Nacimos para ser libres, pero quedamos
presos de nosotros mismos. Nos hundimos en el fango de nuestras
experiencias, las verdades dichas por otros y la cadencia de la época
en la cual surgimos como si fuéramos un milagro. Pocas veces nos
sentimos con la fuerza necesaria para tomar impulso, pues hay quienes
quieren frenarnos. El miedo a lo desconocido, a caer, el vértigo del
éxito o la soledad del victorioso pueden generar miedos. Un miedo
que se convierte en lobo y nos persigue intentando desgarrar nuestras
almas. Yo no temo a nada.
Quizás soy un inconsciente. Puede que
no haya aprendido jamás de mis errores. Es posible que nunca aprenda
la lección de ser cauteloso. Si bien, ¿qué importa? No importa
nada. Sólo importa luchar. Hay que luchar. La libertad nos llama. No
se puede vivir siendo un cobarde disfrazado del valor de otros. Ni se
puede vivir de los cuentos y mentiras que vienen en nuestros sueños.
Debemos ser libres.
He tenido miedo muchas veces. Miré
directamente a los ojos de la muerte y no salí corriendo. Puede que
muchos crean que todo fue un truco del destino, que no tuvo que ver
el deseo de sobrevivir. Si bien, se equivocan. Hay mucho papanatas
que se cree libre de opinar, pero el destino no tiene nada que ver.
El destino lo formamos nosotros mismos. Un cobarde puede vivir más
de ochenta años, ¿pero merece la pena no arriesgar jamás nada?
Vivir sin emociones es como ir a un parque de atracciones y no
montarse en nada. Tenemos que participar de la fiesta de vida, aunque
nos intoxiquemos.
Soy un héroe. Soy el héroe de todos.
Muchos me buscan y gritan mi nombre. Sin embargo, pocos saben que en
mi interior siempre pienso en alguien. Cuando cometo estas locuras.
En el momento exacto en el cual libro la batalla entre mis miedos, la
verdad y la realidad tangible. Ese momento, cuando aún soy frágil,
pienso en ella. Mi madre aparece como un chispazo. Siempre me dijo
que debía ser feliz. Mi felicidad es ser como soy. Quiero ser libre.
Mi amor por mi madre, mi admiración
por sus actos salvajes llenos de atractivo, ha logrado que siga aquí.
Esa pasión indómita de querer besarla, sentir sus brazos rodeándome
y sus dedos hundiéndose en mis cabellos, ha logrado que siga vivo.
Vivo por contar otra aventura para que todos sepan que he conseguido
conquistar un nuevo milagro, pues sé que tarde o temprano ella
conocerá mis actos. Deseo ser por siempre un héroe, pero no por los
mortales que jadean mi nombre. No. Deseo ser un héroe para que mi
madre sonría orgullosa. Mi mayor felicidad es que ella se sienta
orgullosa del hijo que tiene. Aunque, también me hace feliz saber
que he alcanzado un nuevo sueño o una nueva meta.
Sé que ella es peligrosa, pero el
peligro la hace perfecta.
Lestat de Lioncourt
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Dedicado a la fortaleza de todas las madres y mujeres. Sobre todo, a mi madre, mi pareja y mi suegra. Gracias a ellas por mostrarme a mí, como a todo el mundo, que eso del sexo débil es rotundamente falso. En homenaje a Gabrielle de Lioncourt, madre de Lestat, y también a su autora Anne Rice.
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