Amadeo.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt