Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 29 de diciembre de 2014

La verdad bajo la nieve

Mael está vivo como decía Khayman, Quien crea lo contrario es muy iluso.

Lestat de Lioncourt


La nieve crujía bajo sus botas mientras se hundía sus piernas hasta las rodillas. Cada zancada era como enterrarse en una fría y húmeda tumba, en un infierno helado, que se extendía allá donde alcanzaba su vista. Era un páramo desértico, cubierto de frondosos abetos cubiertos de nieve con las ramas casi vencidas, donde no había demasiadas casas desperdigadas ni muchos animales salvajes. Nadie viviría en un mundo tan blanco, impoluto, desafiante y salvaje. Ni siquiera un loco, salvo aquellos que por origen nacen donde no pueden elegir.

Temblaba de frío. ¿Quién dice que los vampiros no tienen frío? Su rostro era anguloso, pero sólo podía verse parcialmente a través de su larga melena dorada. Tenía los ojos de un cielo cálido de verano. Parecía que él llevaba la primavera consigo en su rosadas mejillas, pero eso era prácticamente nada. Nada en un invierno tan crudo en algún punto entre Rusia y los últimos países pertenecientes a Europa.

Vestía de negro, aunque también poseía un par de pieles de animales muertos y desollados con sus propias manos. La sangre caliente le había alimentado y la piel le calmaba el frío. Sin embargo, su corazón se helaba. Había notado como ella había muerto. Fue aún más doloroso que saber que él estaba vivo, aquel coloso que lo creó, y que nunca había ido en su búsqueda. Aquello le reconcomía como si fueran un par de polillas.

Llegó a una profunda hondonada, ligeramente boscosa. Una pequeña casa de madera le esperaba con el techo cubierto de nieve, con una sola ventana y una chimenea humeante. Dio un par de pasos rápidos, impropios de un ser humano, y al entrar se quitó parte de la ropa y las botas. Su cuerpo tenía aún marcas del sol, aunque eran casi invisibles. Sus manos se estiraron hacia las llamas y luego pasó ambas por su pelo intentando domarlo.

Él era Mael.


Todos le daban por muerto, pero como dedujo Khayman... estaba vivo y sus ojos contaban una historia terrible. Tan terrible como es en realidad el mundo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt