Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 8 de noviembre de 2014

Song of millennium

Mael ha vuelto a escribir algo. Muchos ya han leído Prince Lestat y lo entenderán. Pero se entiende aunque no se haya leído. Están malditos.

Lestat de Lioncourt


Song of millennium


Siempre he pensado que estaba maldito desde el día en el cual impuse mis tradiciones a Marius. Aquel romano que condujeron hacia nuestras tierras, atado de manos y con el semblante descompuesto, comprendió al fin el vínculo con la cultura que su madre le había conferido en su vientre. Aún así, comprender no es amar y amar no es soportar. Ni soportó ni amó. Cada día de su cautiverio intentó convencerme de mi error. Si bien, había sido educado y criado para degollar hombres, soportar el peso de la guerra y la hambruna, tener hijos sanos cuando me desposara y ejercer mis conocimientos medicinales en aquellos que venían a mí como si fuera parte de los dioses. Mi inteligencia y fuerza eran bien conocidas, también mi temperamento y mal carácter. Él y yo éramos muy distintos y a la vez demasiado similares. Sus ojos claros, de un azul frío, eran navajas afiladas que se clavaban en mi paciencia. En más de una ocasión tuve que marcharme, arrojando la comida a sus pies y deseando que muriera en mitad del proceso.

Cuando se alzó la noche de aquel día quise creer que todo saldría como el plan trazado, pero algo me decía que sería distinto. No obtendríamos lo que deseábamos. Un nuevo Dios nacería quizás para provocar la debacle. Y así fue. Él huyó con el poder concentrado en cada trozo de su cuerpo. Su alta y robusta figura se perdió en la espesura gracias a sus poderes. No pudimos hacer nada. Y entonces, como buen druida, me sacrifiqué e hice peregrinaje hasta un asentamiento cercano. Debía ser el nuevo dios.

Pero allí estaba él. Un ser ennegrecido, de ojos bondadosos y castaños. No estaba tan quemado como nuestro dios. Él parecía casi una pequeña estatuilla de bronce. Me acerqué a él porque así lo pidió y cuando acabó el ritual me rogó huir. Enamorado ciegamente de él no tuve otra que obedecer. Huimos dejando atrás cuerpos mutilados, destrucción y un vacío enorme en mis creencias. No era lo que yo creía. La verdad se había revelado.

He vivido mucho. He conocido mucho. Me he quedado solo después de innumerables peripecias. Las discusiones y encuentros con Marius han sido múltiples. Su extraña amistad aún perdura. Siento que jamás estaremos de acuerdo en algo salvo en el deseo de sobrevivir. La supervivencia de nuestra especie nos ha vuelto a unir. No sólo a él y a mí. También he vuelto a contemplar los fantasmas del pasado, de un pasado cargado de amor y desdicha. Avicus apareció ante mí como una oda a mis recuerdos y las emociones hicieron que mi alma se llenara de sentimientos contradictorios.


Quizás no soy el único maldito. Tal vez todos lo estamos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt