Mael está vivo como decía Khayman, Quien crea lo contrario es muy iluso.
Lestat de Lioncourt
La nieve crujía bajo sus botas
mientras se hundía sus piernas hasta las rodillas. Cada zancada era
como enterrarse en una fría y húmeda tumba, en un infierno helado,
que se extendía allá donde alcanzaba su vista. Era un páramo
desértico, cubierto de frondosos abetos cubiertos de nieve con las
ramas casi vencidas, donde no había demasiadas casas desperdigadas
ni muchos animales salvajes. Nadie viviría en un mundo tan blanco,
impoluto, desafiante y salvaje. Ni siquiera un loco, salvo aquellos
que por origen nacen donde no pueden elegir.
Temblaba de frío. ¿Quién dice que
los vampiros no tienen frío? Su rostro era anguloso, pero sólo
podía verse parcialmente a través de su larga melena dorada. Tenía
los ojos de un cielo cálido de verano. Parecía que él llevaba la
primavera consigo en su rosadas mejillas, pero eso era prácticamente
nada. Nada en un invierno tan crudo en algún punto entre Rusia y los
últimos países pertenecientes a Europa.
Vestía de negro, aunque también
poseía un par de pieles de animales muertos y desollados con sus
propias manos. La sangre caliente le había alimentado y la piel le
calmaba el frío. Sin embargo, su corazón se helaba. Había notado
como ella había muerto. Fue aún más doloroso que saber que él
estaba vivo, aquel coloso que lo creó, y que nunca había ido en su
búsqueda. Aquello le reconcomía como si fueran un par de polillas.
Llegó a una profunda hondonada,
ligeramente boscosa. Una pequeña casa de madera le esperaba con el
techo cubierto de nieve, con una sola ventana y una chimenea
humeante. Dio un par de pasos rápidos, impropios de un ser humano, y
al entrar se quitó parte de la ropa y las botas. Su cuerpo tenía
aún marcas del sol, aunque eran casi invisibles. Sus manos se
estiraron hacia las llamas y luego pasó ambas por su pelo intentando
domarlo.
Él era Mael.
Todos le daban por muerto, pero como
dedujo Khayman... estaba vivo y sus ojos contaban una historia
terrible. Tan terrible como es en realidad el mundo.
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