Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 23 de enero de 2015

Ella lo era todo

Y aquí vemos el motivo por el cual David está maldito... Digo... él ama a Merrick aún.

Lestat de Lioncourt

Para mí siempre será esa niña del vestido de flores y pies desnudos. Una muchacha delgaducha, de enormes ojos verdes y piel de chocolate. Tenía el pelo largo, algo encrespado, y poseía un toque salvaje que me enloquecía. Cualquier hombre hubiese enloquecido a ver aquella muchacha, la cual me sorprendió por su inteligencia y su edad. Quedé impactado cuando supe que sólo tenía trece años, después los temores sobrevinieron y cuando se convirtió en una mujer adulta, llena de poder y sensualidad, el pánico me hizo huir.

La amaba. No podía ser de otro modo. Ella contenía todos los pecados que yo alguna vez he saboreado. Me volví adicto a su aroma, cómplice de sus miradas y su amante en la cama. Aprendí a deleitarme con su cuerpo como con su mente, pero como he dicho: huí.

Quise alejarla de mí. Pensaba que sólo saldría dañada. Le sacaba tantos años, era algo tan impropio y a la vez lleno de problemas. Talamasca era una institución seria y yo era su director. No podía estar jugando con una de mis discípulas. Ella no merecía un hombre viejo, lleno de achaques, que quería revivir su juventud a su lado. No podía permitir que se convirtiera nuestra aventura en un amor decrépito.

Entonces nos dividimos. El mundo se desquebrajó. Dejé de ser el hombre que conocía para ser un monstruo con otro aspecto, mucho más joven, que podía pasar por un hombre común con gustos clásicos. Sí, era un muchacho. Pude buscarla, pero el miedo me atenazó el corazón. No quería herirla y, sin embargo, la codiciaba.

Deseé olvidarla, pero jamás pude. Siempre la tenía presente. Allá donde iba su imagen se dibujaba en el cuerpo de cada mujer, sus ojos se volvían intensos en las viejas fotografías y me sentía mareado. La visité varias veces casi al amanecer. La busqué. Debía saber la verdad, pero ella lo sabía. Era un demonio hecho mujer. Un demonio que sabía de todos los misterios y recovecos del infierno que llamamos tierra.


Extraño su risa, sus profundos silencios y sus manos coqueteando por el borde del vaso. Necesito su voz pegada a mi cuello, sus brazos agitándose en cada discusión a cual más terrible y esas lágrimas, esas malditas lágrimas de amor, que derramó por mí y por ella. La quise como nadie jamás ha querido a otro ser. La codicié demasiado. Quise protegerla de mí y sólo la dañé más. Fui un estúpido...  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt